Ya tuvimos cinco presidentes en una semana y, aún así el país estaba sin presidente. Aquello ocurrió en el año 2001 con la renuncia del ex presidente Fernando de la Rúa.

En estos días se da otra situación mucho más curiosa todavía. De pronto el país parece ser gobernado por dos presidentes, pero a la vez uno de los cuales ni siquiera es presidente electo.

Sin embargo, se da una situación de doble gobernabilidad por el solo hecho de que aunque el presidente en función no lo quiera de este modo, parte del mundo financiero y de la misma población argentina lo asumió de esta manera.

Todo el entorno se comporta como si este gobierno hubiera fracasado y ya supieran quien será el próximo gobierno que decidirá el destino de la Nación durante los futuros cuatro años.

Por otro lado, la crisis en que esta sumergida la economía no le permite al gobierno actual tomar medidas de acuerdo al modelo político que él propone y, termina tomando medidas acordes al modelo que vendrá. Eso también lo debilita bastante, porque en cierta medida termina dándole la razón a la política económica que él mismo criticó durante toda su gestión.

Otra situación que aún confunde más la política actual es que las organizaciones sociales se manifiestan en protestas callejeras y dirigen sus reclamos, no al actual presidente, sino al que ha sido elegido como futuro presidente en una campaña electoral que ni siquiera son las elecciones legítimas.

Peor aún, el futuro presidente, que aún no ha sido electo, pero para una importante mayoría de la población argentina si, les responde a las organizaciones sociales como si fuese un presidente en función. 

De modo que el país termina siendo gobernado por un presidente que aún sin haber perdido una elección, ya se siente derrotado y, por otro que sin haberla ganado ya cree que puede decidir las cosas más importantes de la Nación. 

Carlos Polleé