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Nada podría quedar vivo en donde caminaban simples mortales esperando terminar la labor del día para regresar a sus hogares
Nada podría quedar vivo en donde caminaban simples mortales esperando terminar la labor del día para regresar a sus hogares.
¿Qué ocurre cuando un simple viernes te levantas igual que siempre a trabajar, te despides de tus seres amados y con esperanzas de subsistir en una nación que se está haciendo añicos te marchas sin imaginar que este será tu último día?
Pero ellos no fueron los únicos en hacerse esta pregunta, no cuando niños, porque hay que ser sinceros y llamarlos del modo que es, niños acudieron a la llamada de emergencia portando los uniformes de bomberos, esperanzados de cumplir un papel que no les correspondía en una sociedad devastada por la mediocridad de quienes están a cargo y hoy son responsables de sus muertes.
Jóvenes con ilusiones de héroes que hoy llevan esa insignia sin tener poderes, solo por el hecho de haber muerto en lo que para ellos era una tarea desventurada, marcada por la irresponsabilidad de quienes le asignaron la labor.
Cuántas madres llorando con los brazos vacíos esta noche luego de que cerca de la base de Supertanqueros de la ciudad de Matanzas, según la versión de los dirigentes, un rayo tomara la responsabilidad de golpear un tanque de almacenamiento en una noche sin tormenta.
"El país les ha quedado grande", se comenta en las calles, ¡ya no más!, gritan a coro, ¿hasta cuándo tanta miseria?, entre lamentos recorre los labios cansados de los habitantes
Nadie imaginaba lo que pasaría, jamás contaron con que quizás esa mañana fuera la última vez que besaran a sus esposos, o hijos recibieran el amor se sus padres, ni que una madre bendijera por última ocasión a quien trajo a este mundo y ahora ya no podrá verlo más.
El fuego se desató, tomando lo que creyó suyo, incluyendo la vida de quienes laboraban y en escasos segundos sus existencias cambiaran tras cada llamarada que ardía con la misma fuerza del infierno. Las calles lloran, la tierra se abre para recibirlos.
Cuba grita, pero nadie escucha. El pueblo clama por amor, por misericordia, pero sus dirigentes están demasiado preocupados por llenar la cuenta de recaudación. "El país les ha quedado grande", se comenta en las calles, ¡ya no más!, gritan a coro, ¿hasta cuándo tanta miseria?, entre lamentos recorre los labios cansados de los habitantes.