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El recurso al concurso de acreedores como vía para la reflotación de empresas viables
En los tiempos que corren de crisis generalizada, cada vez es mayor el número de empresas que entran en concurso de acreedores. Por desgracia, un número de ellas no conseguirá el objetivo y se verán obligadas a acabar en quiebra y cerrar la empresa, pasando los trabajadores a engrosar las famosas listas del paro. Pero no todo van a ser malas noticias, también habrá empresas que saldrán airosas del proceso, después de mucho sacrificio, y podrán dar continuidad con la actividad empresarial, tras haber negociado con los acreedores con el quita y espera, un mal menor con el que se pretende aplazar el abono de las deudas. La vía más utilizada en la antigua quiebra y suspensión de pagos.
El concurso de acreedores es el camino para conseguir la continuidad de una empresa en estado de insolvencia, siempre y cuando sea viable o, lo que es lo mismo, que esté capacitada para seguir actuando, cubriendo gastos y liquidando la deuda contraída con los acreedores. En el caso de que la empresa concursada no sea viable, el único camino es la liquidación y quiebra.
Presentar un concurso de acreedores no es sinónimo de fracaso
El concurso de acreedores lleva aparejado ajustes en la plantilla de trabajadores. Si tenemos en cuenta que los empleados de una empresa son una parte esencial para el mantenimiento de la actividad, es obvio que se debe cuidar al máximo sus intereses y derechos. Un buen clima en la plantilla, a pesar de la situación difícil que se atraviesa, es fundamental para conseguir los objetivos y evitar la posibilidad de que se declaren en huelga. Una de las cuestiones prioritarias es la de asegurar el pago de las nóminas.
Presentar un concurso de acreedores no es sinónimo de fracaso si no más bien, el medio para evitar que una empresa viable, cierre y los trabajadores acaben en el paro.