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Miremos un breve recorrido por la lectura de algunas fábulas de Esopo, donde nos enseña, con forma risueña, algunas experiencias de vida
Imagen: Busto de Villa Albani que podría representar a Esopo.
Casi todas las fábulas de Fedro son paráfrasis de las de Esopo; como las de La Fontaine, de las de Fedro. No me refiero ahora a la obra esópica, a través de esas paráfrasis. Pero, en sus libros de fábula, Fedro ingiere aquí y acullá narraciones de hechos reales, o que por tales eran tenidos en cuenta; generalmente eran anécdotas ejemplares, y se acredita de ágil y hábil cuentista en verso; como también La Fontaine lo es. Algunas de estas pequeñas historias se han hecho famosas. Por ejemplo; la de la matrona de Efeso, que pinta con una espantosa frialdad para los seres humanos descendientes de los latinos del mediterráneo. Esta frialdad puede llegar hasta donde puede la inconstancia y liviandad femeninas y masculinas; en donde las limitaciones femeninas en la vida pública de la sociedad a lo largo de la historia en occidente. Esta historia, o lo que sea, de la matrona de Éfeso, la cuenta también Petronio, en el “Satyricon”; y andando los siglos, Brantome (en Prosa, “Dames Galantes” y La Fontaine (en verso, “Contes"parte V). De los cinco libros de Fedro se han conservado tres manuscritos. En el siglo XV, Nicolás Perotti, un arzobispo de Siponto, antigua ciudad del sur de Italia, hoy es parte del territorio de Manfredonia, en Italia. Halló algunas otras fábulas de Fedro, que no estaban incluidas en aquellos tres manuscrito. Está colección suplementaria se la conoce como "Fabellae Novae”. Entre estas narraciones de Fedro, hay varias en donde se relatan dichos y hecho de Esopo en persona. A este Esopo, a través de Fedro, es al que me refiero acá en estas palabras. Miremos a continuación todo aquello que de Esopo cuenta Fedro. Según la traducción de Ramón Peréz de Ayala.
El hombre mordido por un perro: “un hombre mordido por un perro furioso empapó en su propia sangre una rebanada de pan y se la arrojó al malhechor animal. Había oído que ése era el mejor remedio contra una herida así causada. Entonces le dijo Esopo: no quieras hacer lo mismo en presencia de otros muchos perros, dado que hay muchas chances de que te devoren vivo, cuando averigüen que tal es el premio de su culpa. La fortuna de los malos incita a que la mayoría de los hombres y mujeres les sigan. (Libro II, fábula 3) Fortuna por lo general se sobreentiende como buena fortuna (suerte). Por eso se dice "afortunado” de quien es favorecido por la buena suerte. Fedro escribe “successus”: fortuna. En italiano, en francés y en inglés es de uso cotidiano la palabra “suceso” como buena fortuna, o fortuna a secas solamente. En castellano se suele creer que semejante empleo es un galicismo. Pero nada de eso, es correcto. Hay una de las advocaciones que es a la virgen Nuestra Señora del Buen Suceso. El diccionario de la academia da aceptación de “suceso”, como un equivalente a éxito. Sin embargo, éxito, en este sentido, es notoriamente más inapropiado que suceso. Éxito quiere decir, literalmente, la salida; el resultado final, bueno o malo. Los médicos llamaban “exitus fatalis” a la muerte en otras épocas. En chino la traducción de suceso sería “tener éxito”, y es Chénggóng 成功. Al menos en el alfabeto más vulgar dado que se utilizan allí 3 alfabetos, pero la mayoría de la población accede solamente al 1º nivel. En Argentina, en vez de afortunado, celebrado o aplaudido se emplea un vocablo que toca lo horrendo, al menos para quien escribe: exitoso.
