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El Conservatorio Nacional de Música ha formado, a lo largo de casi 145 años, a muchos de los más ilustres exponentes de la música en México, institución en la que impartieron cátedra compositores como Manuel M. Ponce, Daniel Castañeda, Vicente Teódulo Mendoza, Silvestre Revueltas y Carlos Chávez, entre otros. El 1 de julio de 1866 se hizo la solemne inauguración de cursos de esta institución, cuyo nombre era Conservatorio de Música de la Sociedad Filarmónica Mexicana. Tenía una planta docente compuesta por 14 maestros, a cuyo cargo se encontraba la enseñanza de diversos instrumentos como piano, cordófonos de arco y algunos aerófonos, además de materias básicas como canto, solfeo, armonía, composición, estética, historia del arte, historia de la música, acústica, anatomía e idiomas. La institución logró un creciente auge, al grado que a una década de su fundación el plan de estudios incluía ya la enseñanza del arte dramático en su propia sede y la influencia pedagógica del modelo francés del Conservatoire de Musique et Declamatión de París, fundado en 1795, fue determinante para ello. Durante esta etapa, la participación conservatoriana en la vida académica, artística y cultural de la capital mexicana fue muy intensa, ya que maestros y alumnos tomaban parte periódicamente en múltiples conciertos. Se trataba de presentaciones organizadas en estrecha colaboración con instituciones como la Escuela Nacional Preparatoria, la Escuela Nacional de Bellas Artes, la Escuela Nacional de Jurisprudencia, la Escuela de Comercio y la Escuela de Artes y Oficios. Sin embargo, esta etapa floreciente concluyó justo con la desaparición de la Sociedad Filarmónica, en 1876. En el último cuarto del siglo XIX, la vida conservatoriana fue objeto de transformaciones fundamentales. Fue nacionalizado el plantel a partir de 1877, por decreto presidencial, extrayéndolo de la órbita de la Sociedad Filarmónica. Para 1876 se impartían 42 materias de diversa naturaleza, y luego de ser declarada escuela nacional el 25 de enero de 1877 sufrió la supresión de las clases de declamación, así como de otras vinculadas con la música. El movimiento revolucionario de 1910 trajo a la institución momentos de intranquilidad y zozobra. Primero cuando el gobierno de Victoriano Huerta ordenó la militarización del plantel, lo que conllevó la adopción de un régimen cuasi-castrense al interior del mismo. Posteriormente, el gobierno carrancista ordenó la suspensión por varias semanas de sus clases y, finalmente, derivado de la inestabilidad política en el país, atravesó por un periodo permanente de indefinición administrativa. Lo anterior, ya que la institución pasó a depender alternativamente de la Secretaría de Instrucción Pública, de la Dirección General de Bellas Artes, del Departamento Universitario y de Bellas Artes y, temporalmente, de la Universidad Nacional de México, fundada en 1910. Con la obra de sus destacados maestros, el Conservatorio Nacional de Música pudo inscribirse dentro del sendero que auguró el desarrollo de un movimiento en pro del sentir nacionalista nunca antes visto en el ámbito musical. Además, la estructuración misma de los estudios profesionales en el Conservatorio se vio nutrida con nuevas materias y, principalmente, contenidos programáticos tendientes a fortalecer, a partir de entonces y por buen tiempo, el conocimiento sobre la riqueza folclórica de México. La gestión de Carlos Chávez al frente del Conservatorio de 1928-1933 tuvo especial relevancia, pues desde ese cargo dirigió proyectos para coleccionar música folclórica. Docencia, investigación y difusión, pilares de la práctica universitaria, fueron los ámbitos a través de los cuales Chávez laboró: en la docencia, mediante el estímulo a las carreras de compositor, director de orquesta y profesor especializado en la enseñanza musical en sus diferentes modalidades. La generaciones posteriores tendieron a subrayar la relevancia y conciencia de la función social del arte: música para las masas, sería la nueva divisa en el México cardenista, que tanto en el plan de estudios conservatoriano de 1937, como en el decreto relativo a la socialización de la enseñanza musical en la educación básica de ese mismo año, tuvieron su principal materialización. Al final de la década de 1940, y gracias al impulso visionario del propio Carlos Chávez, fue creado en 1947 el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, organismo al que quedaron sujetos los planteles de educación artística profesional como el propio Conservatorio. Fue en 1949 cuando el gobierno federal, a través de la Secretaría de Educación Pública y del propio INBA, dotó al Conservatorio de amplias instalaciones construidas ex profeso para sus tareas académicas, ubicadas en el plantel que hasta la fecha es sede conservatoriana: en Presidente Masaryk 582, en la colonia Polanco. A partir de entonces las principales tendencias de la enseñanza artística en el Conservatorio Nacional de Música de México no han sufrido importantes transformaciones; sin embargo, sí las ha sufrido el proceso de profesionalización de la enseñanza musical conservatoriana. Actualmente, el Conservatorio Nacional de Música cuenta en sus instalaciones con el Auditorio Silvestre Revueltas, un foro que ha sido esencial para el desarrollo académico y profesional de los alumnos de esa institución, a través de sus conciertos, recitales y veladas operísticas, el cual fue remodelado hace algunos años. Esto representó un importante beneficio para el aprendizaje de los estudiantes, quienes disponen ahora de un escenario con las condiciones técnicas requeridas para su formación musical. Cabe mencionar que personalidades del canto y la música han dejado su impronta en este escenario, destacando en tiempos recientes los conciertos que ofrecen diversos grupos artísticos del INBA, la Orquesta de Cámara de Bellas Artes, Concertistas de Bellas Artes y la Orquesta Sinfónica Nacional, por mencionar algunos.