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Rvdo. P César Castillo, Párroco de esta amada comunidad parroquial de La Asunción de Masaya y Vicario Foráneo de la zona pastoral de Masaya; Rvdo. P. Jesús Tenorio, Párroco de la amada comunidad parroquial de Sta. María Magdalena de Monimbó, corazón de Masaya; Rvdo. P. Carlitos, de la comunidad salesiana. Queridos amigos y amigas que se unen a nosotros a través de Radio Católica en todo el país. Queridos hermanos y hermanas aquí presentes para celebrar la Eucaristía, hijos como yo de esta bella ciudad de Masaya, capital del folklor y de la libertad de Nicaragua. Hermanos y Hermanas:
INTRODUCCIÓN
1. El trasfondo cultural de esta parábola es la forma tradicional con que se celebraba el matrimonio en Israel en tiempo de Jesús. El último día de los festejos, el novio se encaminaba con sus amigos, a la casa de la novia, que esperaba su llegada acompañada de sus amigas de juventud y de virginidad. Después que el novio llegaba, entre música, cantos y gritos de alegría, se formaba un solo cortejo hacia su casa, donde se celebraba el matrimonio y se tenía el banquete nupcial.
2. El evangelio califica a cinco de las muchachas, amigas de la novia y que esperan la llegada del esposo, como "necias" o "imprudentes", porque no fueron previsoras y no llenaron sus lámparas de aceite; las otras cinco, las "sabias" o "prudentes", estaban preparadas con sus lámparas llenas de aceite en el momento en que llegó el esposo. Las sabias son admitidas a la fiesta, porque están preparadas, las necias son excluidas porque se preocupan por buscar aceite para sus lámparas en el último momento. Lo que distingue a unas de otras no es si duermen o están en vela, sino el hecho de haber preparado o no el aceite necesario para sus lámparas y así poder acompañar al esposo. De hecho, "como el esposo tardaba, les entró sueño y todas se durmieron" (v. 5).
Las diez vírgenes y la boda final.
3. Las diez vírgenes representan a la humanidad, que como esposa-amiga de Dios, vive esperando participar –aun cuando no lo sepa o no lo acepte– en las bodas finales de la historia. Las diez vírgenes son toda la humanidad en busca de la plenitud de Dios, simbolizado aquí no como Padre, sino como amigo y esposo de la humanidad.
4. Las diez vírgenes representan a cada ser humano, a todos los hombres y mujeres del mundo, llamados a vivir plenamente el amor que siempre han deseado y al que siempre han aspirado. Un amor que sólo será perfecto y eterno al final. Al final de todo nos espera la única realidad absoluta y consistente: el Amor. Ese amor es Jesús, quien ya ha venido antes como amor encarnado y nos ha hablado de la belleza y de la posibilidad del amor. Sólo en comunión con él e iluminados por él, podremos participar del banquete de bodas al final de todo, el banquete del amor que no termina, que no defrauda.
EL ACEITE
5. Al final de la historia nos espera un banquete de amor hermoso, total, infinito, abierto a todos, pues todos hemos recibido el aceite para vivir ese encuentro. Sin embargo ese amor final es también arriesgado, exigente, pues supone una respuesta libre y responsable de cada uno. La parábola parece indicar que la condición para participar en ese banquete final del amor es tener «aceite» suficiente para que nuestra lámpara esté encendida. Se puede perder y gastar el aceite en modo equivocado, quedándonos vacíos y, de este modo, excluidos del amor final. Las bodas finales están abiertas a todos, pero algunos puedan no participar en ellas, pues hay que entrar con la lámpara llena de aceite y algunos viven derramando en vano su aceite, malgastando su propia vida.
VÍRGENES PRUDENTES Y SABIAS
6. La parábola enseña que no basta pertenecer al grupo de los que esperan al Señor. No basta hablar de Dios, no es suficiente auto proclamarse cristiano y ni siquiera hacer simplemente cosas buenas, pues muchas veces al hacer el bien a otros, lo que nos mueve nos el amor a los otros sino el amor a nosotros mismos y a nuestros intereses.
7. El aspecto decisivo es la fidelidad y la obediencia a la palabra de Dios durante el tiempo de la espera. El aceite de las lámparas es la vida de cada uno, conservada o malgastada; pero también representa la fidelidad y la perseverancia del discípulo cristiano que vive obedeciendo a la Palabra de Jesús en el Evangelio. Por eso las vírgenes sabias no pueden compartir su aceite con las otras en el momento final (v. 9). No es un acto de egoísmo, sino un detalle que subraya la responsabilidad personal con la que cada uno se coloca delante de Dios.
NO LOS CONOZCO
8. El esposo, que representa a Jesús que vendrá al final de los tiempos, se transforma en juez (v. 12). Un grupo de vírgenes entra al banquete, el otro grupo queda fuera y escucha de la boca del esposo la fórmula terrible, con la cual en otros textos se condena a los agentes de iniquidad: "os aseguro que no os conozco" (v. 12). Los discípulos deben estar vigilantes a la espera del Señor, que llegará en forma imprevista. Deben vivir con sabiduría, con la lámpara encendida, buscando, amando y practicando la voluntad de Dios que Jesús nos ha revelado.
