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Tras diagnosticarme cáncer de ovarios en estado avanzado con sólo 24 años, el significado de mi vida tomó otro rumbo, impensable para mí hasta entonces
El Cáncer vino a mí a enseñarme. A enseñarme a vivir, a enseñarme quién soy yo. Vino a mostrarme lo serio que es vivir. Porque es cosa seria esto de tener una oportunidad de vivir una vida. Es asombrosamente impactante sentir que mueres. Porque lo normal es no saber cuando uno va a morir y cómo. Pero cuando te dicen que tienes un 30% de posibilidad de vivir 5 años...eso es arena de otro costal. Un costal que pesa y mucho.
Qué inocentes somos los seres humanos, repletos de sueños inalcanzados con tendencia a suicidarlos de antemano, pensando que siempre hay un mañana para cumplirlos. Mis sueños se fueron todos a la papelera de un hospital junto a los restos de mi cuerpo enfermo. Quise mirar a otro lado, quise hacer lo que siempre hacía: mirar para otro lado cuando tenía mis problemas de frente. Quise literalmente negar que tenía cáncer. Al principio funcionó, porque el cerebro es sabio y se defiende negando la realidad y disfrazándola. Mi mente negó mi enfermedad dándome lo que necesitaba en ese momento: atención de los demás. Una atención ficticia, pues sólo necesitaba la atención de una sola persona: yo misma. El cáncer me enseñó que la vida está en tu mano en este mismo instante mientras me lees pero mañana puede que ya no existas. Así, literalmente. No pretendo asustarte ni amargarte. Pero párate a pensarlo en serio. Dime qué harías si mañana despiertas de una operación con cáncer, sin apenas posibilidades de vivir y con muchas posibilidades de no superar la operación. Imagínatelo. Siéntelo. Todos tus sueños y esperanzas rotos...pero ocurrió algo asombroso.
Tras 18 años desde la operación y la quimioterapia, el cáncer no ha vuelto
Cuando te diagnostican cáncer a los 24 años, no sabes afrontarlo
El cáncer no es ninguna tontería. No es una lucha de la que sales ileso. A mí el cáncer me ha dejado una cicatriz y miles de heridas. El superviviente de cáncer suele verse como un héroe y no somos tal. Somos personas que a pesar de haberlo superado, vivimos con la incertidumbre diaria de si volverá. Vivimos con el cuerpo reventado de quimios y pruebas, de pelo que pierdes y dolores que ganas. El cáncer te queda el alma un poco rota, frágil, llamarnos guerreros es una etiqueta que a veces pesa mucho, porque tratas de llenar esa expectativa y cuesta llegar a ella. El cáncer te deja exhausta, cansada, y lo peor, te deja con muchos "porqués" sin respuestas. El cáncer jode y superarlo y vivir con la carga de los que se fueron, también jode. No es fácil sobrevivir al cáncer porque sí es verdad que te cambia la mentalidad, el "cómo" ves ahora la perspectiva de las cosas. Pero no todo es alegría tras esta tempestad cancerígena, porque a veces nosotros, los supervivientes, también vemos negros los días y no somos tan fuertes como nos creen ser. A veces tenemos que disfrazar la pena, la tristeza o el miedo, con una sonrisa que a veces, nos cuesta dibujar en nuestras caras. A veces necesitamos que nos digan que no nos hagamos tanto los fuertes. Y que somos humanos, no superhéroes. A veces nos sentimos heridos de una forma tan profunda, que no existe consuelo alguno y tienes que callar por esa etiqueta impuesta de lo fuertes que somos. El cáncer te hace vivir todo lo positivo más intensamente, pero también es justo lo contrario, lo negativo y doloroso, se intensifica al mismo grado.
Las lecciones que aprendí como superviviente del cáncer
Antes de enfermar, no me tomaba la vida demasiado en serio, ni la vida ni a mi misma. Y llegué a la conclusión de que lo que nos hacen entender de que la vida es divertirse, ser feliz y no tomarse las cosas en serio era una gran MENTIRA. La vida se convirtió en algo muy serio para mi, muy valioso, y no quería perderla bajo ningún concepto! Las reglas de repente cambiaron: ya no había reglas. Y por primera vez en mi vida sentí que tenía vida, que estaba VIVA, que tenía una posibilidad de seguir VIVIENDO. Vivir sin seguir reglas, ni estereotipos ni dictados de nadie. Porque a la vida hay que dejarla que nos muestre cosas, situaciones.y A VER QUE HACEMOS CON ELLAS!! Esa es la base, a mi parecer, de vivir medianamente bien la vida: saber qué hacer con lo que nos pasa, no POR QUÉ nos pasa, sino PARA QUÉ. Mi cáncer vino a mi a salvarme la Vida, con mayúsculas. Vino a ponerme las cosas claras, a enseñarme cómo vivir. Vino a recordarme que la muerte vendrá sin duda. Mi cáncer vino a darme un toque en la espalda, un toque de atención.Vino a hacerme sentir Viva, con mayúsculas.
Lo que el cáncer me enseñó