La estatua de Esopo: “Los atenienses elevaron una estatua al ingenio de Esopo. Colocaron para esto la esfinge de un esclavo sobre eterno pedestal, a fin de mostrar que el camino de los honores está abierto para todas y para todos los miembros de una sociedad, y que la gloria no debe atribuirse conforme a la cuna sino al mérito. Esopo ocupa legítimamente la primacía en el reino de la fabul. Yo me he aplicado en procurar que no sea él el único maestro. No me cabía ya otra cosa que hacer; y no es esto por una vana petulancia, sino por una patriótica emulación. Si la Italia ve con buenos ojos mi trabajo, tendrá más escritores que oponer a los griegos. Pero si la envidia pálida quisiera denigrar mi solícito esfuerzo no me pondrá sin embargo arrancar la conciencia de ser digno de elogio”. Esta era también la preocupación de Virgilio y Horacio; que en el Lacio llegase a haber altos escritores, seguidores de los griegos, y al propio tiempo émulos y partes de ellos. La estatua que menciona Fedro fué erigida después de muerto Esopo y cuando era ya casi un hombre legendario. La esculpió esta estatua Lysipo, un escultor de cámera de Alejandro Magno, que no se dejó retratar sino por apeles, en el arte de la pintura, y por Lysipo, en el arte de la escultura. No tenemos que olvidar que Fedro había sido esclavo en el pasado. Lo manumitió el emperador Augusto. Un dato interesante para los amantes de los datos cuantitativos es que durante el primer año de gobierno de Augusto como emperador, mandó a reconstruir 72 monumentos de la ciudad de Roma que estaban inacabados o destruidos por el paso del tiempo. Y dado que se trata de estatua, en la época de Cáton, el viejo, ya había entrado en el imperio de Roma la manía de erigir monumentos a personajes más o menos desconocidos, y como alguien le preguntara a Catón cómo era él no tenía ya un monumento. el respondía prefiero que la gente pregunte por qué no me han levantado una estatua que tengan que preguntar por que yo tengo una estatua. En el libro III, la fábula 3 narra un sucedido de Esopo. Y es muy larga para narrar en una nota como concuerdan los entendidos al respecto.
"Las personas inteligentes necesitan a veces decir tonterías a sabiendas, en broma y como por juego"
Esopo, jugando: “Estaba Esopo jugando a las canicas con una banda de chiquillos, en la calle. Un ateniense transeúnte se detuvo, riéndose de él y tomándole por loco. Esopo que lo echó de ver, y puesto que él era un hombre mejor dispuesto a reírse de los demás que no a que los demás se burlaran de él, colocó en mitad de la calle un arco con la cuerda floja. Y le dijo al hombre burlón de personas desconocidas, si podía responder una pregunta, (sobre un arco y la cuerda tensa) después de un tiempo el hombre burlón no pudo responderle a Esopo. Finalmente se dió por vencido. Entonces sintiéndose vencedor el prudente Esopo le dijo: "pronto se rompe el arco que está siempre tenso, más si lo conservas con la cuerda floja podrás usarlo eficazmente cuando quieras. De la propia suerte, la inteligencia tiene que entregarse al juego de vez en cuando; y así estará más ágil y a punto cuando se necesite pensar”. (Libro III, fábula 14).
Más o menos, es de aquel maestro universitario inglés. Estaba en el claustro, con sus estudiantes, riendo y divirtiéndose es decir de inocentes tonterías, cuando cuando por una puerta apareció otro catedrático, muy grave. Y el primero amonestó por lo bajo; “pongámosnos serios hijos míos, que viene un tonto”. Desconfiad de los hombres demasiados graves (serios). Las personas inteligentes necesitan a veces decir tonterías a sabiendas, en broma y como por juego. Ya lo había observado Catón, el viejo: “ los que son muy serios, en materias ridículas, son también muy ridículos cuando tratan materias serias”. Ridículos o soberbios puede ser el mote que le quepa, dependiendo del caso, o ambos en otras situaciones. Y como queda no poco de Esopo a través de Fedro, y el espacio es siempre inelástico, hasta ahora), no así el tiempo, habremos de posponer lo restante para otra parte de otra nota. Dado que hay material de sobra para escribir y leer.
Ulises Barreiro
"La estatua que menciona Fedro fué erigida después de muerto Esopo y cuando era ya casi un hombre legendario"