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Me habría gustado que en la placa de la puerta de mi despacho, hubiese figurado algún apellido como Holmes, Marlowe o Poirot, pero me he tenido que conformar con el mío, Arilla, ese es mi apellido (a mucha honra), y Pablo mi nombre. Soy Detective, pero no uno cualquiera, me dedico a la existencia humana, y a averiguar todo lo que pueda de ella. Mi línea de investigación está dirigida en exclusiva, a conocer en profundidad los caminos que llevan a la frustración, y también, he logrado después de mucho esfuerzo y años de insistencia, convertirme en todo un experto en decepciones.
En estos momentos me encuentro investigando un caso complicado, al que le he puesto el nombre de las Chicas Invisibles , y espero solucionarlo con mi instinto innato de sabueso incansable, a lo que habría que añadir, mi capacidad profesional para resolver asuntos complicados. Aunque he de admitir, que tengo cierta ventaja, en este tema, ya que yo soy el protagonista principal de la trama. He decidido investigarme a mí mismo (aún a riesgo de descubrir cosas que seguro no me van a gustar), para averiguar el motivo, por el que mis relaciones sentimentales han terminado siempre en lo mismo, es decir en nada. Por eso le puse ese nombre al caso, pero la verdad es que no estoy muy seguro de haber acertado con él, ya que no tengo muy claro si las chicas que aparecieron en mi vida, en realidad no eran lo que yo buscaba, o es que no supe verlas bien.
Después de un tiempo, he ido acumulando datos y la conclusión obtenida, es que mis relaciones con las mujeres en lo que al terreno amoroso se refiere, por una parte, me han traído más intranquilidad que calma, más decepción que alegría y más gasto que beneficio, y por otro lado, y examinando al detalle con la rigurosa lupa de la exigencia de todo buen profesional que se precie, tengo la desagradable sensación de haber llegado la mayoría de las veces más al casi lo consigo , que al me he pasado. A veces la excesiva prudencia en oposición al ir demasiado rápido, te hace dudar, y te aleja del equilibrio que da siempre el término medio, pero cuando te das cuenta, ya es demasiado tarde. Y aunque no es disculpa, en ocasiones el lenguaje que muchas veces tienen algunas mujeres es indescifrable, al menos para mí, y te arrastra sin remedio a la confusión. Si a todo esto, le añadimos que también en ocasiones la propia personalidad que uno tiene, le lleva incluso a obsesionarse con alguien que te puede gustar o atraer en cierta medida, pero de quien no está en absoluto enamorado, da como resultado final, que la historia termine en fracaso cuando menos, ya que otras veces los daños colaterales de una relación (por llamarlo de alguna manera), más o menos tortuosa y estresante, pueden llevar a la víctima (un servidor), a estados de tristeza, angustia y depresión que solo se curan con el tiempo (afortunadamente).
Todavía podría seguir investigando para sacar nuevas conclusiones (enseñanzas, incluso), pero creo que ya no merece la pena, así que he decidido archivar la historia en la subcarpeta de Asuntos / Amores Imposibles, que a su vez y para darle el cerrojazo definitivo al tema, he guardado en la carpeta de CASOS CERRADOS. Pablo Arilla. Detective.