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El peregrinaje a Fátima de los devotos en tiempos de COVID-19 escatima una decadencia de visitantes en su aniversario 103º, ritual que en tiempos de pandemia a afectado este sagrado icono religioso
A millares de almas les significó no asistir y solo ciertas decenas se aparecieron en el perímetro oficial del Santuario de Fátima, reservando la distancia social y con la emoción a flor de piel.
Los hubo quienes se arrodillaron, ante la tenue luz de las velas en aquellos momentos tan emotivos. Por vez primera, la acostumbrada procesión de las velas, se produjo al calor de la única luz de esas llamas, que reemplazaban el menoscabo de luz pública, no era preciso, dada la inasistencia de fieles.
Se vio a hombres y mujeres cuyas lágrimas caían, en medio de la remembranza de la tragedia de los vecinos españoles, dado que la incidencia del coronavirus es mucho menor en Portugal.
Los cuantiosos ciudadanos originarios de España, frecuentes otros años, formaron su notable ausencia, ante la dificultad de cruzar la frontera para evitar la propagación de la pandemia por COVID-19.
Sin embargo, la imagen de la Virgen de Fátima se hallaba ahí, sencillamente, elevada en un faro, para encaminar a las almas perdidas, en una capa de oscuridad intensa
Se trata de un símbolo de los nuevos tiempos. De acuerdo a la drástica pandemia del coronavirus. Esa planicie solitaria, en tanto se celebraba la misa, un tanto triste en su historial, fue una ausencia de entusiasmo y pasión del pueblo feligrés, a causa de la anulación de reuniones en masa.
Estaba claro que, no fue ocasión para conmemoraciones totales, aun cuando sí para el retiro individual espiritual de los limitados creyentes, dispersos por los contiguos espacios del Santuario.
Sin embargo, la imagen de la Virgen de Fátima se hallaba ahí, sencillamente, elevada en un faro, para encaminar a las almas perdidas, en una capa de oscuridad intensa.
La presencia se concebía evidente, calificada por las miradas de quienes, apenas lograban encubrir su soledad desde la distancia.