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Cuando la derecha más troglodita vuelve a las andadas retomando prácticas incendiarias de décadas pretéritas, ante las elecciones municipales los candidatos progresistas deben proclamar al unísono su defensa de los derechos fundamentales y la más radical condena contra la involución fascista
Desde la instauración de los primeros ayuntamientos democráticos en 1979, los comicios municipales de mayo de 2019, serán las doceavas elecciones que se celebran en el ámbito local, y cuando faltan solo 20 semanas para ello, su relevancia hace que con anticipada antelación circulen a través de la mass media diversidad de datos demoscópicos sobre la intención de voto, aun cuando a estas alturas más de la mitad de los electores todavía no se tienen decantado sobre a quién votar.
En las elecciones municipales anteriores, celebradas el 24 de mayo de 2015, las urnas constataron que la mayoría de la sociedad española quería acabar con el modelo tradicional de "hacer política municipal", tal fue así, que los dos principales partidos que en alternancia gobernaron los consistorios desde la transición, llegaron a perder en aquellos comicios 3 millones de votos y más de 4000 concejales, resultados que por su marcada contundencia evidenciaban el declive del bipartidismo, que además de derrotado retrocedía inclusive en sus feudos más inquebrantables.
Aquella hecatombe electoral facilitó la entrada en escena de una nueva forma de hacer política que bajo la denominación común de Ayuntamientos del Cambio, los integrantes de la nueva tendencia demostraron con hechos ser eficientes gestores de lo público, pues además de aplicar modelos de gobierno para la ciudadanía, lograron bajar la deuda pública al renunciar a gastos superfluos, suprimir dispendios en protocolos y publicidad, al igual que con la total supresión de los “excesos faraónicos” de sus antecesores.
Consecuciones alcanzadas con escrupuloso respeto a la legalidad y a pesar de los impedimentos legislativos del Ejecutivo de turno, que además de limitar la autonomía municipal impuso serios obstáculos económicos en línea a impedir los necesarios procesos de transformación.
Razón más que sobrada para renovar en los comicios que se avecinan la confianza en quienes con su eficiencia e integridad ganaron tan merecido reconocimiento.
Es por eso que cara a los comicios del 26M, los electores, antes de emitir su voto, en consecuencia, deben tener presente que fue ese mismo bipartidismo, con sus gobiernos de alternancia, los que desde la Transición obstaculizaron toda posibilidad de acceso a cambiar las cosas en ventaja del interés general, no importándoles perder la legitimidad obtenida en las urnas por incumplimiento de los compromisos contraídos, con la exclusiva finalidad de gobernar para las élites e intereses espurios en detrimento del bienestar del conjunto de la ciudadanía.
Total actitud de desprecio por parte de quienes alejados de todo código de conducta no repararon en quebrantar sus compromisos electorales sin importarles lo más mínimo socavar el patrimonio público y que los directos afectados por sus indolencias y trapicheos se vieran obligados a vivir económica y socialmente al límite de sus posibilidades.
Ante este embate de marcada reactivación fascista, las fuerzas progresista concurrentes deben confluir en respuesta ante esta amenaza involutiva
Bastando para refrendar lo dicho la reciente sentencia del Tribunal de Cuentas, que a demanda de la actual Alcaldesa de Madrid Carmena, condena a su antecesora en el cargo Ana Botella (Partido Popular) por el grave hecho de malvender de forma irregular viviendas públicas a fondos buitre “sin pliegos, sin concurrencia, sin realizar una tasación inicial y con precio de venta inferior al mínimo jurídicamente exigible”.
Siendo de significar para mayor nivel de escándalo, que la empresa de la que es consejero José María Aznar Botella, hijo del ex presidente del Gobierno y la ex alcaldesa en cuestión, "está directamente relacionada" con el fondo buitre Blackstone y las sociedades instrumentales que compraron a “precio de rebajas” las referidas viviendas.
No debe entenderse por tanto como aleatorio el hecho de traer a colación las maniobras delictivas desarrolladas por este clan familiar a la sombra de la administración pública y cuya continuidad quiere prorrogar ahora el ex mandatario retomando el control político de la derecha española.
Por tanto al hilo de los hechos, cara a los comicios municipales del 26 de mayo, nadie en sus cabales debe dejarse influir por los mensajes subliminares de quien dice estar dispuesto a apadrinar un gran pacto de gobernabilidad de la derecha, es decir, entre el PP, Ciudadanos y Vox, un triunvirato que disfraza sibilinamente de solución a través de su fundación FAES( financiada igualmente con fondos públicos), que utiliza para la ocasión como altavoz de agitación y propaganda contra las fuerzas democrática que en intencionada descalificación viene a denominar “extremismo de izquierdas”
Ante este embate de marcada reactivación fascista, las fuerzas progresista concurrentes deben confluir en respuesta ante esta amenaza involutiva estableciendo un tratado entre candidatos, rubricando no pactar con formaciones de extrema derecha ni partidos que gobiernen gracias a su apoyo, que además debe incluir su reafirmación de los derechos de las minorías, la puesta en valor todo lo relacionado con la laicidad, la multiculturalidad y el feminismo, y su defensa a los derechos fundamentales de la ciudadanía, entendido todo ello como un compromiso de reafirmación democrática, .
O lo que es lo mismo, una condena contra todos aquellos que avivan el odio utilizando discursos retrógrados y nostálgicos del pasado dictatorial