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La primero desaparición y después tras confirmarse explosión interna y hundimiento del submarino argentino ARA San Juan pone a las claras los riesgos de la navegación submarina y las terribles dificultades y amenazas que penden sobre los submarinistas de cualquier marina de guerra en el mundo
Ya cumplido un mes desde la consecución de la tragedia la película más fidedigna de los hechos parece haber transcurrido así.
Es el 15 de noviembre de 2017 el submarino de la Armada República Argentina, ARA, "San Juan" navega en inmersión, 70 metros de profundidad, en misión de patrulla a 430 kilómetros al este del argentino Cabo San Jorge en pleno Atlántico Sur. A las 10:30, hora local, el comandante del buque, capitán de navío Pedro Martín Fernández, informa a su base: -"Incendio en la planta de baterías de proa provocado por ingreso de agua de mar por el tubo del snorkel. Tripulación en buen estado, corto energía en baterías de proa y continuo navegación con circuito dividido".
Esto es, una vía de agua ha inundado el mamparo de baterías de proa del submarino, un diésel eléctrico común que usa las baterías para navegar en silencio y el diésel para cargarlas a periodos concretos, provocando un incendio. La vía de agua según la indicación del oficial ha tenido lugar desde el tubo de snorkel que el submarino usa para abastecerse de aire limpio sin salir a superficie.
Aparte de combatir el incendio la medida de apagar el bloque de baterías es la actitud lógica a seguir y seguir funcionando con las baterías de popa no afectadas, circuito dividido.
En ese primer momento todo parecía que pese a la urgencia en el submarino se mantenía la profesionalidad y la sangre fría para resolver el problema, y desde la base de Mar del Plata todo parecía que salvo un inconveniente mayor en la singladura el incidente no pasaría de ahí.
Sin embargo son las 10:52 cuando en el mamparo de baterías de proa una chispa eléctrica de origen desconocido incendia las muy inflamables nubes de gases de ácido sulfúrico de las baterías que la entrada de agua ha provocado la mezclarse con el electrolito y que inundan el mamparo. La explosión es brutal, destroza el submarino que sufre una implosión sobrevenida por la diferencia de presiones al abrir el estallido un boquete en el casco.
La deflagración es de tal intensidad que tanto la agencia de la ONU encargada de detectar pruebas nucleares la detecta junto con los sensores submarinos del directorio estadounidense destinado al mismo fin, aunque ambas agencias descartan la naturaleza nuclear de la explosión.
En esos momentos no se sabe, o no se ha confesado saberlo, pero el ARA "San Juan" acababa de esta estallar llevándose consigo a la eternidad a sus 44 tripulantes, entre ellos destacaba la teniente de fragata Eliana Maria Krawcyck primera oficial submarinista de Argentina y de hecho de toda Hispanoamérica, encargada de los sistemas de armas de la nave.
Al día siguiente se reconoce la desaparición del navío y aferrándose a la esperanza de que este todavía estuviera en activo, quizás dañado y a la deriva o sumergido en situación de emergencia, se iniciaba una operación de rescate contrarreloj.
La búsqueda fútil
Cuando la tarde del día 16 se dio la alarma por la desaparición del submarino, "submarino extraviado", es evidente que la falta de comunicación con el sumergible fue lo que desató la alarma en todos los estamentos de la Armada Argentina. Hay que reconocer que la solidaridad internacional fue total pues a la búsqueda de emergencia que iniciaba argentina se sumaban los EEUU, Chile, Brasil, Francia, Perú, Uruguay, Rusia, Colombia y el Reino Unido. Sumando 6 buques a los 12 que Argentina empeñaba en la búsqueda y cinco aviones de búsqueda a los 3 desplegados por Argentina, un total de 4.000 efectivos empeñados en esta.
La ayuda del Reino Unido, un avión y un buque de exploración, fue especialmente significativa más habida cuenta tras la Guerra de Malvinas, 1982, y que el resquemor argentino a lo británico, y viceversa, sigue estando presente. Con todo la tragedia anulaba las suspicacias y toda ayuda británica era bienvenida por mucho que se centralizase desde Port Stanley en las Malvinas, Falklands.
Desde España se enviaron vía aérea contenedores estancos para abastecer submarinos hundidos, en el entendido que el San Juan estaría posado en el fondo sin poder emerger y que podría ser abastecido de oxigeno, agua y alimentos hasta lograr su rescate. El envío de un buque de rescate fue descartado por la evidente realidad que la distancia a la zona haría inútil su concurso pues a tiempo de llegar el siniestro se habría resuelto de un modo u otro.
Con todo la voluntariedad y buenas intenciones de todas las naciones integradas en la búsqueda chocaba con la realidad del área a registrar, 420.000 KM cuadrados lo que equivaldría más o menos a toda la península ibérica, en un área de mar por naturaleza embravecido con olas de hasta nueve metros. Estos factores ya per-se anulaban la idea de que el submarino estuviera en superficie incomunicado, la hipótesis más esperanzadora pero quizás la más ingenua. De hecho el clavo ardiendo al que se agarraban tanto autoridades como familiares de los marinos es que el submarinos estuviera posado en el fondo, con su tripulación resistiendo economizando aire y energía y esperando que se les localizase pues por alguna anomalía no hubieran podido lanzar la boya de rescate que todo sumergible lleva a bordo y lanza en emergencia en una inmersión descontrolada y que dotada de una baliza señala la posición exacta del buque.
