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A la hora de estudiar a los próceres de la independencia tanto argentina como uruguaya, hay un hombre que pasa casi desapercibido por los actuales manuales escolares
imagen del General José Rondeau
Entre las figuras de los próceres de la historia argentina, hay algunos que pasan desapercibidos en los manuales escolares de la actualidad. Uno de ellos es el general Rondeau. Quien participó de la guerra de independencia de España y de la lucha por la libertad de las colonias de América. Y eso no es todo, también hay otro hecho no menos fundamental de suma importancia dado que estuvo presente para repeler las invasiones inglesas al Río de la Plata. Por lo general en la simplificación de la enseñanza de historia se o conoce como el director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata en 1815 primeramente y luego en 1819-1920. En la autobiografía que el General José Rondeau escribió en la Ciudad de Montevideo, “en los últimos años de su vida y en medio de la penosisima dolencia que le aquejaba”, nos dice que nació en la ciudad de Buenos Aires el 4 de marzo de 1773. Luego fallecería el 18 de noviembre de 1844 en la ciudad de Montevideo. En dicha biografía no hace ninguna referencia a su familia, tan solo hay un dato. El de su traslado a la Ciudad de Montevideo, siendo él muy niño. Ya en Montevideo comienza la carrera de las Letras. la cual cambia después por la de las armas. Esto sucede después de cursar el 2º año de la materia de Teología, en la biografía se aprecia un hogar acomodado el cual era parte de la sociedad colonial de ese entonces. ¿Que lo habrá llevado a cambiar las letras por las armas? ¿O siempre llevó las letras de la libertad y la igualdad impresas en la espada? Abogo por esta segunda opción. El general Rondeau siendo parte de la sociedad colonial se educó con los valores de ella. Este dato nos ayuda a situarlo, dentro del cuadro social y familiar en donde se desarrolló su infancia y sus estudios.
Esta alusión del General Paz, en sus “Memorias”: “Diez años antes había venido su padre, Don Juan Rondeau, con su mujer, hijas y una nieta hija del General, empleado a Córdoba, donde contrajeron relaciones estrechas con mis padres”. Es una hermosura de perla saber que los padres del General Lavalle eran amigos de los padres del General Rondeau. Si bien los que hacen historia en muchas ocasiones se infiere, es más gratificante cuando se sabe. dado que allí reside la diferencia entre saber o creer. Volviendo a la biografía del General Paz, “diez años antes”, teniendo en cuenta los hechos que relata el vencedor de la batalla de Oncativo (Provincia de Córdoba), viene a ser hacia 1805, fecha en que José Rondeau se nos aparece como un distinguido oficial del cuerpo de caballería de Blandengues de Montevideo (Ciudad de Montevideo), quien a probado ya su temple en la lucha contra los portugueses y los ladrones cuatreros. Además de escaramuzas contra los originarios Charrúas. Por ese entonces no pasaban de ahí los acontecimientos que perturban la vida del virreinato; quizás él creyera que nunca pasarían de ahí… Pero no fue así. Al llegar el año 1806 se da un hecho insólito, como lo describió en su artículo periodístico publicado en el año 1946 Valentín De Pedro. Artículo que narraba esto y publicado en el Diario La Prensa de Buenos Aires. Como no todos los lectores tienen tiempo de visitar una hemeroteca, me pareció interesante transcribir algunos de esos datos.
