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Hamilton tenía la oportunidad de salir campeón de Austin e hizo todo lo necesario para conseguirlo. Dominó desde los primeros entrenamientos y logró una 'pole' que perdió en la salida para recuperar unos cuantos giros después. Desde ese momento gestionó la carrera de una forma tan impecable que provocó que Vettel arriesgara con una estrategia que llegó a comprometer esa segunda plaza que aún le mantiene vivo en una pelea por un mundial que Lewis solo puede perder si sufre una debacle en las últimas tres carreras de 2017. Sumar solo 8 puntos tres citas y que Sebastian logre 75 sería un auténtico milagro para el alemán.
Ferrari no ha sufrido problemas en Estados Unidos pero el ritmo de Hamilton era inigualable. Los de Maranello han trabajado muy bien en este gran premio pero no ha habido error por parte del que ya puede empezar a sentirse campeón. Vettel lo hizo bien en la salida, aguantó todo lo posible y se la jugó con una estrategia muy comprometida que le obligó a realizar un adelantamiento espectacular sobre un Bottas desdibujado. Los italianos hubieran cosechado un gran resultado en Austin si en vez de llegar necesitados hubieran logrado los puntos a los que aspiraban en Singapur, Malasia y Japón. Ahora solo les queda aspirar a mantener la competitividad para 2018 mejorando su fiabilidad, misma solución que necesita Red Bull.
Los austriacos tienen un pequeño déficit respecto a Ferrari y Mercedes en clasificación pero han llegado a ser mejores que ellos en carrera. Lo demostró Ricciardo hasta que su motor Renault dijo basta, y sobre todo Verstappen. El holandés hizo una remontada espectacular que coronó con un podio logrado en la última vuelta pero que le fue arrebatado por un polémica decisión de los comisarios, que consideraron que superó a Kimi sin respetar los límites de la pista. Entiendo a los que defienden que fue sancionado con justicia porque su coche adelantó al del finlandés por el exterior de la pista pero no entiendo que otros que incumplieron la norma no recibieran ningún castigo por ello. Puede que mereciera la sanción pero es un jarro de agua fría para pilotos como el holandés, que pueden pensárselo dos veces antes de arriesgar para dar espectáculo.
Max fue el piloto del día pero no el único que hizo vibrar a la afición. Tanto Hamilton como Vettel respondieron a lo que se espera de dos candidatos al título pero no podemos olvidarnos de otro de los protagonistas en Austin. Carlos Sainz tenía una buena papeleta para resolver con su llegada precipitada a Renault. El madrileño no cometió ningún error con un coche nuevo para él y se adaptó a una velocidad espectacular. Por si esto fuera poco, clasificó de forma brillante y aspiró a la sexta plaza tras realizar un adelantamiento tremendo a Pérez, que se defendió con gran agresividad y limpieza. La maniobra de ambos es un ejemplo para todos, los que lo intentan y los que se defienden.
La séptima plaza que logró el español era a la que aspiraba su compatriota Alonso. Fernando estaba firmando un fin de semana con un rendimiento muy competitivo que le llevó a entrar con solvencia en Q3 e inmiscuirse entre los Force India. Todo iba bien hasta que el motor Honda de su McLaren volvió a dar problemas. Parecía que iba a celebrar la renovación con un buen resultado pero fue con otro abandono más que no hace más que llenar de razones a un equipo que ha depositado todas sus esperanzas en un motor Renault que desfalleció en con Hulkenberg y Ricciardo.
No falló en el Toro Rosso de un Kvyat que pudo despedirse de la Fórmula 1 en tierras estadounidenses porque los de Faenza seguirán apostando por Gasly y el debutante Brendon Hartley, aunque el ruso puntuara en Austin y ni el francés ni el neozelandés sean una garantía de que podrán imitar a sus predecesores. Apuesta difícil del equipo italiano que podría perder la sexta plaza que todavía ocupan en un mundial de constructores ya ganado por Mercedes, que suma su cuarto título consecutivo, todos los disputados en la nueva era híbrida.