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El uso de los diferentes elementos que componen un espectáculo teatral no tiene límites, puesto que la imaginación es siempre capaz de recurrir a nuevos materiales y a nuevos sistemas significantes
El uso de los diferentes elementos que componen un espectáculo teatral no tiene límites, puesto que la imaginación es siempre capaz de recurrir a nuevos materiales y a nuevos sistemas significantes. Habitualmente, los elementos de un espectáculo más importantes, se circunscriben a aquellos que están más relacionados con el resultado final que percibe el espectador. Analizaremos entonces los que consideramos más relevantes para el objeto de nuestro trabajo.
El actor
El actor se constituye como el elemento principal del hecho escénico. Según nos menciona Raúl Serrano en su documento “La Estructura Dramática y su Génesis”, el actor o sujeto, “es el único capaz de asumir la práctica real”, así que en la medida que desenvuelve su actividad, el actor comienza a darle vida a otro ser: el personaje.
Un actor que logra darle vida por completo a un personaje, es capaz de conmover y convencer en escena. La acción dramática como elemento del actor, le permite adentrarse en la realidad del personaje, adaptar y adoptar sus conductas y circunstancias, para poder relacionar los elementos de manera tal, que la resultante sea un personaje verosímil.
El proceso mediante el cual un actor logra adoptar un personaje tiene dos elementos claves: identificación, que permite trabajar la parte interna y caracterización, en la cual el actor adopta elementos externos como vestuario, maquillaje, estructura física, modo de hablar, movimiento, etc., que le ayudan a transmitir la imagen de su personaje como un todo.
Como elementos fundamentales en el trabajo del actor en escena tenemos:
Es esencial en el actor, la búsqueda continua del desarrollo de su disposición corporal puesto que el cuerpo es la principal herramienta de trabajo del actor. Un vestuario, un maquillaje y todo el contexto escenográfico y luminotécnico sirven de poco si el actor no tiene la habilidad para transmitir a través de su gestualidad y su corporalidad la realidad escénica del personaje
El texto
El texto es generalmente el primer acercamiento que tiene el actor con su personaje. Es, generalmente, el punto de partida del proceso escénico. “La obra literaria es el punto de partida del proceso, pero no su base de desarrollo efectivo ya que se trata de la construcción de un objeto translingüístico. El texto suministrado por el autor existe en los parámetros propios del lenguaje: no posee espacialidad real, es simple transcurrir y resulta imposible relacionar cada uno de sus sentidos con conductas concretas y contenidos psicológicos”.
Es necesario que el actor se relacione con su texto, para que pueda hallarse diciéndolo con verosimilitud, de lo contrario, se cae en el mero recitar de textos que no enriquecen una obra teatral, sino que más bien limita el acercamiento del público con el hecho escénico
Escenografía
La escenografía forma parte imperante del contenido conceptual de la obra. Tiene la función y la virtud de acercar al público con el entorno físico en el que se desarrolla la acción, así como de predisponerlo a la atención de acuerdo a las características de la misma. Cuando el espectador observa la escenografía empieza a desarrollar criterios sobre el concepto de la puesta en escena. De acuerdo a los elementos de la misma sabe si la obra que observará será naturalista o no.
La escenografía y el espacio técnico se constituyen actualmente como una escritura en el espacio tridimensional[1]. Ya no se limita simplemente al arte pictórico del telón de fondo, sino que contiene elementos que permiten la ampliación y desarrollo de un concepto de puesta en escena.
Un vestuario, un maquillaje y todo el contexto escenográfico y luminotécnico sirven de poco si el actor no tiene la habilidad para transmitir la realidad del personaje
Vestuario
La importancia del vestuario radica en que éste constituye frecuentemente, la primera impresión que tiene el público y la primera relación con el actor y con el personaje que éste se encuentra desarrollando. El vestuario se constituye no como un mero accesorio de la escena, sino que, para que tenga relevancia, debe constituir parte del personaje, influyendo en la forma en que los actores sienten. Barthes menciona que el buen vestuario del teatro debe ser suficientemente material para significar y suficientemente transparente para no convertir sus signos en parásitos.[2]
Las funciones del vestuario son:
Maquillaje
El maquillaje se constituye en el teatro, además de un simple medio de embellecimiento, como parte constituyente dentro de los elementos que permiten una caracterización que acerca tanto al actor con el personaje al que interpreta, como al espectador con la realidad escénica. El maquillaje en escena puede desarrollarse como un medio accesorio, cuando solamente es usado para dar realce al rostro y para disimular imperfecciones o, por otro lado, como un medio de desarrollo del personaje, al permitir una caracterización física que nos acerca a la realidad planteada por el dramaturgo. Líneas de expresión, defectos físicos, canas, etc., son detalles que pueden darle a un personaje un toque más cercano de realidad.
El maquillaje, al igual que el vestuario, ayuda al espectador en la composición de esa primera impresión del personaje, que marcará su relación con la obra. Los rasgos del personaje pueden producir diferentes efectos en el público; el espectador, al ver el maquillaje de un personaje, no lo decodifica elemento por elemento, sino que recibe información del conjunto que forma el mismo.
Objetos
Entendemos por objeto todo lo que puede ser manejado y manipulado por el actor en escena. El objeto forma parte del decorado plástico de un escenario pero, tal como lo afirma la directora cubana Aleida Santiago, “cada objeto que se ponga en escena debe estar justificado”, no se coloca en el escenario nada que no vaya a ser utilizado y que por ende en lugar de realzar el trabajo del actor, lo entorpezca.
La manera como se funden los objetos en escena, cobra sentido siempre y cuando, al igual que sucede con el vestuario y maquillaje, ésta responda a un conjunto en construcción, una estructura, una serie de elementos que sumados constituyen el concepto de la puesta en escena.
Musicalización
La musicalización de una obra de teatro permite la dinamización del ritmo de la obra. Sea ambiental o como parte preponderante de una escena, la música, al igual que los otros componentes, no constituye un elemento aislado, sino que debe constituirse como un conjunto. La música, debe tener una coherencia entre sí a lo largo de toda la obra: debe estar contenida dentro del concepto que quiere manejar el director como eje principal de su obra.
Iluminación
La iluminación ocupa un lugar preponderante dentro de la construcción escénica, al permitir al director elaborar una atmósfera dentro de la cual se desenvuelve el trabajo del actor. La iluminación ha logrado grandes avances en los últimos años. Actualmente los teatros de pequeña y gran envergadura cuentan con un sistema de luces que permite ambientar, dar realce a los espacios representados, escenografías, objetos, telones, así como a los actores y su conjunto de vestuario y maquillaje.
Existen diferentes direccionamientos de la luz de acuerdo al efecto que el director quiera crear en escena: contraluz, iluminación cenital o en picado, iluminación en contrapicado, iluminación horizontal, iluminación frontal y lateral. La luz facilita la comprensión de los elementos escénicos e interacciona con los demás elementos para crear una atmósfera y en algunos casos, actúa incluso como elemento de ruptura, de acuerdo a la propuesta conceptual del director.
[1] CALMET, H. “Escenografía”. Ediciones de la Flor. Buenos Aires. 2003.
[2] BARTHES, R. “Les maladies du costume de théâtre”. Essais critiques. Francia, 1992.
[3] Ibid.