Las invasiones inglesas vienen a perturbar la vida de las Provincias Unidas del río de La Plata, y a sacar la suya propia del oscuro fondo en que se movía. Para situar en escenarios de acontecimientos de universal resonancia, en los que se proyectaban la más viva luz de la historia de ese entonces. Veremos de forma resumida cómo se fueron dando esos acontecimientos. En los comienzos de la lucha contra las invasiones inglesas en la Banda Oriental, donde Rondeau se encuentra alcanza el grado de Capitán. Siempre había cumplido de manera exitosa cuantas misiones le habían sido asignadas. Pero en esta ocasión no pudo cumplir con la misión de defender Montevideo. A modo personal ninguna responsabilidad le cae sobre la caída de la ciudad de Montevideo a manos británicas. Ya cuando toda resistencia era inútil, abandona la lucha, pero con dignidad, dejando a salvo su honor de militar, negándose a rendir su espada al vencedor como otros jefes lo hicieron, hasta se enojaba con quienes le aconsejaban realizar este acto dicen las fuentes. Después de la deserción del Virrey Sobremonte y la capitulación de la Plaza, todo su afán es embarcar hacia Buenos Aires, y desde allí seguir combatiendo contra las invasiones inglesas. Recorre inútilmente algunos lugares de la costa, en busca de alguna embarcación que lo lleve, cuando al fin encuentra una, ya navegando en el medio del río de La Plata, lo alcanza una lancha de guerra enemiga. De esta forma es apresado y poco tiempo después es conducido a Inglaterra. Cuando lo conducen hacia Inglaterra es conducido junto a otros 600 prisioneros. Incluso junto a otros 250 presidiarios haciéndolos pasar por militares, además había 48 o 50 oficiales entre ellos. Según el mismo Rondeau contaba tiempo después. Este hecho le impidió tomar parte de la Reconquista tanto de Montevideo como de Buenos Aires. Cuando se Reconquista Buenos Aires se realizan las cláusulas de intercambio de prisioneros y de esta forma son liberados de su prisión en Inglaterra, y llevados hacia La Coruña en España. Allí comienzan a prestar servicios en la guarnición, con el nombre de “Batallón de Buenos Aires”, y con qué orgullo lo harían, dado que gracias a la Reconquista de la Ciudad de Buenos Aires, la fama de los militares y de su pueblo de estos lados (también de Montevideo), se hizo universal.
Volviendo a Buenos Aires, la Reconquista es una gloria Argentina, pero la Argentina por esos entonces era un territorio (Provincia) de España, razón por la cual los soldados y oficiales del “batallón de Buenos Aires” se encuentran en La Coruña, y participaran en el levantamiento de España contra la invasión Napoleónica, como participaron a orillas del Plata del levantamiento contra las invasiones inglesas. Rondeau es la figura más representativa de estos acontecimientos, por cuanto se unen en su nombre los galardones conseguidos en España y América, y por qué a través de ellos se va formando una conciencia llamada a influir en los destinos de las independencias americanas. En este caso en la independencia Argentina y uruguaya. La casualidad quiso que los prisioneros (argentinos) de Whitelocke, una vez liberados fueses a parar a La Coruña, una de las ciudades españolas que más pronto y con más unanimidad reaccionaron contra la invasión napoleónica, y donde esa reacción tuvo por otra parte, un carácter revolucionario, con el levantamiento del pueblo en armas el 30 de mayo de 1808, seguido por la formación de una Junta esencialmente popular, tanto que todo ciudadano podía proponer lo que creyera necesario y conveniente en beneficio de la causa de la libertad.
