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¿Para qué está diseñado el cerebro humano? ¿Para una sola tarea o para multiciencia?. Sin olvidar lo físico dentro de lo mental

16/02/2016 05:50 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Los últimos resultados de las investigaciones apoyan un modelo emergente de cómo el cerebro centra la atención en una tarea en particular, pero el cerebro en el núcleo reticular del tálamo puede controlar toda la información que recibe

 

El cerebro humano está diseñado para centrarse en una sola tarea cada vez, así que un exceso de información disminuye su velocidad de funcionamiento, asegura Larry Kim, fundador de la empresa de publicidad en línea WordStream.Pero tal teoría no es un dogma.

Kim explica que el neurólogo Earl Miller, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (el mítico MIT),   estima que el cerebro no está adaptado a la multitarea; es decir, cuando las personas piensan que están haciendo varias cosas de manera simultánea cambiando rápidamente de una labor a otra, cada vez que lo hacen, se produce una pérdida cognitiva.

Además, esta variación genera malos hábitos. Por ejemplo, cuando ejecutamos algo  pequeño —como enviar un correo electrónico o escribir un tuit, en medio de una gran tesis— recibimos una dosis de dopamina como recompensa. El cerebro quiere recibir más cantidades de esa sustancia y para obtener una recompensa rápida cambiamos de tareas.

Sin embargo, esta actividad favorece la formación de un  círculo vicioso adictivo: creemos llevarnos a cabo muchas tareas al mismo tiempo pero, per en realidad, resultan poco productivas. Además, la multitarea nos impide estructuralizar nuestro pensamiento o ignorar la información no relevante y eso afecta a la efectividad y calidad de nuestro trabajo.

Una investigación de la Universidad de Londres (Reino Unido) ha demostrado que el cociente intelectual (CI) de los examinandos que intentaban resolver varios problemas simultáneamente caía, como si hubieran pasado toda la noche sin dormir o hubiesen fumado marihuana. La multitarea también provoca la producción de cortisol, la hormona de estrés y el daño provocado por intentar abarcar demasiadas ocupaciones puede ser irrecuperable.

De hecho, otros científicos de la Universidad de Sussex (Reino Unido) han investigado los resultados de la tomografía por resonancia magnética de aquellas personas que, por ejemplo, prefieren ver la televisión y chatear al mismo tiempo y han descubierto que su cerebro, la parte delantera del cráneo, la zona responsable de controlar las emociones, funciona peor. De momento, no se sabe si tiene una densidad inferior en la multitarea provoca esos cambios o, al revés, son las personas con esta peculiaridad quienes prefieren desarrollar varios cometidos a la vez.

Los hallazgos ayudan a explicar cómo el cerebro presta atención a lo que es importante y cómo los circuitos neuronales pueden estar “rotos” en los trastornos de déficit de atención o el autismo.

Las múltiples y diferentes tareas de forma rutinaria y sin problemas.

Sugieren que el proceso se lleva a cabo por neuronas individuales del TRN que actúan como una “centralita”, que filtran continuamente información sensorial y deciden cuanta atención prestar o no a esa información.

En su investigación en ratones, descrita en la edición digital de la revista Nature, los científicos demostraron que las neuronas TRN, que han estado previamente implicadas en la disminución de las señales del cerebro en las personas, también eran menos activas cuando se llevó a los ratones a centrarse en –y responder a– un destello visual de luz para obtener una recompensa de leche. Por el contrario, cuando hicieron que los ratones prestaran atención a un sonido e ignoraran el destello de luz, los investigadores dicen que las neuronas TRN que controlaban la visión estaban más activas, surpimiendo las señales visuales con el fin de prestar más atención al sonido. Trabajos anteriores por el mismo equipo de científicos demostró que diferentes neuronas TRN controlaron sentidos específicos.

“Nuestros últimos resultados de investigación apoyan un modelo emergente de cómo el cerebro centra la atención en una tarea en particular, usando las neuronas en el núcleo reticular del tálamo como una centralita para controlar la cantidad de información que el cerebro recibe, limitando y filtrando la información sensorial a la que no quiere prestar atención”, dice el investigador principal del estudio y neurólogo Michael Halassa.

