¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Mundotario escriba una noticia?
El hijo de Escobar, Santiago Marroquín, recientemente lanzó una línea de ropa con imágenes de su padre. Sr. Marroquín, quien vive en Argentina, dice que no vende las prendas de vestir en Colombia por respeto a las víctimas de su padre. Pero, al menos en Medellín, no es difícil encontrar camisetas con la cara de Escobar, o los colombianos que aún ven el fundador del cartel de Medellín como una especie de héroe dispuesto a comprarlos. "La gente realmente le gusta porque es como llevar una [imagen] de un Santo que tiene fe en", explica Jenny Zapata, quien vende Escobar con temas de las camisetas en el Pasaje Junín en Medellín. "La cosa es que algunas personas ven a Pablo Escobar como un tipo malo y otros lo ven como un héroe, como alguien que fue capaz de hacer las cosas que nadie más era capaz de hacer aquí en Medellín. Y un buen ejemplo es el barrio [barrio] construyó ", añade. (Más...) El debate que desató la historia en formato culebrón en Colombia sobre Pablo Escobar, genera controversias que abarcan cuestiones de piel, muchos familiares de víctimas que observan el fenomeno como un insulto a la memoria de los suyos mientras que en los barrios populares se mantiene una imagen mítica del que fuera capo del cartel de Medellín y supo articular un mensaje populista antimperialista, contraestatal, que rechazaba enfáticamente a la clase política, a la "oligarquía" colombiana entre otros sectores de poder que se habían enriquecido (y aún se enriquecen) gracias al comercio del narcotráfico. En ese sentido, la versión original en la que se basa la novela televisiva "El patrón del mal" nos referimos al libro "La parabóla de Pablo" registra un excelente estudio de la sociedad y la política de Estado que dieron vida no solo a Escobar sino a muchos de los jefes narcos de esa época. En ese sentido, la "lealtad" que sigue recibiendo por parte de los barrios populares no se le puede responsabilizar a la serie televisiva sino, por el contrario, refleja que evidentemente fue Pablo Escobar el que supo construir un Estado dentro de otro Estado en el cual atendía las demandas de los postergados y se legitimaba no solo discursivamente sino disputándole el monopolio de la violencia al propio Estado colombiano. Así como en los noventa nuestro, lo más semejante al Estado en los barrios marginales era el puntero político, en Medellín era Pablo Escobar la persona de fiar que podía resolverle las necesidades, era el "Patrón". Un especie de "caudillo" del narco. Que la contraprestación fuera en muchos casos convertirse en sicarios que respondían a la necesidad de él para obtener sus reditos de reconocimiento para disputarle el poder a una clase política corrompida y alejada de la sociedad es otra cosa que desde este post no defiende ni condena, los crímenes que se llevaron a cabo (no solo desde el narco, sino también la respuesta violenta en clave de "falsos positivos" que se siguen realizando con la venia yanqui) son desde ya repudiables no obstante, no hay que dejarse de cuestionar e indagarse cómo se llego a eso, por qué un bandido se populariza mientras el Estado no solo no realiza políticas transformadoras de fondo sino que encima reprime y estigmatiza. "Convertiste a mis hermanos en sicarios" dice la canción de la serie en la apertura, que no es más que legitimar un discurso que por un lado entiende a los sectores populares como una suerte de masa "influenciable" que puede subvertir el orden convertirse en horda barbarica (un tesis de principio de siglo propia de Le Bon) mientras que por el otro lado, le quita responsabilidad al Estado respondiendo a un proyecto social a una idiosincrasia neoliberal. Seguramente que como dice Salazar Alonso en su libro que el narcotráfico es hijo legítimo del neoliberalismo, un camino de ida que se fue perfeccionando su comercialización pues como mencionaba Natanson hace un par de semanas es inconcebible pensar que pueda existir un Escobar en la actualidad ya que existe una nueva lógica más descentralizada enmarcada en un nuevo orden geopolítico del narcotráfico. Volviendo, estas reflexiones me vinieron a la mente cuando me topé recién con el post de El Payaso Barricada donde socarronamente hacía mención de una visita de Binner a Colombia donde intercambió apreciaciones con el gobernador de Antoquia, pensé que era joda pero no. Casi como en una tomadura de pelo, el representante de la provincia argentina en donde más fuerte caló el narcotráfico en estos últimos años se fue a "intercambiar experiencias" con el gobernador de la tierra donde creció Pablo Escobar, en el país donde el problema del narcotráfico tiene un peso extraordinario y que se disputa cabeza a cabeza con México en cuanto al nivel de violencia que se supo construir, en esta oportunidad con anuencia y complicidad de los respectivos Estados. La diferencia está en que el negocio ha cambiado y no existen figuras de envergadura como Escobar al cual concentrar todos los males (que los hizo) y así limpiar de culpas a toda una sociedad que se ve enviciada y marcada a fuego por la violencia. No. Como el enemigo no es visible ni personalizado, el aniquilamiento de personas inocentes y los territorios liberados para que el narco haga ajuste de cuentas de una manera violenta y desmedida pasa a segundo plano. Para que esto suceda tiene que haber una política de Estado que avale y legitime la violencia. En ese sentido, los medios de comunicación es un generador de discursos ineludible, un constructor de sentido que en estos momentos lo vemos de una manera escandalosa donde el linchamiento hacia los portadores de cara es sinonimo de justicia y en consonancia ausencia del aparato estatal a la hora de proteger a la sociedad. Es en este sentido en que estoy de acuerdo con el blog trotskista donde asevera que "es una legitimación clasista... no es pos de una <<lucha contra la delincuencia>> sino por fortalecer el aparato represivo". Más allá de la lectura de clase, lo que se evidencia es la construcción de una criminalización social, de objetar el funcionamiento del monopolio de la fuerza estatal (considerandolo ausente) y de alentar a volver a (en término de Hobbes) un estado de naturaleza. No es casualidad que luego de la campaña de desprestigio hacia el anteproyecto de reforma del código penal surjan esta apología de la violencia y que los mismos voceros de la primera instancia (Massa, Macri) sean también los que adhieren al discurso represor mediático comentando que "la gente está cansada, desprotegida" y hay un "Estado ausente". ¿Por qué pasar de Escobar a los linchamientos? No es un desvarío, son caras de una misma moneda que motivará a desarrollarlo en otros post porque definitivamente encierra todo un cambio que se está desarrollando en la esfera cultural en la sociedad que se mantuvo oculto en su momento producto de una marginalidad y que ahora lo que podríamos denominar la maquinaria cultural, productora no solo de sentido sino de construcción de lo ético, lo admitido socialmente, está buscando una legitimación que apunta a una degeneración. ¿La estoy re flasheando, no? Igual la voy a seguir...