De esta Junta nació la idea de convocar a todas las ciudades gallegas para que libremente eligieron los miembros de otro organismo que representase a toda la región, como así se hizo, lo que dió origen a la creación de la Junta Suprema de Galicia, enraizada en una pura tradición democrática, que formó un ejército de 40.000 hombres, al que se incorporó el “Batallón de Buenos Aires”, equipado según las propias palabras de Rondeau “con uniforme inglés, compuesto de casaca corta encarnada, chupetin y calzón blanco. que hacía mucho tiempo estaba almacenados, tomados de una presa inglesa hecha por los españoles en otra guerra muy anterior, así que todo él estaba muy apolillado, de modo que en el ejército era conocido este cuerpo más bien por la denominación de Colorados que por la de batallón de Buenos Aires”. En dos cuerpos se dividió el ejército formado por la Junta Suprema de Galicia, uno de los cuales, compuestos de 30.000 hombres, pasó a Castilla y con él iba el batallón de Buenos Aires. El General Blake, que era quien lo mandaba, después de la batalla de Rioseco, adversa para las fuerzas españolas, ordenó que de aquel batallón se sacarán 200 hombres, con sus respectivos oficiales para formar un cuerpo de caballería con la denominación de “Dragones del General”, José Rondeau estuvo entre los elegidos, donde se incorporó con el grado de capitán y fue ascendido inmediatamente al puesto de “ayudante mayor” de ese escuadrón. Luego sustituye al General Blake en el mando de aquel ejército, el marqués de la Romana, quien tenía su cuartel general en León, quien comisionó personalmente a Rondeau para que condujese, desde aquel punto a Ciudad Rodrigo, sesenta prisioneros de caballería. Órdenes nada fácil de cumplir. Pero pudo completar su misión lo que le dió un certificado honroso de la Junta Superior de Castilla la Vieja y de los Jefes del Regimiento de Voluntarios de Caballería de Ciudad Rodrigo, creado en esta misma ciudad, y en el que obtiene el empleo de capitán en propiedad y mando de una de las doce compañías de las cuales se componía, dividido en cuatro escuadrones. Miremos cuantas historias seguramente de ser contadas, y que tendrían que estar en los manuales escolares.
"con el alma tendida inmensamente hacia su tierra natal, los territorios del Río de La Plata, en ambas orillas"
Este regimiento incorporado al ejército que mandaba el duque del Parque, interviene en la batalla de Tamames, en las cercanías de Salamanca, y en ella Rondeau, a quien la fatalidad había hurtado la gloria de participar en las heroicas acciones de la Reconquista de Buenos Aires, participa de una gloria equivalente, al encontrarse entre los que derrotaron a los requerimientos imperiales, que entonces en Tamames, como un año antes en Bailén, donde se halló San Martín, vieron desvanecerse su fama de invencibles, fama que las tropas napoleónicas tenían por ese entonces. La Ciudad de Salamanca hizo grandes fiestas a los soldados que habían liberado de los invasores, y que “se dio en premio, a la clase de jefes y oficiales, el uso de una medalla de oro con jeroglíficos alusivos” como declararía años después Rondeau.
Con este gran galardón, terminan los servicios de José Rondeau en el ejército peninsular, durante la guerra de la Independencia, pues aunque ésta siguiera, a poco de haberse obtenido la victoria de Tamames, la Regencia del Reino (disuelta ya la Junta Suprema), ordenó que se diere pasaporte para los pueblos de Cádiz y La Coruña a todos los jefes y oficiales procedentes de los cuerpos establecidos en las colonias españolas o destinados a ellas. Esta disposición afectaba especialmente a los que pertenecían al Regimiento de Buenos Aires quienes, entre ellos Rondeau, eligieron para embarcar el puerto de la bella y culta ciudad de Cádiz.
¿Gloria del destino que haya sido Cadiz? Seguramente si. La bonita ciudad de Cádiz, que resplandece siempre de blancura, se ilumina en aquellos días con una nueva luz, la luz de un ideal que traspasará fronteras y años; el liberalismo. Coincido en este caso con Valentino De Pedro cuando fue el verdad quien dijo estas palabras. Pero qué tan atinadas son, al punto que no vale la pena parafrasearlo. En la extremidad del viejo mundo, avanza en el atlántico, vestida de claridad, como para saludar al mundo nuevo que nace allá en la otra orilla…
Asediada por el invasor el cual no era francés, sino de fondo era el invasor de la ignorancia, dado que la maldad en el ser humano, no viene de una nacionalidad, sino de la codicia, el poder, y la ignorancia, de fondo eso era Napoleón. De esta forma la ciudad de Cádiz se encontraba asediada por el invasor, pero no pensaba rendirse, sino que está forjando entre sus muros nuevos órganos de gobierno en los cuales pueda prevalecer la voluntad del pueblo que, para sentirse fuerte contra el invasor, ante el cual a cedido la monarquía, lo primero que ha hecho es recuperar el espíritu democrático de sus instituciones representativas, y ese espíritu es el que le da tan poderoso aliento en su lucha de independencia.
