La estacionalidad ha dado un respiro a la escalada del paro en el último mes del año. El sector servicios ha hecho honor a su nombre y ha prestado uno. Son ya 4, 8 millones de desempleados, de desesperados, que bajaron del tren en un día aciago y siguen esperando en la estación como Penélope a que vuelva el tiempo pasado. El problema de la economía no son esos 4, 8 millones de parados. Al contrario, el problema de los 4, 8 millones de parados es la economía, una economía que ha calado en todos los ámbitos, basada en el minimalismo, el menos es más. En este caso, ese más no llega ni a suficiente. Menos es menos en este caso, y aquí no sirve el lema del arquitecto Mies van der Rohe, que aplicó esta idea a toda su obra y la legó a la posteridad para que ahora todos ls apliquen a lo que más, o menos, les conviene. Las tesis del menos es más está bien para un edificio, para quitar lo superfluo y huir de la ostentación y lo vanal. Pero cuando ya no queda ningún abalorio que quitar, la bolsa ya vacía y el alma en los huesos, el resultado es déficit, carencia, zarpazo. Y las peinetas negras de luto riguroso por no se sabe qué de Cospedal (sueldo de 150.000 euros netos: aquí el lema es más es mejor) y Santamaría con su toque entre almodovariano y lorquiano en una casa de la Bernarda no hacen más que ahondar en la austeridad y alimentar la depresión. En este aspecto, 2012 ha traído imágenes espeluznantes en cuanto a indumentaria femenina. Eso sí que debería analizarse como un grave problema para la economía, no los 4, 8 millones de desempleados que buscan trabajo y no lo encuentran.

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