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Por Columba Arias Solís
El pasado miércoles 28 de abril tuvo lugar el debate entre los aspirantes al gobierno michoacano, organizado por el Instituto Electoral del estado de Michoacán, y al que se presentaron los seis candidatos contendientes, quienes en el ejercicio coordinado por el órgano electoral repitieron una parte de las propuestas que ya en sus diversas presentaciones y en sus mensajes publicitarios han venido ofreciendo a los potenciales electores.
En el señalado ejercicio difícilmente podía haber novedades, habida cuenta el formato diseñado y además el número de candidatos, que dificultaron un verdadero intercambio de puntos de vista, confrontación de ideas, interpelaciones y respuestas.
Más allá de las militancias que aplauden y consideran que sus candidatos resultaron ganadores, para los demás espectadores el debate resultó ser ?como en otras ocasiones- una pasarela acartonada, donde cada quien recita su monólogo. Difícilmente puede haber un triunfador cuando repiten hasta el cansancio todo aquello que ya se hizo del conocimiento vía los medios publicitarios. No hubo entonces en este debate, alguna novedad que lo destacara de entre otros que tanto en el estado como en el ámbito federal han tenido lugar.
No obstante que en México el debate no forma parte de la tradición política y electoral del país, -apenas se inicia formalmente en el año de 1994, con la participación de los candidatos a la Presidencia de la República de los partidos mayoritarios: Ernesto Zedillo del PRI, Cuauhtémoc Cárdenas del PRD y Diego Fernández del PAN-, sin embargo desde entonces y cada seis años se han venido efectuando estos ejercicios, así sucedió en el año 2000 también con la participación de Vicente Fox, nuevamente Cárdenas y Labastida.
Ya para la elección presidencial de 2012 el Código Federal de Procedimientos Electorales, convirtió los debates en obligatorios para los candidatos presidenciales, de acuerdo a lo señalado en su artículo 70, replicándose en las diversas entidades de la República entre los candidatos a gobernadores.
Precisamente para las elecciones presidenciales de 2012, el entonces Instituto Federal Electoral organizó dos debates entre los candidatos, por cierto en el primer debate realizado en la capital del país, el candidato que a la postre sería el ganador de la elección, Enrique Peña Nieto, se comprometió a que el gobierno apoyaría a los emprendedores, habría mejores empleos y mayores salarios, retomaría el rumbo del crecimiento económico y brindaría a los ciudadanos paz y libertad; así mismo destacó en sus propuestas la eliminación de cien diputados y 32 senadores, la reforma energética y una Comisión Nacional Anticorrupción integrada por los ciudadanos, varias de estas propuestas siguen en la lista de espera.
En el caso del Estado de Michoacán, desde el año 2001 se estrenó el famoso debate, organizado entonces por los organismos empresariales y para los candidatos a gobernador del Estado, lo que en realidad consistió en una pasarela, en la que de inicio dieron a conocer las generalidades de sus propuestas, y a la que agregarían también la presencia de las esposas de los entonces contendientes, quienes se vieron obligadas a subir al podio para hablar de sus programas de trabajo!!
De acuerdo con el Diccionario Electoral, el debate político es una confrontación de ideas, planteamientos y programas partidistas, entre candidatos a cargos de elección popular, para desvirtuar los puntos de vista de los contrincantes y dar sostén a sus propuestas frente al electorado, procurando de esa manera allegarse las simpatías de los electores y consecuentemente, los votos en las urnas.
El debate suele ser considerado como una técnica, una herramienta importante para dar a conocer las propuestas de los candidatos en cualquier proceso electoral; de acuerdo con los estudiosos de las ciencias sociales, el debate debe servir para exponer los criterios contrapuestos y opciones diferentes, brindando la oportunidad de ejercer un juicio crítico para escoger la mejor alternativa, empero si como señala Luis E. Proaño, "los votantes tienden a decidir a base de actitudes emocionalmente enraizadas, a ciegas lealtades partidistas que les impiden abandonar posiciones ya tomadas, sin aceptar nuevos cuestionamientos y alternativas que no sean las tradicionales", luego entonces, ¿para qué nos sirven los debates?
Siguiendo el razonamiento de Proaño, si "por naturaleza preferimos escuchar a aquellos con los que estamos de acuerdo, buscamos argumentos y evidencias que fortalezcan nuestras creencias y en consecuencia leemos, escuchamos programas de radio y vemos programas de televisión que están de acuerdo con nuestras opiniones e intereses, evitando consciente o inconscientemente todo tipo de mensaje que nos pueda recipitar a la duda, luego entonces ¿para qué nos sirven los debates?
Bueno, seamos opimistas, los debates nos permiten conocer mejor a los candidatos, comparar sus propuestas, tal vez sus cualidades humanas y con un poco de suerte, decidir nuestro voto.