NO DESPERDICIAR EL ACEITE EN NICARAGUA
9. Hoy estamos celebrando las elecciones nacionales de Presidente de la República y de Diputados a la Asamblea Nacional y al Parlacén. Es un momento privilegiado para no «desperdiciar» el aceite que puede mantener iluminada la lámpara de la convivencia pacífica y justa en nuestro país. «Las elecciones nacionales representan un momento importante y deberían ser una ocasión en la que, con responsabilidad y tolerancia, fortalezcamos nuestra identidad nacional y los grandes valores democráticos de legalidad, justicia social y compromiso por el bien de la nación» (CEN, 7 oct. 2011. n.6). Malgastamos el aceite y nos privamos de entrar en el banquete de la justicia y de la paz, si hoy no participamos activamente en las elecciones, sino ejercemos nuestro derecho constitucional de votar. «Nada "justifica en lo más mínimo ni la ausencia ni el escepticismo de los cristianos en relación con la cosa pública" (Christifideleslaici, 42). Estamos convencidos de que la mejor opción para el presente y el futuro de Nicaragua es participar en las elecciones.
10. Por eso exhortamos a todos los nicaragüenses en edad constitucional de votar, ano renunciar bajo ningún punto de vista a ejercer su derecho ciudadano al voto, para fortalecer la democracia y ser responsables de nuestro futuro como nación» (CEN, 7 oct. 2011, n. 12). Hay que votar para fortalecer la democracia, no para debilitarla, ni para destruirla. Los Obispos de Managua exhortábamos a los jóvenes en la Vigilia juvenil de Pentecostés este año hace unos meses diciéndoles: «Voten por Nicaragua, por la libertad, la justicia, la legalidad y la verdad. Voten a favor del desarrollo y la paz del país, voten pensando en los más pobres de nuestro pueblo, que son los privilegiados de Cristo. Voten para que tengamos en Nicaragua un futuro del que nos sintamos responsables todos» (Carta de los Obispos de Managua a los jóvenes de la Arquidiócesis, 14).
11. Si no nos comportamos en este día de elecciones nacionales con tolerancia y espíritu de paz, si no lo hacemos de modo inteligente, votando, observando y haciéndonos responsables de nuestro voto, malgastamos el aceite y nos privamos de la luz necesaria para participar de la fiesta de una convivencia democrática auténtica. Si las autoridades del Consejo Supremo Electoral y los miembros de las juntas receptoras de voto en todo el país, no actúan hoy con honestidad y limpieza, respetando la voluntad popular, contando en modo transparente e imparcial hasta el último de los votos de los nicaragüenses, malgastamos el aceite y privamos a Nicaragua de la oportunidad de reconstruir una sociedad pacífica, democrática y pluralista.
12. Los Obispos hemos exhortado al Consejo Supremo Electoral «a ejercer sus funciones con responsabilidad y honestidad, actuando con tal transparencia en el escrutinio de los votos que no permita ni la más mínima duda acerca del respeto de la voluntad popular en estas elecciones» (CEN, 7 nov. 2011. n. 13). Quienes forman parte de las juntas receptoras de voto, quienes contaran los votos, quienes harán el cómputo final y tienen la autoridad para anunciar el resultado final, actúen con honestidad y rectitud, no desperdicien el aceite actuando contra su conciencia, no desperdicien el aceite irrespetando la voluntad del pueblo. Recuerden que, como dice el Salmo 11, ninguna acción deshonesta queda en la oscuridad, pues hay alguien que ve: «el Señor tiene su trono en el cielo: sus ojos están contemplando, sus pupilas examinan a los hombres. El Señor examina al justo y al malvado (...). Y el Señor es justo y ama las acciones justas».
COMPARTAMOS UNOS CON OTROS EL ACEITE EN NICARAGUA
12. La parábola que hemos escuchado nos enseña que el aceite, es decir la propia vida de cada uno y la convivencia social, puede perderse y malgastarse. Pero también enseña que el aceite podría «compartirse», para que todos nos ayudemos recíprocamente a ser lámparas encendidas que puedan iluminar de esperanza el camino de la historia. El aceite hay que compartirlo. Quien salga victorioso en las elecciones de hoy, recuerde que no lo ha ganado todo, y que quien salga perdedor no lo ha perdido todo. Gane quien gane, pierda quien pierda, lo importante es que salga victoriosa Nicaragua. El aceite de nuestras lámparas hay que compartirlo, para que no falte a nadie.
13. El gobierno que todos queremos para los próximos cinco años debe ser un gobierno en que nadie quede excluido, un gobierno en el que prevalezca la pluralidad democrática y el respeto a la Ley. «Éste el principio del Estado de derecho, en el cual es soberana la ley y no la voluntad arbitraria de los hombres» (Centesimus annus, 44). Los Obispos hemos hablado de «una Nicaragua en la que prevalezca el respeto a la Constitución Política y la integridad moral en las instituciones del Estado. Una Nicaragua en donde se respete la división de los poderes del Estado para evitar caer en la tentadora y peligrosa forma de ejercer el poder de modo absoluto, de tan amargos recuerdos en nuestra historia» (CEN, 7 nov. 2011. n. 11c).
