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Mientras en este país los representantes del estado. Es decir; aquellos que la gente votó para proceder en las acciones más importantes de la Nación en cuestiones del bien común para cual fueron designados, no entiendan una cosa muy básica
Como por ejemplo, entre tantas otras, la diferencia entre un sujeto que sale a delinquir y otro que sale a trabajar o a rebuscar honestamente su sustento. Si no hay un buen discernimiento en estas cosas tan naturales, creo que es en vano discutir otros temas muchos más complejos, como la economía, política, religión y una infinidades de temas.
Porque la falta de poder entender esta problemática social, deja a las claras que los intereses políticos de dicha gestión esconden falacias, intensiones oscuras, deslealtad en la utilización de los barras bravas y delincuentes comunes para sus fines políticos.
Y esto no se trata de que un gobierno deba tratar con mano dura para combatir el delito, ni asesinar a los malechores, encarcelarlos a cadena perpetua, ni nada de todo eso que generalmente pide la sociedad a gritos.
Simplemente se trata de entender. Diferenciar. No es lo mismo un sujeto que salga en busca de su sustento y el de su familia honestamente, así sea que para ellos deba revolver la basura, juntar cartones o realizar changas, que aquel sujeto que sale a delinquir.
El delincuente no solo expone la vida ajena, sino su propia vida, no solo no tiene futuro, sino que arrastra consigo a otros que se van iniciando en las mismas prácticas para luego terminar en una cárcel, o asesinado por algún particular, la policía o algún otro delincuente.
Si el estado no sabe diferenciar esto, y continúa creyendo que el que delinque lo hace por pobreza, por necesidad, porque es marginado etc. No esta preparado para gobernar una Nación.
Ignora voluntariamente que tiene un grupo de la sociedad que esta en riesgo, que necesita atención diferencial, así sea que si es necesario deba estar en una prisión. Pero no puede estar junto al resto de la sociedad.
El que es pobre no intenta robar cuando esta ante la necesidad, no quiere poner en riesgo su vida sabiendo que sus hijos lo necesitan y prefiere realizar cualquier tarea para ganar unos pesos sabiendo que de algún modo ganará unos pesos y podrá compartir un poco de comida con sus hijos. El delincuente solo piensa en robar, drogarse, o malgastar lo poco que le corresponde de algún botín. No le importan sus hijos, porque si así fuera no pondría en riesgo su vida sabiendo que puede ser abatido.
El delincuente necesita atención especial, no basta conque desde el estado le tengan "lástima" mientras continúa su vida delictiva sin ningún futuro que no sea terminar muerto o preso.
Lo que hace el estado es abandono de personas, tanto del delincuente que deja sin un tratamiento, como del resto de la población que vive bajo la amenaza de ser asesinados, violados o despojados de sus bienes.
El garantismo, abolicionismo o como quieran llamarlo, es una gran mentira. Porque lo que hace es poner una venda en los ojos de quienes tienen responsabilidades para tratar estos temas y despojarlos de las todas las herramientas porque el ideólogo de este sistema de "justicia" se cree Caperucita Roja, y piensa que al delincuente lo puede tener en el comedor de su casa, o en su jardín como un adorno.
No es así señores, el delincuente esta dañado, su adrenalina le exige peligro, las cárceles lo transforman en un monstruo peligroso porque pocos se rehabilitan con ese sistema carcelario obsoleto.
Entonces se necesita mucho trabajo y mucha contención, porque la delincuencia es un callejón sin salida en el cual al carecer de un retorno a la normalidad, el delincuente se ve obligado a sobrevivir en un sudmundo de violencia donde todas sus aspiraciones se ve reflejada en el daño que puede hacer.
Nadie lo va a reconocer por otra cosa, porque todo lo que posee esta manchado por años de delinquir. El sujeto se siente grande y fiero como delincuente y hay quienes se lo fomentan dentro de su propio entorno y a esto se suma una serie de políticos y letrados garantistas que sacan buen rédito de esta situación del delincuente y, entonces cual romanos en el Coliseo lo aclaman como a su propio gladiador, el cual al fin tendrá que morir. Pero tranquilos porque les ha dejado su prole, para que puedan seguir sacandoles réditos; porque los hijos de los delincuentes también quedan sin futuro si solo se ven reflejados en la imagen que les dejó su padre.
Carlos Polleé