“Filtrar la información irrelevante es una función vital”, explica Halassa, profesor asistente de neurología y psiquiatría en la Universidad de Nueva York. “La gente tiene que ser capaz de centrarse en una cosa y suprimir otras distracciones para realizar funciones cotidianas como conducir, hablar por teléfono, y socializar.”

Según Halassa, la nueva investigación sienta las bases para los estudios cada vez más detallados sobre como el cerebro de los mamíferos presta atención a lo que es importante, y sobre todo cómo los circuitos neuronales se rompen en los casos de enfermedades de déficit de atención, como el TDAH, el autismo y la esquizofrenia.

Para el nuevo estudio, Halassa y sus colegas desarrollaron un experimento conductual en el que monitorearon la capacidad de los ratones para recoger con éxito una recompensa de leche, prestando atención a una señal luminosa o un sonido. La prueba, dicen, fue ideada para medir cómo la zona del cerebro conocida para controlar las funciones superiores del comportamiento, la corteza prefrontal, podría dirigir el foco en un sentido u otro.

Como parte de la prueba, los autores distrajeron a los ratones con estímulos opuestos: si el ratón estaba esperando un destello de luz para guiarle a la recompensa de la leche, los investigadores le distrajeron con un sonido, y viceversa. La distracción de los roedores disminuyó su capacidad para recoger la recompensa de comida, incluso si el estímulo de distracción se retiró después.

Al mismo tiempo, el equipo de investigación registró señales eléctricas de las neuronas TRN y también siguió el comportamiento de los ratones, mientras que al mismo tiempo inactivó diversas partes de los circuitos neuronales del cerebro con un rayo láser.

Encontraron que la inactivación de la región de la corteza prefrontal del cerebro, que se cree responsable de la toma de decisiones en las conductas complejas, interrumpió la señalización neuronal TNR y llevó a los ratones a tener éxito en la obtención de la recompensa de leche sólo cuando se les presentó específicamente señales de luz o de sonido.

Inactivar TRN, dejando las regiones corticales intactas, también disminuyó el éxito a la hora de conseguir la recompensa de comida.

Halassa dice que estos resultados demuestran cómo la corteza prefrontal es esencial para la realización de estas tareas de comportamiento y cómo esta parte del cerebro “almacena el conocimiento en última instancia, comunicado a TRN, para controlar cuánta información sensorial, visual o auditiva se suprime o no, y cómo el cerebro en última instancia procesa varias tareas”.

Estos resultados abren la puerta para estudiar con exactitud cuanta información irrelevante o de distracción pueden bloquear  o permitir, las neuronas TRN y como estos mecanismos quedan interrumpidos en modelos de enfermedad como el autismo.

 

El cerebro es un complejo mecanismo de una red de cien mil millones de neuronas que se activa con impulsos eléctricos, estimulados con oxígeno y glucosa que transporta la sangre: o sea: llevamos sobre los hombros el mejor gadget creado por la evolución natural; una brújula maravillosamente compleja y autopropulsada que marca el rumbo de nuestra vida.

La neurociencia, debería enseñarse a los niños en los Colegios en sus nociones básicas. Para conducirnos a nosotros mismos se nos da un cerebro rápido, incontrolado y sin Manual de Instrucciones.

En términos gráficos podemos imaginarnos nuestro pequeño cerebro como una selva inmensa de árboles y ramaje entrelazado y cada pensamiento sería como un mono juguetón que va de árbol en árbol, de rama en rama y que a veces se eleva muy alto y otras se equivoca y cae en el vacío. Para ver la imagen en su justa perspectiva, multipliquemos esos árboles cien mil veces su tamaño y disminuyamos el tamaño de los monitos en esa proporción, y ahora seremos capaces de imaginarnos la fiesta de chispazos que tiene lugar dentro de nuestro cerebro para realizar cualquier tarea o pensamiento.

La neurona selva exige que el cerebro se ejercite

Pues bien esa red neuronal es un regalo que cada persona tiene para poder pensar, actuar y disfrutar el mundo que nos ha tocado en suerte. Así como todo el mundo ejercita los músculos parece olvidarse que el cerebro hay que ejercitarlo también. Algo así como si cuidásemos solo la carrocería del coche y no nos preocupásemos de limpiar el motor, ponerle aceite, engrasarlo o renovarlo.

