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A unas horas de que lleguen las reliquias del beato Juan Pablo II, el obispo Felipe Arizmendi dijo que los creyentes se sienten fortalecidos con la presencia de quien entregó su vida en bien de la humanidad. Lo anterior, expuso, contrario a las voces que señalan que se trata de una “enajenación piadosa”. “Prácticamente estamos recibiendo las reliquias”, dijo, al comentar en un escrito que aunque no faltan sectores a los que eso les es indiferente, “el pueblo percibe quien le ama, quien le lleva a Jesucristo y se vuelca en expresiones de cariño y gratitud”. Afirmó que “aunque algunos digan que esta peregrinación de nada sirve al país, que es una enajenación piadosa y transitoria, un consuelo estéril, el pueblo sencillo se siente fortalecido y consolado, cuando todo le es adverso e incierto”. Los pobres sienten la cercanía de Dios y de su Iglesia, “y no les importa desvelarse y caminar, hacer largas filas, con tal de estar cerca de quien consideran su pastor santo, quien desgastó su vida en bien de la humanidad, sobre todo de los marginados, como son los indígenas”, dijo. Recalcó la importancia de ese acto para la entidad que tiene una elevada presencia de población indígena, y recordó que Juan Pablo II habló a los indígenas. Refirió que en Quetzaltenango, Guatemala, el beato dijo que “la Iglesia os presenta el mensaje salvador de Cristo, en actitud de profundo respeto y amor. La obra evangelizadora no destruye, sino que se encarna en vuestros valores, los consolida y fortalece”. Llamó a los fieles a que al venerar las reliquias, pidan al beato que “nos ayude a adherirnos de corazón a Jesucristo, nuestro único Salvador, amar a los pobres y a los indígenas”. “Podemos pedir salud, paz con justicia y dignidad para la patria, pero sobre todo que seamos un México siempre fiel a su vocación cristiana”, agregó.