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Últimamente sucede demasiadas veces que los progenitores matan a sus hijos para vengarse de sus parejas, algo verdaderamente horripilante, deleznable e innecesario.
Puedo comprender la enorme zozobra por la que puede pasar un padre o una madre al enfrentarse con una separación o divorcio de sus parejas y la pérdida de la convivencia y del cariño de la familia y sobre todo de los hijos, hijas...
Son situaciones muy duras, y además de mucha confrontación y normalmente mal llevadas y desarrolladas en el tiempo por los sistemas jurídicos, jueces, abogados y administraciones: regional, local y nacional.
Normalmente es dificil que las cosas funcionen con equilibrio y que no se usen a los hijos como arma arrojadiza, cosa que es lo más duro que se le puede hacer a un hijo y sobre todo pequeño... haciendo un daño a los menores para toda la vida...
Los hijos acaban siendo utilizados por la expareja como herramienta para negociar, para ganar y para arrimar el ascua a la sardina de cada uno, que siempre suele ser más fácil que acabe siendo a la sardina del conyuge que se queda a los niños.
El no cumplir los regimenes de visitas es de lo más normal tanto por una parte como por la otra y confundir a los niños culpando de todos los males al que no está en casa, es demasiado frecuente.
Lo que no logro entender es como se llega a la violencia contra los inocentes hijos de la pareja.
Quiero decir que es horrible cuando una pareja junta maltrata a sus hijas viviendo los dos juntos y haciéndolo a la vez o dejando hacer al otro... y eso suele ser derivado de alcoholismo, drogadicción o ambas patologías o de graves desórdenes mentales.
Pero cuando uno de los cónyuges llega al extremo de golpear, de quemar, de herir e incluso de matar a su propia descendencia es algo que no se puede entender con facilidad porque los hijos suelen ser lo que más queremos los padres y madres y lo mejor que tenemos, aunque la pareja haya sucumbido al divorcio...
Ayudar a salvar a las personas del odio y el rencor es tarea de todos
Debe de ser tan grande el odio, el rencor y las ganas de venganza sobre la otra parte de la pareja que se llega a perder los estribos y se llega a matar a los propios hijos/as para que sufra tu mujer o tu marido.
Estas personas que llegan a esos límites sin el consiguiente gravísimo desequilibrio mental o de usos de drogas, deberían haberse diagnosticado de alguna forma, porque no pueden ser personas normales al trato, por mucho que disimulen, y pienso que hay que hacer algo lo antes posible...
Llegar a matar a tu prole por hacer daño a tu expareja es un ejercicio de tanta maldad, de tanta rudeza, de tanta dureza y tan sumamente canalla que no encuentro el sentido, haces daño al otro y también a ti mismo....
Supongo que a veces ocurre por el sentido de propiedad que tenemos las personas sobre las parejas y si no las podemos mantener junto a nosotros, les hacemos pagar con esa horrible venganza.
Yo comprendo que una persona pueda odiar, pueda tener un horrible rencor, pero entonces lo que creo más lógico si no logras rehacer tu vida con esa expareja, es que vayas a un médico y te de un tratamiento, pues solo no parece que vayas a salir del atolladero mental.
Y si no logras superarlo, tírate tu al mar, o al rio, y no mates a los demás, a nadie, y por supuesto nunca a unos inocentes niños.
Cómo decía mi generación cuando éramos jóvenes: cómprate un duro de bosque y piérdete.... (cacho perro)... piérdete y no hagas daño... irreparable...
En este actual mundo en el cual no logramos rehacernos de nuestros problemas con normalidad y que tenemos la piel muy fina y no queremos sufrir, la sociedad debe poner su grano de arena ayudando a estas personas a que logren salir adelante con sus mentes perturbadas por la pena y el odio, y que no maten a nadie por ese rencor y si quieren acabar con alguien, que lo hagan consigo mism@s.
Mejor prevenir que curar, y para eso es necesario que la familia actue con las autoridades buscando ayuda que ahora no parece que sea fácil encontrar, con psiquiatras, psicólogos y terapeutas antidrogas.
En fin, todos debemos de poner nuestro grano de arena.
Amén...