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La Brigada Político Social (BPS), fue la policía secreta española durante la dictadura de Franco, encargada de perseguir y someter cualquier movimiento de la oposición al franquismo
Es incomprensible que hoy aún haya voces favorables a las acciones criminales que los torturadores del régimen franquista llevaron a cabo, pretendiendo justificar el dominio de la fuerza sobre la razón en nombre de unos principios y de unos valores que jamás podrían ser legitimados bajo ningún concepto.
El poder y la fuerza que bestias inhumanas como González Pacheco (Billy el Niño) y otros de su calaña obtuvieron del régimen fascista para imponer medidas represivas a base de torturas despiadadas y salvajes, nunca podrá tener otra calificación en una sociedad justa y libre que la de barbarie, brutalidad o fiereza gratuita. Y es por ello, que ahora se hace necesaria una intensificación de la hostilidad contra estos hechos, contra ese caudillo de la supresión de libertades, la eliminación de los derechos y la abolición de la democracia, y contra sus perros fieles y asesinos.
¿Por qué se tiene tanto miedo en este país a conocer la verdad? ¿Por qué tanta prevención ante la necesaria memoria histórica, por parte de los herederos de la dictadura? ¿Por qué no se estudia en las escuelas nuestra historia real; lo que pasó y por qué, cómo y quiénes lo originaron? ¿Miedo, vergüenza? ¿Repulsión, acaso, en lo más profundo de sus corazones? Infamia, ultraje, abominación y degradación de una virtud que nunca tuvieron y por eso reglamentaron con un despotismo extralimitado.
La extrema violencia policial con que desarrollaban su labor opresora está recogida en las declaraciones de los represaliados durante la dictadura. La humillación, el debilitamiento físico y el exabrupto psicológico contra los detenidos eran sus destrezas habituales.
En el período que va de 1938 a 1951, el control de la información estuvo en manos de los falangistas, obedeciendo siempre a criterios totalitarios en un auténtico servilismo al poder personal de Franco, exaltando hasta lo inverosímil el culto a su personalidad. Tanto fue así que el control a la libertad se basó en una única y principal finalidad; hacerle cómodo el poder a Franco. ¿Cómo? Dos caminos había: comulgar con la dictadura y sus atropellos o, la paz de los cementerios.
El cartulario de la BPS estaba basado en el modelo nazi, acreditando una atención sistemática sobre todos los enemigos sospechosos del Estado. Todos y cada uno de los casos políticos caen siempre dentro de la Brigada Político Social, que actúa bajo las órdenes del Jefe Superior de Policía. El interrogatorio de un prisionero podía incluir el uso de artefactos crueles de tortura para forzar las confesiones.
Aún tenemos que oír torpezas como las que el exministro Zoido soltó en el Congreso cuestionando los testimonios de las víctimas de este aberrante monstruo
Uno de los policías que destacó por sus métodos violentos durante los interrogatorios en la sede de la Dirección General de Seguridad fue González Pacheco, que llegó a convertirse en el número dos del comisario Conesa en la BPS. La entrega a su trabajo contrastaba con las actitudes más impersonales de los otros agentes. Billy el Niño era de los pocos que se identificaba ante sus víctimas, y lo hacía como otro método intimidatorio más, sabedor de su fama cruel cuidada.
Y aún tenemos que oír torpezas como las que el exministro Zoido soltó en el Congreso cuestionando los testimonios de las víctimas de este aberrante monstruo del mal, cuando Pablo Iglesias le preguntó durante la sesión de control si el Gobierno había valorado retirarle al inspector de la BPS la medalla de plata al mérito policial que posee desde 1977. Pero la pregunta es por qué el PSOE no lo hizo antes, cuando gobernó. Tal vez por eso Podemos es la fuerza política que más atemoriza y merma la arrogancia y la soberbia de las derechas de este país.
Las torturas, las amenazas y los insultos a los que González Pacheco sometió a sus víctimas han quedado patentes gracias a la valentía que Iglesias demostró en el hemiciclo leyendo los relatos de cuatro damnificados, porque como es habitual, en España desconocemos la mayoría de los acontecimientos históricos que aquí han acaecido. Todavía hay interesados en esconderlos.
El nuevo Gobierno de Sánchez, parece tomar conciencia de esta infamia y podría retirar las medallas y condecoraciones sobre las que discrepe concedidas por el anterior gobierno y el Ministerio del Interior. Entre ellas, la más polémica, la concedida en 1977 al torturador González Pacheco, que incrementa su pensión en un 15% de manera vitalicia. Pero ahí no debe acabar, un torturador como este debe pagar también penalmente por su iniquidad.
El hecho de que rechacemos el comportamiento criminal de alguien, por muy del pasado que sea, no significa que estemos en rebeldía total contra el sistema. Es más bien una súplica de justicia, pues los crímenes contra la libertad, la integridad y la vida no prescriben.