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Opinión sobre la actualidad laboral en argentina
Nunca pretendí saber mucho de nada. Después de todo no tengo formación y, en este caso, no tengo experiencia. Sin embargo, entender el proceso que lleva a la formación de una empresa necesita varios aspectos. El empresario corre riesgos que lo pueden llevar a la quiebra y a perder toda su inversión. Después de todo, una empresa no es más que un proyecto económico y el que lo inicia siempre tiene como prioridad la generación de riqueza. El empresario no es, ni tiene que ser, un benefactor social, no le debe nada a nadie. Cuando el empresario contrata a un empleado hace una inversión, en una relación de mutuo beneficio. Su oferta de trabajo tiene que ser beneficiosa para el potencial empleado y el empleado le tiene que generar ingresos al empleador. Nadie contrata a alguien con el propósito humanitario de mantenerle todas las necesidades.
Las políticas públicas que atentan contra el empleador solo generan una falta de oferta laboral. Todas las medidas tomadas en pos de una defensa al trabajador, en última instancia, fuerzan al empleador a depender de la menor cantidad de empleados posibles. Estar a favor del trabajador en realidad es estar a favor de su contratación y para eso se le tienen que dar garantías al que emplea. Vivimos en el país con una tasa de empleo en negro muy grande. Analizar las causas de esto es simple, ni el empleador ni el empleado ven beneficioso blanquear su situación laboral. El empleado también sufre una deducción enorme de su sueldo en virtud de impuestos y la imposibilidad de generar más ingresos con horas extras. El empleador sufre de la imposibilidad de despido. No hay que olvidar que nadie contrata a nadie si no le conviene.
La relación del empleado con el empleador es de mutuo beneficio. Si bien el empleador depende del empleado para realizar determinadas tareas, el empleado cobra por esas tareas. El valor de ese trabajo depende de las ganancias que le de al empleador, no de las pretensiones del empleado. Este ridículo país en el que vivimos nos hace pensar que los empresarios son seres sin escrúpulos y explotadores y los empleados, seres sumisos e impotentes ante las ridículas pretensiones de sus jefes.
En resumen, según mi opinión, los empleados no son víctimas de su condición de trabajador. Los empresarios, que son todos los que tengan un negocio propio, tienen un objetivo económico, pero eso no significa que sean explotadores. Toda persona que tenga un negocio y ofrezca un servicio es un empresario: el dueño del almacén de barrio, el zapatero, el verdulero. Dejemos de satanizar a la persona que tuvo una idea y asumió los riesgos. De la innovación de empresarios depende el futuro de un país, nunca vamos a llegar hacia adelante con un dogma consistente en poner a los empresarios en la posición de villano. No niego la explotación, pero reducir a todos los empresarios a explotadores es una mezcla de ignorancia e indiferencia.