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Para que la tasa de desempleo descienda dramáticamente en un futuro no muy lejano, España necesita apostar por preparar mejor a sus nuevas generaciones, facilitándoles el acceso a las universidades y otras áreas de educación
"La enseñanza finlandesa, un ejemplo a seguir"
De la misma manera, debe darles todo su apoyo en la transición de una economía que dependía, en su mayor parte, de la industria del “ladrillo” y que ahora tendrá que ir adaptándose a la de las nuevas tecnologías. Un país que no invierte en educación, está condenado al fracaso, especialmente si tenemos en cuenta el alto grado de globalización que tiene la economía mundial, donde todas la naciones industrializadas compiten entre sí en los mercados. De ahí que, sin una base educativa sólida para sus presentes y futuras generaciones, España podría quedarse más rezagada de lo que ya está, aún dentro del marco de la Unión Europea.
Es por eso que los dirigentes del Ministerio de Educación deberían establecer una estrecha relación con sus homólogos finlandeses, para que se dieran cuenta por qué su sistema educativo está considerado como uno de los más desarrollados a nivel mundial. Seguramente que, después de analizarlo, podrían determinar qué facetas de la enseñanza finlandesa se adaptarían mejor a la de nuestro país para así llevarlas a cabo.
Un país que no invierte en educación está condenado al fracaso
Algo de razón deben de tener los finlandeses, cuando superan al resto de países europeos e incluso a grandes potencias mundiales en el tema de la educación, como Estados Unidos y Japón . A modo generalizado, cabe resaltar que en Finlandia los estudiantes, padres y maestros, contribuyen al currículo educativo mientras que, en países como España, el gobierno es el encargado de decidir las clases que se impartirán y los libros que utilizarán los alumnos. Del mismo modo, las autoridades finlandesas ponen en práctica lo que podríamos denominar como “el círculo de confianza educativo”: los centros de enseñanza confían en los padres y alumnos y estos, a su vez, confían en los educadores. Es por eso que en el país escandinavo los profesores disfrutan de un alto grado de autonomía en cuanto a la forma de impartir sus clases, lo que resulta en una mayor participación de los alumnos quienes, además, se divierten aprendiendo.
Otra de las grandes diferencias entre el modelo de educación en Finlandia y muchos otros países, es que ellos basan el aprendizaje de sus estudiantes en la comprensión de las materias que se imparten, en lugar de en la memorización de los textos escritos. Asimismo, el número de pupilos por aula es generalmente menor que en otros países de la Unión Europea, con una media de menos de 20 alumnos por clase. Pero tal vez, la clave principal del éxito que tiene el sistema educativo finlandés esté en la gran admiración y respeto que se le otorga a los maestros quienes, además, están muy bien remunerados. La docencia en Finlandia es una de las profesiones mejor consideradas por la sociedad y su grado de exigencia es tal que, de todos los que solicitan vacantes universitarias, sólo alrededor de un 10% son contratados.Probablemente no todas las facetas del programa de educación finlandés podrían adaptarse al modelo español, pero no estaría de más que se creara una comisión de investigación para analizar sus ventajas e inconvenientes, tratando de amoldar a nuestro sistema educativo aquellas que más convengan y, por qué no, instaurar también algunas otras de nuestra propia iniciativa.