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Con su maquinación en doblegar a Podemos, el PSOE intenta hacer creer que su aliado natural, el neoliberalismo, contribuye a la estabilidad, al crecimiento y al desarrollo del país, aún sabiendo que su operativa funcional es justo la antítesis de tal propósito
Cuando Pablo Iglesias desde Podemos, preconizaba un proceso constituyente para «abrir el candado del 78», los centinelas del sistema salieron en tropel alertando del riesgo a liquidar la Transición y advirtiendo que toda transformación del orden establecido conduciría a la hecatombe.
Un infundado alarmismo, pues por mas invocación que hiciesen de las bondades del sistema, la realidad fue que su implícito, confirmó sobradamente que aquella Transición a la democracia no fue más que la continuidad del franquismo sin ruptura y que su vigencia además de inapropiada, evidenció que fue inservible para satisfacer los grandes desafíos del país; lo que fundamentó con creces la necesidad de una «segunda Transición» como resolución a los enormes problemas y de frenazo a la cada vez más acentuada deriva involucionista.
Aún cuando aquella reivindicación formó parte fundacional del argumentario de la formación morada, no fueron los embates desde el oficialismo bipartidista los que hicieron decaer tal pretensión, sino la renuncia explícita de la propia cúpula de Podemos quien sin fundamento argumental para ello, pasó de atacar al depauperado régimen del 78 a convertirse en el más ardiente defensor de la Constitución sobre la que se instauró el sistema cuyas excedidas prácticas fueron factor desencadenante del 15M.
Es por eso que cuando ahora entra en el despropósito de defender cosa distinta, con su actitud está poniendo de manifiesto que tras aquel talismán ideológico la formación morada escondía el perfil de la impostura, y que contrariamente a sus postulados iníciales, actualmente asume la Transición como marco de referencia y ordenamiento político, lo que entre otros aspectos además de dejar las cosas como están, es una renuncia de facto a la impugnación y revisión de 30 años de pasado.
Pero el cambio de trayectoria en el discurso de Podemos no por evidente surtió el efecto previsto, pues acorde a su versión, su objetivo real era agenciar con ello cargos ministeriales en un Gobierno de coalición dirigido por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), para desde dentro del Ejecutivo ejercer la presión necesaria en línea a posibilitar un giro a la izquierda de las dinámicas de su acción política
Eso explica que de la noche a la mañana Iglesias abandonara el tono áspero y rudo del primer Podemos para convertirse en el juglar de la Constitución al solo efecto de relajar el mensaje podemita en aras a posibilitar su ingreso en el club del constitucionalismo y con ello su acceso a la gobernación del país, aún cuando, con dicha actitud estaría refrendando las políticas represoras de los socialdemócratas españoles en su dinámica ofensiva contra los derechos democráticos y en detrimento de las condiciones sociales de los trabajadores.
Mientras no se erradique el intrusismo extrapolítico del neoliberalismo que rige la función política del PSOE, será inviable la conformación en coalición de un gobierno de izquierdas y progresista,
Resultando por eso un fraude político que en nombre de un mal entendido progreso, Podemos insista en consumar una alianza de gobierno con el PSOE, pues no hemos de olvidar que más allá del aparente giro a la izquierda que simula haber dado con Sánchez, está el continuismo neoliberal y la derechización de su organización, un obstáculo insalvable que habita genéricamente en el seno del aparato socialista al margen de la interesada narrativa que en sentido contrario utilicen los miembros de su cúpula dirigente
Siendo de significar que la secuencia intercalada de gobiernos socialdemócratas y de corte neoliberal son el referente político que caracterizó los últimos 35 años de nuestra historia reciente, y factor causante de la instauración de una democracia de baja intensidad, cuya consecuencia fue el motivo por el que actualmente el país está sumido en un estado de inflexión ética, política, económica, laboral y territorial sin precedentes.
Circunstancia descriptiva de su incapacidad para conducir el país hacia derroteros de perfeccionamiento y prosperidad, por cuanto su subordinación a los círculos de poder económico, impidió toda posibilidad de un cambio a positivo, y ello, en razón a la peligrosa conjunción entre el dinero y la política en el contexto de un entorno donde los mercados perciben a los gobernantes como servidores, y estos, por acto reflejo adjudican a la ciudadanía el papel post electoral de meros espectadores.
Actitud de subordinación al capitalismo, auspiciada desde la cúpula del socialismo por quienes claudican ante los poderes fácticos y el neoliberalismo en línea a dar continuidad a las políticas de recortes y austeridad, al mantenimiento de la privatización de los servicios públicos, la restricción de los derechos democráticos, así como la vigencia de las reformas laborales y la precariedad laboral.
Siendo por eso que en el actual contexto es completamente inviable la conformación en coalición de un gobierno de izquierdas y progresista, pues los requisitos exigibles para su consumación lejos de las exhortadas renuncias a Podemos requieren en mayor medida la exclusión del intrusismo extrapolítico representado por el neoliberalismo que rige la función política del PSOE.
De ahí que como mal menor, ante el despropósito socialista solo quepa la puesta e práctica de un formato de cooperación positiva, que con gobernabilidad fiscalizada y concertada además de alcance de miras, demuestre madurez política y remedie la repetición de nuevos comicios.
Entre tanto debemos asumir que en versión original el PSOE es como un violín, que se apoya con la izquierda pero se toca con la derecha