Rondeau tuvo forzosamente que relacionar el levantamiento de la península contra Napoléon, con el levantamiento del Rio de La Plata contra las invasiones inglesas. ¿En todo caso no tuvieron tanto la una como la otra su repugnancia a la dominación extranjera? En Cádiz crisol de libertades, pudo advertir que una nueva libertad estaba naciendo: la libertad de América. El mismo nos lo dice en su autobiografía al referirse a su llegada a Montevideo después de tres meses y cuatro días que duró su viaje en la fragata “La Estrella”: “apenas habíamos dado fondo, que fue en agosto del año 1810, cuando se nos presentaron algunos conocidos (hago memoria en este acto de un tal Toledo) y nos dieron noticias del noble alzamiento de Buenos Aires contra el gobierno Español, verificado el 25 de mayo del citado año, y consecuencias de este acontecimiento hasta el momento hasta el momento en que se nos hablaba de él, pero con tanta franqueza como si tuviesen persuadidos de que los cuatro oficiales, de los cuales uno era español, que veníamos en aquel buque, teníamos iguales sentimientos y estuvieron de acuerdo con los suyos: lo que sí puedo asegurar es que en cuanto amí no se equivocó Toledo, que fué el que se me acercó al oído para iniciarme en algunos misterios políticos aún indicarme ya una casa en la ciudad en que se reunía un club de americanos, a tratar de cosas relativas a la independencia deAmérica que se proyectaba; y como ya algo habíamos presentido en Cádiz a este respecto, no me fue extraño encontrar ya la revolución en pie y a l que venía ya dispuesto a incorporarme, si lo que habíamos extendido allí se realizaba”. Recomiendo leer su autobiografía.
A través de estas líneas, escritas por él, evocamos a Rondeau en Cádiz, con el alma tendida inmensamente hacia su tierra natal, los territorios del Río de La Plata, en ambas orillas. Cuando embarca para ella, no va sólo a su encuentro sino también a su liberación. Desde el día en que Rondeau se vió forzado a abandonar sus costas, en 1807, hasta el día en que vuelve en 1810, el tiempo, en su brevedad de tres años, ha traído fundamentales mudanzas. Pero el destino ha querido que él participara de los hechos que las originaron, para que representase una continuidad histórica, encarnada en el capitán de Blandengues de Montevideo, que a este lado del atlántico lucha contra las invasiones inglesas del Río de La Plata, y que allá al otro lado, siempre dentro del mundo hispánico, combate contra la invasión napoleónica, como capitán del Batallón de Buenos Aires, del Cuerpo de Dragones del General y del Regimiento de Voluntarios de Caballería de Ciudad Rodrigo, y que después de haber enaltecido su espada ante las juntos formadas por el pueblo español para luchar por la independencia bajo el signo de la democracia, se le ofrece a la junta de Buenos Aires para seguir luchando por la Independencia, esta vez por la Independencia de su patria, con una clara conciencia de carácter revolucionario de nuestra emancipación además de poseer una inquebrantable fe republicana. Creo que en esta nota que mucho ya había sido dicho por Valentín De Pedro, pero que me pareció correcto rescatarlo del olvido del siglo pasado, estamos ante uno de los muchos héroes de la independencia de la actual República Argentina, como también de todos los estados que defiendan la manera de ejercer la política y la vida social como una “república”. Rondeau demostró con sus actos y no con sus palabras que fue un ser humano virtuoso digno de ser imitado. No quedan dudas al respecto que lucho contra la tiranía y el despotismo sin importar que nación lo solicitará, dejando fanatismos de lado, estuvo al servicio de construir una mejor sociedad. Le toco luchar en su tiempo y espacio, y demostró estar a la altura de las situaciones que tuvo a resolver.
Ulises Barreiro