El ser humano es por excelencia el mejor depredador de la naturaleza, el más temible y podría decirse de mayor crueldad. Generalmente las fieras cazan para alimentarse, pero el hombre lo hace, además del alimento, por placer.

Los depredadores estudian a sus presas, ya sea por instinto animal o por inteligencia humana. Saben sus costumbres, hábitos, fortalezas y debilidades. En un principio utilizaban algún arma como arco y flecha, pero con los años se fueron perfeccionando hasta entender que era más práctico tener a sus presas en cautiverio. En corrales y criaderos.

Hace algunos años que el deporte de la caza esta prohibido y además es causa de indignación por parte de las sociedades por razones del exterminio que hubo con muchas especies de animales en extinción, de manera que hoy día es repudiable esa práctica aun para los mismos reyes de algunas naciones.

Sin embargo los aficionados a la caza no han desistido en sus intentos de cazar a sus presas. Quizás ya no se trate de aquellos pobres ciervos de largos cuernos que adornan cabañas, pero si pueden cazar nuevas presas, algunas con un fusil con mira telescópica, con drones de caza automática, o lo último.

Se trata de una caza muy peculiar, y no se hace precisamente con armas convencionales. Pero si es importante saber cuales son los blancos. Se trata de una presa que causa cierto desorden en las cuentas bancarias de muchas instituciones del mundo. Estos seres son hombres y mujeres con una terrible y malvada costumbre de trabajar toda una vida, esforzándose por largas horas de sacrificio aportando una gran suma de dinero para que algún día cuando se retiren puedan obtener una buena jubilación un tanto de privilegio para pasar el resto de su vida en la tranquilidad de una buen y cómodo estándar de vida.

También estos malvados señores y señoras de larga vida, se preocuparon en hacer suculentos aportes para contar con una buena obra social pues en caso de sufrir problemas de salud, poder contar con la mejor medicina.

Estos señores y señoras de "buen vivir" tuvieron el tupé de sobrepasar la vida media en el cálculo que hacen los "cazadores modernos" en cuanto a la edad en que se deben morir. Los que antes morían a los setenta, ahora sobrepasan los ochenta, noventa y hasta cien años. 

El daño que producen en las cuentas bancarias de la economía mundial los obliga a tomar una triste decisión. Y se trata justamente de cazarlos. Si, como a una presa. Tal como antiguamente se cazaban los elefantes o jabalíes. Solo que en esta operación del siglo veintiuno las armas son más sofisticadas.

Los "cazadores" se ocuparán de ellos hasta exterminar esa plaga.

Quizás una epidemia podría ser un arma letal. La caza se vuelve excitante para estos cazadores de la era moderna. Todo tiene que ser tan sutil y con la precisión de un bisturí, Un juego también podría decirse. Una guerra biológica, o un virus programado. Todo es cuestión de esperar. El cazador acecha y las presas ya están en su trampa. Todo fue silencio, el mundo no guardó su luto. Los que mueren llevan el delito de haber cumplido sus fieles aportes.      

  Carlos Polleé