¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Cultura escriba una noticia?
El nombre de la poeta, diplomática y pedagoga chilena Gabriela Mistral, Premio Nobel de Literatura en 1945, quien falleció el 10 de enero de 1957, en Nueva York, figura junto con el de su compatriota Arturo Prat, como los más usados para denominar calles y pasajes en Santiago. Así lo reveló un estudio de la empresa Mapcity, que señala que el nombre de Mistral aparece en 27 sitios, mientras que el de Prat en 22. Otros nombres famosos que pueden observarse son el de Manuel Rodríguez (21 veces), Pedro de Valdivia (17 veces) y Pablo Neruda (17 veces), todos ellos superados en número por Mistral, a quien definen sus biógrafos como enemiga de la retórica y amante del lenguaje coloquial. Lucila Godoy Alcayaga, quien más adelante adoptaría el seudónimo de Gabriela Mistral, nació en Vicuña, Chile, el 7 de abril de 1889 y tuvo que enfrentar una niñez difícil en uno de los parajes más desolados de Chile, al sufrir el abandono de su padre. A los 15 años publicó sus primeros versos en la prensa local y empezó a estudiar para maestra; unos años después, en 1906, se enamoró de un modesto empleado de ferrocarriles que por causas desconocidas se suicidó; pérdida que inspiró sus primeros versos importantes. En 1910 obtuvo el título de maestra en Santiago y cuatro años después se produjo su consagración poética en los juegos florales de la capital de Chile. Los versos ganadores -Los sonetos de la muerte- pertenecen a su libro "Desolación" (1922), que publicó el Instituto de las Españas de Nueva York. En 1925, dejó la enseñanza y, tras actuar como representante de Chile en el Instituto de Cooperación Intelectual de la S.D.N., fue nombrada cónsul para representar a su país en Nápoles y en Lisboa. De regreso a su patria colaboró en la campaña electoral del Frente Popular (1938), que llevó a la Presidencia de la República a su amigo de juventud, P. Aguirre Cerda. En 1945 recibió el Premio Nobel de Literatura –fue la primera mujer latinoamericana en obtenerlo- y viajó por todo el mundo. Seis años después se le adjudicó el Premio Nacional del ramo en su natal Chile. En 1953 fue nombrada cónsul en Nueva York, cargo que consiguió para estar junto a la escritora y bachiller estadounidense Doris Dana, a quien había conocido en 1946 y quien, fue receptora, portavoz y albacea oficial de Mistral. La correspondencia entre Dana y Mistral revela aparentemente el establecimiento de una sólida relación interpretada por muchos como homosexual entre ambas, cosa que Dana negó hasta el final de sus días. Doris Dana en esa época, consciente de que la existencia de Gabriela Mistral era finita, comenzó un minucioso registro de cada conversación que tenía con la poetisa. Además, acumuló un total de 250 cartas y miles de ensayos literarios, que hoy constituyen el más importante legado mistraliano y que fue donado por su sobrina Doris Atkinson después de su muerte, acaecida en noviembre de 2006. Mistral tenía diabetes y problemas de corazón. Murió en el Hospital de Hempstead, Nueva York, a causa de un cáncer de páncreas, el 10 de en enero de 1957. A decir de los estudiosos de su obra, la poesía de Mistral está inspirada en el modernismo, más concretamente de Amado Nervo, aunque también se aprecia la influencia de Frederic Mistral (de quien tomó el seudónimo) y el recuerdo del estilo de la Biblia. "De algunos momentos de Rubén Darío tomó, sin duda, la principal de sus características: la ausencia de retórica y el gusto por el lenguaje coloquial. A pesar de sus imágenes violentas y su gusto por los símbolos, fue, sin embargo, absolutamente refractaria a la poesía pura", señalan. Sus temas predilectos fueron la maternidad, el amor, la comunión con la naturaleza americana, la muerte como destino y, por encima de todos, un extraño panteísmo religioso que, no obstante, persiste en la utilización de las referencias concretas al Cristianismo. Además de su libro "Desolación", escribió "Lecturas para mujeres destinadas a la enseñanza del lenguaje" (1924), "Ternura" (1924), "Canciones para niños"; "Tala" (1938); "Poemas de las madres" (1950) y "Lagar" (1954). Póstumamente se recogieron su "Epistolario" (1957) y sus "Recados contando a Chile" (1957), originales prosas periodísticas, dispersas en publicaciones desde 1925.