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Violentos enfrentamientos, que dejaron al menos nueve muertos, estallaron este lunes entre la guardia del palacio presidencial de Saná y la milicia de Ansuaralá, que tomó una importante posición cercana al edificio en una ofensiva que busca ganar terreno en la capital.
Un alto el fuego entre milicias y guardia fue decretado a partir de las 13h30 GMT y está ya en vigor, anunció un responsable de los servicios de seguridad.
La tregua se decidió en una reunión con el presidente yemení, Abd Rabo Mansur Hadi, los ministros del Interior y de Defensa, y un representante de las milicias chiíes. El cese de los combates fue confirmado por testigos y habitantes del sector de la capital donde se halla el palacio presidencial.
Al menos nueve personas murieron y 67, entre ellas civiles, resultaron heridas en los enfrentamientos, anunció a la AFP el viceministro de Salud, agregó Naser Baum.
Antes, un portavoz de Ansuaralá dijo que el grupo logró el control de una importante colina que da al palacio. "Controlamos Jebel Nahdine, que mira al palacio presidencial, y estamos permitiendo a los guardias que salgan de sus posiciones con un arma personal", afirmó en su cuenta de la red social Facebook Ali al Bujaiti.
Dos personas murieron y otras 14 resultaron heridas, según un primer balance establecido por fuentes médicas. La ministra de Información, Nadia al Sakaf, informó de que tanto la televisión pública como la agencia de noticias estatal estaban ya fuera del control del Gobierno.
La milicia chií huthi "se niega a publicar ninguna declaración del Gobierno", afirmó la funcionaria. Durante la mañana, el convoy del primer ministro, Jaled Bahah, fue atacado por la milicia. Bahah se reunió en la mañana con el presidente. El jefe de Gobierno salió indemne del incidente, según el ministerio de Información.
- Desplazados -
Los enfrentamientos han forzado a numerosos habitantes a abandonar sus hogares en medio del fuego y los disparos. El movimiento Ansarulá, que ingresó en la capital en septiembre, no ha parado de extender su influencia a otras regiones de Yemen, donde se enfrentan a combatientes suníes y a grupos relacionados con Al Qaeda.
Yemen, un país que limita con Arabia Saudí, es estratégico en el tránsito del crudo que sale del golfo Pérsico, y sufre desde hace meses una ola de violencia, que aumenta los temores de que se convierta en un Estado fallido. El fin de semana, la tensión aumentó en Saná tras el secuestro del jefe de gabinete del presidente Hadi, reivindicado por los milicianos chií.
"Un grupo armado estableció un puesto de control en Hada", un barrio del sur de Saná, y "capturó a Mubarak y a otras personas que estaban con él", había explicado a la AFP una responsable de la Secretaría de Diálogo Nacional.
Además de director de gabinete, Mubarak era secretario general del diálogo nacional sobre la transición política emprendida tras la dimisión en 2012 del presidente Ali Abdalá Saleh, como consecuencia de una revuelta popular. Mubarak era uno de los representantes del movimiento sudista, que reclama la autonomía de esa zona.
Hadi lo nombró primer ministro en octubre, pero Mubarak rechazó la propuesta por la oposición de las milicias chiitas que tomaron el control de la capital yemení el 21 de septiembre y del partido de Saleh. El puesto quedó a cargo finalmente de Jalid Bahah.
El aumento de poder de los milicianos chiitas resquebrajó la autoridad del presidente Hadi, mientras que Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA) se fortaleció en el sur del país tras la insurrección popular contra Saleh.