La ambición desmedida que indujo a esa carrera loca a través de los siglos. Lo que significó, muerte, Opresión y esclavitud para una extensa población, y a la vez, bienestar y glamour para un grupo privilegiado, no se ha detenido aún en pleno siglo XXI. Peor aún, se ha incrementado, de tal manera que todo desemboca en una especie de cuello de botella donde sucumben la gran mayoría de los conflictos no resueltos que se vienen desatando desde hace muchos años.

El mundo siguió postergando los serios problemas de la humanidad hacia adelante, como ser; el recalentamiento global, las guerras, pestes, hambre, desigualdad y un sinnúmero de situaciones no resueltas que se desembocan como una especie de embudo a punto de eclosionar.

La política no puede dar respuestas a la gran mayoría de las problemáticas y necesidades del mundo de hoy. La razón es que la política se transformó en una gran anarquía mundial, porque desde los dos sectores más poderosos del planeta, el comunismo y el capitalismo, no hacen otra cosa que atacarse, insultarse, acusarse, maldecirse y desacreditarse el uno al otro, de tal manera que la humanidad ya no sabe a quien creer. 

No existe la justicia, la cordura y la equidad. Ya nadie sabe que es blanco y que es negro. Está tan distorsionada la verdad que el planeta gira como un barco sin timón. Y todo sucumbe en un gran embudo negro donde se apresuran en una loca carrera todos los conflictos que quedaron sin resolver.

Ya no esperan, se desmoronan como un castillo de naipes que quizás sea el fin o, quizás solo haya una salida que solo podrán atravesar los más valientes. No hay premonición, ni tal Apocalipsis, es solo el fruto de tanta locura y ambición.

Carlos Polleé