Por eso, el siglo XXI es la época de la gimnasia mental, de la activación del cerebro, pues si no lo cuidamos pronto sobreviene la degeneración, la muerte de neuronas, la esclerosis o acaso el alzheimer. Y no es difícil.

“Mens sana in corpore sano”, es un principio válido para la vida que desarrolla el cerebro

Lo primero es comprender el problema en términos simples. Las redes neuronales son como un trazado inmenso de caminos en la selva. Cada neurona se comunica con otra por una sacudida que le lleva a un rápido contacto con otra y esta con otra y así sucesivamente (sinapsis en términos científicos, y que explícitamente Ramón y Cajal lo llamaba el “beso” de una neurona para comunicarse con otra).

La fiesta de las neuronas

 

El problema radica que la comunicación entre neuronas, como los caminos en la selva, se hará mas difícil si no se consolida con pasar una y otra vez; si un camino deja de transitarse pronto la maleza lo inunda y desaparece, y las neuronas que no se utilizan es como si se “oxidasen” y se “encogiesen”, lo que las separa de las otras.

La moraleja es sencilla. Si la comunicación entre neuronas ágil y exacta es la garantía de que pensamos y acertamos bien y rápido, debemos, por un lado, practicar el tránsito por las mismas redes neuronales para que no desaparezca el camino. Y por otro lado, abrir nuevas redes o caminos neuronales con actividades o enseñanzas novedosas.

De ahí, la conveniencia de que lo que antes se consideraba seguridad y envejecimiento plácido, mediante la rutina, la ausencia de riesgo y cambio, paradójicamente ahora resulta que es el camino mas rápido hacia el envejecimiento cerebral.

Pero según afirmaciones de especialistas la necesidad de la gimnasia mental, tal como ofrece Facundo Manes (Neurocirujano experto en enigmas del cerebro que operó a Cristina Kirchner) es algo vital. De sus teorías extraemos unas cuantas respuestas a sus interrogantes:

– ¿Necesitamos tanto la gimnasia mental como la física? Sí, pero no hay un solo consejo para tener el cerebro en forma. Todo lo que es bueno para el sistema cardiovascular lo es para el cerebro, el ejercicio físico es además antidepresivo y es importante tener una vida social rica y someterse a desafíos intelectuales.

– ¿Qué tipo de desafíos? No hacer siempre lo mismo, buscar cosas que nos cuesten como aprender un idioma o a tocar un instrumento musical.

Porque ahora sabemos que el cerebro cambia permanentemente y que puede regenerar neuronas en la edad adulta

Sobre la necesidad de “entrenar el cerebro” hay que mencionar el Libro “Como conservar el cerebro joven” de Álvaro Bilbao

Reserva cognitiva: Todo lo que hemos hecho en la vida, los años de estudio, los idiomas aprendidos, los viajes, las vivencias, los libros leídos o las aficiones… todo ello constituye un enorme bagaje del que se beneficia nuestro cerebro para protegernos de un envejecimiento prematuro. O sea, importan la despensa y los archivos que hemos construido con nuestra experiencia.

Nutrición: Cada vez es más evidente la relación de una buena salud vascular para prevenir la aparición del Alzheimer. Una dieta sana, en la que estén proscritas las grasas, la carne, los azúcares refinados y, en cambio, sea rica en antioxidantes va a facilitar una adecuada neurotransmisión. O sea, lo que comemos condiciona como pensamos.

Actividad física: “Sabemos que el ejercicio es el mejor factor de protección contra patologías como el Alzheimer, el Parkinson o el Huntington”, señala Bilbao. Un buen estado de forma o los pilates también ayuda a que las conexiones entre nuestras neuronas estén ágiles. O sea, la gimnasia del cuerpo suple la falta de gimnasia del cerebro ( aunque  no todos están conformes con esa teoría).

Socialización: Rodearnos de seres queridos también repercute en una adecuada salud cerebral. Como explica Bilbao, eso se ve claramente, por ejemplo, en el caso de las comidas en familia: “Sabemos que la dieta mediterránea o cualquier otra que elijamos es aún más beneficiosa para quienes comen en familia, se compran alimentos más sanos, se cocina mejor… y sabe más rico, se podría añadir. Es decir que la vida social enriquece nuestro éxito mental y la vida solitaria frena la agilidad mental.

