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A falta de días para que se cumpla el segundo aniversario del destape del Caso Dieselgate en Estados Unidos, habemus un condenado por fraude y conspiración contra los consumidores estadounidenses. El convicto es James Liang, previamente ingeniero en Volkswagen North America y uno de los cabezas -nunca mejor dicho- de una de las mayores estafas que ha conocido el mundo del automóvil. Sí, esa por la cual motores diésel que no cumplían la normativa americana eran limpios e impolutos solo cuando detectaban una prueba en banco de rodillos.
James Liang se habría enfrentado a una condena mucho mayor por su papel en el Dieselgate, pero se entregó a la justicia y ha pactado: cantar a cambio de una rebaja en la condena. Y así ha sido, tal ha sido su entonación que Alejandro Sanz y demás asiduos al mundo musical habrían dado la vuelta a su sillón tras pulsar el botón de "La Voz". Liang sabía que no se podía cumplir esta tríada: cumplir la normativa Clean Air Act, que el consumo fuese bajo y que no hubiese problemas mecánicos. De cinco años de prisión la cosa se queda en 40 meses, que son tres años y medio, un "paquete" de 200.000 dólares y dos años de libertad vigilada.
El ingeniero de 63 años es la primera persona que ha sido condenada a prisión por el Dieselgate, pero no va ser el único. En diciembre conoceremos la sentencia contra Oliver Schmidt, otro de los implicados, que fue trincado en un aeropuerto cuando pretendía volver a Alemania después de pasar unas vacaciones en el destino menos recomendable para un trabajador de Volkswagen. Hay otros tantos señores que más les conviene no salir de Alemania, no sea que pisen un país con acuerdo de extradición y se enfrenten a la maza y la toga del juez Sean Cox. Schmidt se enfrenta a una condena de siete años y una multa de 400.000 dólares, mejor eso que cadena perpetua, que es lo que se comentó inicialmente.
Se considera probado que Liang y otros empleados comenzaron el desarrollo de la familia de motores EA189 con inyección common-rail en 2006 con la idea de torear a las autoridades competentes en homologaciónMientras tanto, en Alemania, se dice y se comenta -cada vez más alto- que Martin Winterkorn, el CEO de Volkswagen en la época ominosa, sabía lo que se estaba cociendo antes de que saltase el escándalo, y se lavó las manos como Pilatos. Cuando dimitió hizo un Cristina de Borbón, dijo que no sabía nada, y todo lo que hizo fue por amor... a la empresa y a su remuneración astronómica. Posiblemente Winterkorn tampoco podrá salir de Alemania al ritmo que van las cosas, por mucho que siga negando que hizo algo o sabía algo, ya que es un hombre conocido por su pasión por los más nimios detalles.