Simpatizantes del principal partido islamista de Bangladés se enfrentaron a la policía este miércoles, después de que el jefe de su partido hubiera sido ahorcado.

El líder del partido Jamaat-e-Islami, Motiur Rahman Nizami, fue ahorcado en la prisión central de Daca el martes por la noche, unos días después de que se confirmara su condena a muerte por crímenes de guerra durante la guerra de la independencia de 1971 contra Pakistán.

La policía disparó pelotas de goma para contener a los cientos de simpatizantes de Nizami que lanzaban piedras en la ciudad de Rajshahi (noroeste), donde un profesor fue asesinado el mes pasado, probablemente por islamistas.

"Unos 500 simpatizantes del Jamaat protestaban contra la ejecución. Respondimos con pelotas de goma cuando se volvieron violentos", dijo a la AFP el responsable de la policía de la ciudad, Selim Badsha, precisando que 20 de ellos fueron detenidos.

Además, simpatizantes del Jamaat se enfrentaron a seguidores del partido en el poder en la ciudad de Chittagong (oeste), donde 2.500 islamistas participaban en una ceremonia en honor del líder ejecutado, dijo un responsable de la policía de la ciudad, Masudul Hasan, a la AFP.

Nizami era jefe de Jamaat desde 2000 y fue ministro del Gobierno apoyado por los islamistas entre 2001 y 2006.

El jefe islamista estaba considerado como uno de los principales instigadores en la creación de la milicia islamista propaquistaní Al Badr, que asesinó a intelectuales, médicos y periodistas durante la guerra de la independencia, en 1971.

Por otro lado, la policía presentó cargos el viernes contra la principal líder de la oposición en el país, Khaleda Zia, a quien acusó de ser la autora intelectual de los ataques producidos durante las protestas antigubernamentales en marzo de 2015.

Zia fue acusada con otros 27 funcionarios de su partido, el Partido Nacionalista de Bangladés, por su presunta implicación en el incendio de dos autobuses en Daca el pasado año que no causaron muertos ni daños, informó la policía.

El año pasado, Zia promovió un bloqueo en los transportes de todo el país que derivó en una ola de violencia que dejó más de 120 muertos por los incendios de autobuses y camiones efectuados por activistas de la oposición y la respuesta de la policía, que abrió fuego contra los manifestantes.