Manejo de las emociones: El estrés es uno de los mayores enemigos de nuestro cerebro, debido a que favorece la oxidación de los tejidos. En cambio, cada vez hay más demostraciones científicas sobre los efectos positivos de la meditación, el optimismo o la felicidad y otras emociones positivas a la hora de retrasar el envejecimiento cerebral. O sea, al cerebro le gusta el “buen rollo”, el ser positivo, y se aletarga si nos mostramos pesimistas, desconfiados o enfadados.

Estimulación cognitiva: A algunos les sorprenderá encontrarse en último lugar de la lista los juegos de destreza mental y el llamado ‘brain training’, pero es que como señala el doctor Bilbao, se ha demostrado que estos pasatiempos no son realmente muy eficaces. O dicho de otra manera, nuestro cerebro se beneficia mucho más de una buena sobremesa en familia o de una partida de cartas con los amigos que de una hora en solitario jugando con un ordenador. O sea al cerebro le gusta la actividad social más que la solitaria o repetitiva

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Sobre la necesidad de la “práctica de ejercicio físico” para mejorar el cerebro se puede citar al cardiólogo Fréderic Saldmann en su  obra “El mejor medicamento eres tú”.

La actividad física es la clave de una buena salud. Treinta minutos de ejercicio físico al día disminuyen un 38% los riesgos de mortalidad por enfermedades cardiovasculares, cáncer y alzhéimer. Esta cifra por sí sola permite comprender hasta qué punto dicha práctica representa lo que se llama un derecho de vivir y una obligación de estar sano. Es como lavarse los dientes todos los días después de cada comida.

En consecuencia, cobra valor lo de “mens sana in corpore sano”, pero sobre todo no desperdiciamos la ocasión de abrir los ojos a la curiosidad, a nuevas experiencias que quien vive la vida, desarrolla el cerebro.  No debemos dejar espacio al aburrimiento ni a la rutina: la novedad es el camino hacia la vitalidad, la inteligencia y la longevidad. Hay que atreverse a cambiar de vida y experiencias.

Diversos estudios de neurología se han centrado en identificar cómo y dónde se generan las emociones en el cerebro y su relación con el resto de las funciones del cuerpo, lo cual han podido identificar, en muchos de ellos, gracias a la técnica de resonancia magnética y tecnología de imágenes que registran la actividad cerebral.

En este sentido, debido a los diversos registros de actividad cerebral, los neurocientíficos aseguran haber encontrado el lugar donde se producen los sentimientos sociales, la conciencia y emociones humanas, como la vergüenza y hasta el reconocimiento de expresiones faciales en otras personas, según un artículo publicado en Health Science.

Las responsables de esa actividad cerebral son las células spindles en la corteza fronto insular, que diferencian nuestra materia gris en el cerebro de la de otros mamíferos, explican investigadores del Departamento de Neurociencia, de la Escuela de Medicina del Monte Sinaí en Nueva York.

Son alrededor de 82 mil células de gran tamaño en el cerebro humano que están involucradas en la producción organización y manipulación de los sentimientos, de las emociones y  la moral y tienen relación con la cognición el aprendizaje, memoria y reconocimiento de nuestra área de mundo.

Estás células, además de la ínsula derecha del cerebro, controlan y ordenan las emociones; esta región se activa cuando miramos al ser que amamos, cuando percibimos injusticias, y decepción cuando sentimos incertidumbre.

También cuando nos avergonzamos o cuando una madre escucha a su bebe llorar. Por lo cual, según los científicos, la conciencia y la moral se alojan en este lugar.

Amanda Markey, investigadora del Departamento de Ciencias y Decisiones Sociales de la Universidad de Carnegie Mellon, afirma que haber encontrado una manera de determinar las emociones según la actividad cerebral, medida por la tecnología de imágenes, ha permitido establecer que las personas pueden codificar la información neuronal contenida en las emociones de manera similar.

Según recientes estudios, este tipo de investigaciones y técnicas no sólo ayudan a identificar las emociones generadas según la actividad cerebral, sino que además pueden hacerlo sin depender de la información que puedan o no proporcionar los pacientes, con la finalidad de obtener mejores resultados, diagnósticos y tratamientos.

 


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