MIREMOS HACIA EL FUTURO Y CONTRUYÁMOSLO CON SABIDURÍA
14. La parábola de las diez vírgenes nos enseña que hay que saber actuar con sabiduría, no sólo en la vida personal, sino en la construcción de la sociedad. Hoy vayamos todos a votar. Y esperemos que, habiendo sido respetada la voluntad popular, a través de un escrutinio justo y transparente, podamos tener un gobierno que pueda reencauzar al país al orden constitucional, al fortalecimiento de las instituciones estatales y al bienestar de todo el pueblo sin distinciones a causa de la filiación política. La parábola de las diez vírgenes nos enseña que es importante cuidar el aceite y no malgastarlo, pero nos enseña sobre todo que es importante participar en la fiesta de boda final. Es importante mirar al futuro. Y mirar al futuro ya, desde hoy 6 de noviembre.
15. En la última carta pastoral, los Obispos hemos querido mirar al futuro y no quedarnos encerrados en los límites del presente incierto. «Iluminados por esa fe en el Reino de Dios ya presente en la historia, creemos que es válido vislumbrar con realismo la Nicaragua que con mucha esperanza añoramos y que exige de nosotros asumir desafíos concretos» (CEN, 7 nov. 2011. n. 11). Esperanza y compromiso. No dejemos que nos falte el aceite. Decidámonos todos y todas finalmente a actuar «conducidos por los más altos valores éticos de la justicia y la convivencia social y a no dejar que las ambiciones de poder de individuos o de grupos se impongan por encima de la ley. Sólo a partir de un sólido y armónico sistema institucional, capaz de ejercer los controles legales al poder, se podrá garantizar en Nicaragua la estabilidad política y el desarrollo de la democracia» (CEN, abril 2010, 5).
16. La fuerza política que resulte ganadora hoy, en el supuesto de unos comicios transparentes y honestos, exentos de toda traza de fraude, deberá esforzarse, como hemos afirmado hace ya un año los Obispos de Nicaragua, por promover «diálogos transparentes y confiables entre el Gobierno, los Partidos Políticos y la Sociedad Civil, que lleven a un entendimiento entre los distintos sectores de la sociedad y que cristalicen en un auténtico consenso democrático y un nuevo pacto social, que asegure estabilidad política y jurídica al país y que afronte los grandes problemas sociales y económicos que golpean a la población (...). Es normal que en nuestra sociedad existan partidos y grupos con ideologías e intereses específicos. Sin embargo, estos diversos intereses no necesariamente deben ser excluyentes unos de otros, sino que más bien deben poder conciliarse en función de un interés superior: el bien común de la nación (...). Lo que sería inaceptable sería, continuar con la inescrupuloso modo de hacer política, que tanto daño le ha hecho al país, intentando resolver los problemas y afrontar los retos, conspirando a espaldas del pueblo, a través de pactos de cúpulas que buscan sólo sus propios intereses y la repartición de cuotas de poder, o con medios violentos para intimidar y forzar a pactar.». (CEN, 23 abril 2010, nn. 8-9).
NO NOS DIVIDAMOS ENTRE «NECIOS» y «PRUDENTES»
17. No nos dividamos en Nicaragua entre «necios» y «prudentes», entre «insensatos» y «sabios» como las vírgenes de la parábola de hoy. Conservemos y compartamos el aceite de nuestra dignidad y de nuestra esperanza, de nuestra rectitud y de nuestra responsabilidad. Sólo así nuestras lámparas permanecerán encendidas, para caminar con luz propia en la noche de la historia al encuentro del Señor, al encuentro del amor y de la justicia que no sólo debemos practicar sino recibir como un don de parte de Dios.
18. Vivamos nuestra historia como una parábola gozosa que nos habla de una luz que nos conduce a las bodas con el Dios del amor y de la justicia, de una luz que es el mismo brillo del amor que emerge allí donde unos seres humanos, unos ciudadanos de una misma sociedad, se aman y se encuentran en la noche, sin desperdiciar el aceite y compartiéndolo como hermanos y hermanas, dándose la vida unos a otros. Que no haya más «vírgenes necias» en Nicaragua, que no quieren bodas, ni se interesan por el aceite que procura luz. Sólo así viviremos en modo justo y pacífico, en el respeto de la legalidad y de la dignidad de las personas. Sólo así podremos erradicar de una vez por todas la pobreza, la miseria, la desintegración de la familia, el crecimiento de la criminalidad, la mentira, la corrupción, la injusticia y la violencia.
CONCLUSIÓN
19. Que la Purísima, la Inmaculada Virgen María, trono de la sabiduría y madre de Nicaragua, sea nuestro modelo de «virgen sabia y prudente», siempre fiel al proyecto de Dios, e interceda por todos nosotros y por el presente y el futuro de nuestro país.
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+Mons. Silvio José Báez
Obispo Auxiliar de Managua