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China defendió hoy su actuación en la detención de un responsable del gigante minero australiano Rio Tinto, acusado de "robar secretos de Estado", mientras la compañía negó las acusaciones de corrupción. "El caso Rio Tinto es un caso individual y no afectará a la política de inversiones extranjeras de China o modificará el marco para las inversiones extranjeras de China", dijo un portavoz del ministerio de Comercio chino. "China siempre protegió de manera estricta los derechos de las empresas extranjeras" instaladas en su territorio, afirmó la fuente. El ‘caso Rio Tinto’ estalló el pasado 5 de julio, cuando el ejecutivo de la empresa en Shanghai, Stern Hu, fue arrestado por "robar secretos de Estado" y sobornar presuntamente a los directores de varias acerías chinas. Según Pekín, Hu habría sobornado a varios ejecutivos de empresas chinas para obtener información valiosa para las negociaciones sobre el precio del mineral de hierro con China. Las declaraciones del portavoz se producen después de que Rio Tinto calificara de "totalmente infundadas" las acusaciones de la prensa china contra Hu. Según el diario China Daily, Hu habría sobornado a 16 responsables de grandes acerías chinas implicadas en las negociaciones sobre el precio del mineral de hierro que Australia suministra al gigante asiático. El asunto ha provocado un aumento de la tensión entre Canberra y Pekín, en particular después de que el primer ministro australiano Kevin Rudd –gran conocedor de China y que habla mandarín- advirtiera de las consecuencias económicas que pueden suponer para la tercera economía mundial. China es el primer socio comercial de Australia y los intercambios bilaterales alcanzaron el año pasado 58 mil millones de dólares. Canberra teme que la detención de Hu sea una represalia por el veto del gobierno australiano en junio a la compra de Rio Tinto por parte de la compañía minera china Chinalco. El escándalo sobre los supuestos sobornos sale a la luz en medio de las conversaciones entre China y Australia sobre el precio del mineral de hierro, sobre el que las partes llevan discutiendo nueve meses sin llegar a un acuerdo. China reclama una rebaja del 45 por ciento sobre el precio de 2008, mientras que Australia ofrece un descuento del 33 por ciento.