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Trece bailarinas que se agitan como chispas, que de lejos parecen una llamarada, amenazan con quemar a un diablo que danza en zancos, una tradición del barrio La Candelaria, que este fin de semana representó a Bogotá en el desfile inaugural del Festival de Teatro Iberomericano.
Hasta la ciudad de Bogotá se maquilló para el desfile inaugural del XIV Festival Iberoamericano de Teatro (FITB), que comenzó este fin de semana, y mostró un clima benevolente con un fuerte sol, que cayó de forma cenital sobre los bailarines, que saltaban por las calles.
"Me fascina, esto es una alegría total, nosotros representamos la Fiesta de las Candelas, una tradición muy bogotana en la cual el pueblo quema al diablo", dijo a la AFP Miriam Castellano, una mujer de 66 años, que practica tres veces por semana con su comparsa.
En la calle, el diablo, un joven subido en unos zancos escondido tras una expresiva máscara, jugó a esquivar a una decena de bailarinas vestidas como "candelas", que finalmente lo engullen. En tanto, una virgen de utilería baila en los hombros de otros miembros de la comparsa, como celebrando su triunfo sobre el demonio caracterizado con cola, pezuñas, en vez de patas, y sólo tres dedos en las manos.
Miles de bogotanos se apostaron el sábado en la Carrera Séptima, en el centro de la ciudad para ver el desfile, que abrió la comparsa carnavalera brasileña "Os Negoes" y que contó además con la participación con 36 comparsas colombianas, que representaron al país desde la costa Caribe, los llanos orientales, la dulzura de los ritmos del sur y las religiosidad de los Andes.
"Son 17 días de fiesta cultural, 17 días que dura el festival de artes escénicas en una ciudad de 8 millones de habitantes, el Festival Iberoamericano se mete en la ciudad", explicó a la AFP Ana Marta de Pizarro, directora del evento.
El festival, que se realiza cada dos años y fue declarado patrimonio cultural de Colombia a fines de 2013, contará en esta edición con la participación de compañías de 25 países, que presentarán 39 obras de sala y 11 de calle. En total se realizarán alrededor de 300 funciones de teatro para las que se esperan cerca de tres millones de espectadores, incluyendo los espectáculos callejeros.
Nicolás Murillo, toca el clarinete en la comparsa Zukundú, mientras le pide a sus compañeros que comparten una botella de ron, que no se olviden de pasarle "el líquido", acaricia una caracola, que adaptó para hacerla sonar como una vuvuzela, para marcar el inicio de la presentación "La cebra".
"La Cebra es una animal africano y polémico. En África los negros dicen que es negra con rayas blancas y los blanco dicen que es blanca con rayas negras. Nuestro mensaje es que a través de la cebra se pueden aceptar las diferencias, porque Colombia es un país pluricultural", dijo a la AFP Murillo, mientras una decena de bailarinas originarias de Chocó y Córdoba, en la costa Caribe, en el norte del país, se pintan a rayas.
El desfile recorre casi tres kilómetros hasta la Plaza Bolívar, el corazón de Bogotá, donde se juntaron todas las comparsas a bailar, al final de la fiesta.
"El teatro celebra la diversidad y eso es lo que muestra este desfile, por eso es tan importante recordar que el Iberoamericano es Patrimonio de la nación", señaló Víctor Quesada, miembro del equipo organizador del Festival, sobre el paso de las comparsas.
En la plaza, parejas de niños muy peinados que habían bailado joropos de los llanos orientales, una comparsa que llegó desde Ipiales, al sur de Colombia, a más de 500 kilómetros de Bogotá y un grupo de indígenas emberá, originarios de una zona cercana a la frontera con Panamá bailaron al ritmo de la batucada de "Os Negoes", que representó a Brasil, el invitado de honor de la fiesta.
"El festival siempre es el sitio donde las distintas culturas confluyen, se preguntan, se quieren, se cuestionan", concluyó la directora del evento.