Las causas de la explosión parecen provocadas por una vía de agua en el mamparo de baterías de proa, el porque de la fuga es lo que se desconoce
Con todo el tiempo jugaba en contra pues la reserva de oxigeno del "San Juan" se agotaría el día 28 de noviembre y toda esperanza de rescatarlo se circunscribía a que se encontrara posado a menos de 250 metros de profundidad, la máxima en que puede realizarse un rescate submarino. Y eso contando que la desaparición había tenido lugar al borde de la plataforma continental, más allá de esta se abría el foso del Atlántico con profundidades de más de 3.000 metros.
Con esta esperanza y poco más se mantenía la búsqueda internacional de un modo frenético mientras los familiares de la tripulación se "quedaban sin santo al que rezar".
El día 23 la Armada Argentina confirmaba la noticia, la ARA admitía las explosiones detectadas por la agencias de la ONU y EEUU el día 15 indicaban sin duda una explosión interna que habría destruido el submarino, para consternación de familiares de los marinos y por ende de Argentina y de los submarinistas de las armadas de todo el mundo. El ARA "San Juan" se había hundido con toda su tripulación.
¿El estado del buque?
A posteriori del desastre, de este o cualquier otro, no dejan de surgir voces de enterados en "todología" que con toda celeridad han achacado el desastre al estado del buque dada su edad, fue botado 1985, y lo cierto es que esta edad es corriente en un buque de guerra y más en un submarino pues con las adecuadas mejoras, carenas y actualizaciones un buque de esta clase puede mantenerse en activo durante décadas sin perder su eficacia.
De hecho el "San Juan" salió de su última gran carena hace 3 años, la ceremonia en que volvía a servicio fue presidida por la entonces Presidenta de Argentina Cristina Fernández de Kichner, tras una completa reconstrucción pues en eso consiste una gran carena, en ella el buque es desmontado pieza a pieza reparado en todos sus parámetros y dotado de todos los repuestos nuevos y la tecnología más avanzada en cada campo desde las transmisiones a las baterías y demás con lo que sale de la obra un buque prácticamente nuevo.
Esta obra habría asegurado la operatividad del navío otros 25 a 30 años sin ninguna clase de riesgos, ahora bien no cabe duda que la perdida del sumergible se debió a un fallo técnico que permitió la entrada de agua dañando las baterías y provocando la explosión. Con todo este tipo de fallo podría haberle pasado tanto a un buque nuevo recien salido de los astilleros como a un navío veterano tras una gran carena, por tanto la edad del buque no es la respuesta que debemos buscar para dar una explicación al siniestro.
Con todo la sombra de la corrupción si aparece con cierto peso en las obras que se acometieron en el navío pues la gran carena se prolongó por cinco años en vez de los tres previstos, entre acusaciones de latrocinios, robos, desvío de fondos, malversación de presupuestos y corrupción con ello cabe la duda de preguntarse si la gran carena por la que pasó el ARA "San Juan" se hizo realmente como se debe. Aquí reside la cuestión.
Consecuencias inmediatas
Aparte la muerte de sus 44 tripulantes la perdida del "San Juan" deja a la Armada Argentina y a su fuerza de submarinos muy debilitada con solo dos sumergibles operativos, los ARA "Salta" y "San Luis" frente a un costa de 4.300 KM de Ushuaia a Uruguay lo que compromete en mucho la defensa nacional de Argentina y la operatividad de sus Fuerzas Armadas ya muy mermadas por carecer actualmente de cazas supersónicos en su fuerza aérea, con un ejército anticuado y con material arcaico y una armada con buques cada vez más viejos tanto los de superficie como los submarinos, de hecho los dos restantes son más veteranos que el mismo "San Juan".
Años y años de recortes presupuestarios en defensa han conducido a esta situación, una situación provocada por la nefasta dictadura militar, 1976-83, que despedazo internamente Argentina y reprimió salvajemente a su población además de embarcarse en una guerra por las Malvinas, aplaudida con entusiasmo por la población argentina que todo hay que decirlo, que acabó en derrota en la que salvo heroicas y sublimes excepciones especialmente en aviación demostró la mediocridad de los militares argentinos más habituados a reprimir que a combatir, y más frente una potencia mundial, en aquellos años.
Con ello no es extraño que la defensa nacional no estuviera entendida como una prioridad entre el argentino medio y que todo dinero "dado a los milicos" se considerase dinero perdido por lo que los presupuestos de defensa cada vez más entecos hayan dejado la operatividad de las Fuerzas Armadas Argentinas en entredicho.
De hecho la única medida concreta adoptada por el estado argentino hasta ahora ha sido cesar al jefe de la Armada y nombrar una comisión de investigación entre la que se cuentan marinos e incluso oficiales parientes de los marinos desaparecidos, es posible que esa afinidad familiar sirva para que esta investigue este siniestro hasta el final.
Quizás el único punto positivo de la tragedia sea que esta haya servido para humanizar a sus soldados, y a sus marinos en concreto, frente a su ciudadanía y sirva para salvar el abismo que separa a los civiles argentinos de sus ejércitos en aras de una verdadera reconciliación. Quizás, solo quizás este sea un efecto a futuro que haga pensar que la tragedia del ARA San Juan y el sacrificio de sus 44 tripulantes haya tenido su parte positiva. Todo está por escribirse.
El ARA San Juan se perdió a las 19 horas del 15 de noviembre debido a una explosión interna