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El último escándalo que salpica a la monarquía española debería servir para reflexionar seriamente sobre la necesidad de convocar un referéndum monarquía-república, que en su momento fue negado a los españoles por Adolfo Suarez
Que Juan Carlos maltrataba a Sofía ya lo contaban los soldados de la Guardia Real al salir de la mili antes de que llega a ser Rey de España, como sus escapadas nocturnas en moto por las calles de Madrid y otras muy variadas y suculentas historias.
Que Juan Carlos intervenía en el mundo empresarial ejerciendo tráfico de influencias lo demostró en su día cuando un grupo de empresarios le regalaron al entonces Rey de España el yate Fortuna.
Los escarceos y las licencias amatorias del entonces Rey se conocían en todos los medios internacionales como escándalos mientras la prensa española guardaba un silencio sepulcral en complicidad con la Casa Real.
Desde la reinstauración de la monarquía en España se han venido haciendo encuestas sobre el grado de popularidad del Rey y a su vez se han hecho campañas de publicidad encubierta a favor de la Casa Real, sobre todo después de cada escándalo protagonizado por Juan Carlos o algún miembro de su familia.
Todo ello ha servido para darle confianza y tranquilidad a una forma de gobierno que había sido impuesta tras la muerte de Franco como una garantía de continuidad de su régimen.
No hay que olvidar que Franco se alzó en armas contra la República y si no reinstauró la monarquía inmediatamente después de la guerra, fue precisamente porque el titular de la corona española entonces –Juan de Borbón, padre de Juan Carlos-- no gozaba de sus simpatías, ya que lo consideraba un “fanático derechista” y un “cambiachaquetas”.
Pero tampoco hay que olvidar, que después de algunos tira y afloja entre Franco y Juan de Borbón, en 1947 se promulga la Ley de Sucesión de la Jefatura del Estado en la que Franco se reserva el derecho a designar a su sucesor “a título de Rey o de Regente”.
La transición se hizo a correr y ahora nadie quiere rectificar sus errores
Referéndum: Franco quiso hacer partícipes a los españoles en la aprobación de la Ley de Sucesión, que si bien le concedía la Jefatura de Estado de forma vitalicia, también le autorizaba a reinstaurar la monarquía al designar a su sucesor a título de Rey o de Regente del reino de España, así que celebró un Referéndum para zanjar el asunto, con una participación del 88.6% en el que el 93% dio su consentimiento.
De esta forma se cerraba el paso a la reinstauración de la República y se imponía vía referéndum la de la monarquía española, en una de las primeras Leyes Fundamentales del régimen de Franco.
Es realmente significativo que años después en el momento de la transición no se celebrara un Referéndum sobre la forma de Estado y se “asumiera” la legitimidad de la sucesión encarnada en la monarquía impuesta por el franquismo.
Una monarquía corrupta que nunca dejó de ser cómplice de los crímenes del franquismo y que siempre ha estado al servicio de la oligarquía dominante.
Lo realmente sorprendente es que los partidos de izquierda hayan claudicado ante la forma de Estado y hayan cerrado el paso a un posible referéndum cuando pudo haber triunfado la República (1977) condenando al pueblo español a la condición de súbdito, algo que siguen manteniendo desde el PSOE.
También es cierto que a buena parte de la ciudadanía española le es indiferente la forma de Estado y otra buena parte de ella presume de sus reyes, siempre a la cabeza de la prensa rosa y de los muchos programas televisivos, siguiendo la línea británica y de otros países europeos.
Así que Villarejo, buen conocedor de esta situación, trata de salvar su pellejo donde sabe que va a tener más audiencia y es precisamente en esa masa de defensores de la monarquía que darán rienda suelta a sus lenguas.
@ordosgonzalo
gonzalo alvarez-lago garcia-teixeiro