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Comienza el año 2021 con una guerra de nuevo cuño que mantiene a los Estados en vilo, atentos a las consecuencias de sus millonarias inversiones en vacunas en una falsa carrera por atajar la pandemia y recuperar sus maltrechas economías
El colmo del ridículo es que la confianza en una determinada vacuna es similar al alineamiento con tal o cual ideología, con tal o cual alianza militar o con tal o cual aliado político.
El capitalismo se ha convertido en un mercado de vacunas en el que se apuesta por uno u otra vacuna como si de una fórmula económica se tratara.
Esta ridícula estrategia nos da la medida del grado de mediocridad y la escasa seriedad de unos gobernantes, empeñados en agradar a sus socios más que en curar a sus ciudadanos.
Es un juego de amiguetes y no la consecuencia de un estudio científico serio sobre la eficacia y calidad de la vacuna comprada, que entre otras cosas y en casi todos los casos es carísima y de resultados muy similares pero de muy distinto precio.
En Argentina, tierra de las boludeces, se ha llegado a decir que para comprar la vacuna han avalado su pago con las reservas de petróleo, hipotecando el país.
El payaso de la política internacional Jair Bolsonaro, ha llegado a decir que la vacuna de Pfizer podría convertir a los humanos en cocodrilos, como si la cosa estuviera para bromas, a pesar de lo cual se ha autorizado la compra de vacunas solicitada por el gobernador del Estado de Sao Paulo.
Y aprovechando la confusión creada por la resistencia a dejar la Casa Blanca por Donald Trump, el Brexit, la crisis de Irán y sucesos varios, la decadente potencia norteamericana, donde dijo Digo ha dicho Diego y ha tenido que recular en sus sanciones a Huawei, para que su industria pueda servirse de la tecnología 5G.
En su día ya comentamos que las sanciones a Huawei no eran otra cosa que una bravuconería que terminaría por dañar a la economía norteamericana necesitada cada día más de la tecnología china, líder en el desarrollo de la 5G.
Y en su momento también comentamos que los BRICS, se habían replegado víctimas de sus propias contradicciones internas ante el imparable ascenso de China que al final acabará por convertirse en la fábrica del planeta.
A la carrera de errores de los EE.UU. hay que sumar su reciente fracaso en las pruebas de su misil hipersónico, lo que sitúa a la industria armamentística yankee en tercera posición, después de las pruebas rusas.
Va siendo hora de buscas una vacuna contra el capitalismo salvaje
Desde el inicio de la pandemia los mercados siguen siendo intervenidos por los Estados, echando por tierra, aquella cacareada consigna de que el capitalismo debe ser ajeno a la intervención de los Estados.
Los mercados de todo el planeta (incluida China) se mantienen a duras penas gracias a las multimillonarias inyecciones de capital que aportan los Estados que han pasado a convertirse en la unidad de cuidados intensivos del capitalismo.
Es hora de replantearse seriamente el papel del Estado en el control de la economía y dejar claro que sin la intervención del Estado el capitalismo es una fiera desbocada dedicada a la especulación sin medida ni control.
Salvo la maltrecha Unión Europea, ninguna otra región del planeta está en condiciones de mantener el equilibrio de sus mercados y sostener la cadena de suministros que sigue afectada por la pandemia.
Los suministros de las vacunas están poniendo en jaque a las empresas de logística que compiten a dentelladas por el transporte de los suministros a diferentes países, en una nueva lucha por sobrevivir en un mercado vapuleado por la pandemia.
Las soluciones a corto plazo están pasando a ser a medio plazo, en vista del descontrol que ha generado la pandemia y sobre todo ante la falta de respuestas contundentes y efectivas para una recuperación económica cada vez más lenta y lejana.
Mientras tanto los analistas no apuestan por atinar en sus predicciones y prefieran permanecer callados ante un panorama incierto y desconcertante.
@ordosgonzalo
gonzalo alvarez-lago garcia-teixeiro