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El obispo de la región de Soconusco, Leopoldo González González, pidió la intervención del Papa Juan Pablo II para que, en medio de la inseguridad y la violencia que lo aqueja, México reciba la paz. “Nos llena de alegría la beatificación del Papa y pedimos su intervención para que podamos recibir la paz que nos regala Jesús resucitado”, señaló. “Y nos comprometemos a construirla, en el ámbito a nuestro alcance, fincándola en la verdad, la justicia, el amor misericordioso y el perdón”, dijo. En entrevista, afirmó que el Santo Padre fue un firme defensor de los valores fundamentales para una existencia digna de los humanos, “condiciones que son derechos que brotan de su mismo ser y por lo mismo son obligaciones que hemos de cumplir”. En víspera de la beatificación programada para este domingo, el religioso señaló que entre los legados que dejó Juan Pablo II está el respeto a la vida del momento de la concepción a su fin natural, así como la verdad, la justicia y la libertad. Asimismo, anotó, “la familia fundada en el matrimonio, el bien común, la solidaridad, la naturaleza y el don de Dios al hombre que ha de cuidar y cultivar para que siempre sea hogar donde pueda vivir y obtener lo necesario para vivir”. Se refirió al extinto Papa como “un apóstol incansable de la Misericordia Divina”, refirió. “Su enseñanza no sólo habla del amor misericordioso de Dios y lo explica con parábolas, sino que él mismo la encarna y personifica y nos permite ver a Dios cercano al hombre, sobre todo cuando sufre, cuando está amenazado en su existencia y dignidad”, expuso. El prelado, representante de la Iglesia católica en 41 municipios de la región de la Sierra, Costa y Frontera Sur de Chiapas, indicó que “todos estamos convencidos de que uno de los pilares de la paz es la justicia, aunque la justicia sola no basta para construir la paz”. “Lo propio de la justicia es restablecer la igualdad entre las partes en conflicto, pero en ocasiones lo que se busca es eliminar al otro, haciéndole pagar ojo por ojo, diente por diente”, añadió. Hizo una remembranza de algunos escritos de Juan Pablo II, como el que refiere que “la misericordia auténticamente cristiana es también, en cierto sentido, la más perfecta encarnación de la igualdad entre los hombres y la más perfecta de la justicia”. Sin embargo, aclaró que “en ningún caso el perdón y ni siquiera la misericordia como su fuente, significan indulgencia para con el mal, el escándalo, la injuria, el ultraje cometido. En todo caso la reparación y el resarcimiento”.