¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que El Mundo escriba una noticia?
Cuando exhibieron públicamente que la que hoy es su novia y prometida, Rosalinda Bueso, había estado cobrando en la nómina del gobierno del DF durante varios meses
Ebrard trató de defenderse argumentando que él sólo la metió a cobrar del erario como parte de una “tradición”, porque la desprotegida señorita Bueso se había quedado sin chamba en el gobierno de Honduras y necesitaba un trabajo para no ser expulsada de México.
“Yo sólo seguí la tradición y la contraté porque me lo pidieron varios diplomáticos”, dijo el jefe de gobierno del DF, ante las evidencias contundentes de que quien es la dueña de sus quincenas, también cobraba otras quincenas nada despreciables, de 26 mil 500 pesos, del dinero de los contribuyentes que le pagabamos 53 mil pesos mensuales.Los políticos mexicanos son especialmente vulnerables a los encantos del amor y sobre todo a la tentación de dejarse llevar por ese amor y por la pasión para hacer locuras y actos que violan flagrantemente la ley al incurrir en tráfico de influencias, nepotismo y hasta peculados, seducidos por el amor y el sexo.
Ejemplos sobran, pajarracos, ahí esta José López Portillo y su amante Rosa Luz Alegría, elevada al rango de secretaria de Estado; o Gustavo Díaz Ordaz y sus generosos regalos a la actriz Irma Serrano; o los excesos de Aturo Montiel cuando se enamoró de una chica francesa que vino a México a vender publicidad. Y qué decir de Vicente Fox y Marta Sahagún, que llevaron su relación a los niveles más inéditos de la vida política y amén de casarse en Los Pinos, inventaron el concepto de la “pareja presidencial” con todos sus excesos y dislates tanto en asuntos de gobierno como en los gastos suntuarios. Carlos Salinas se casó con quien fue su secretaria; Enrique Peña Nieto se juntó con una actriz de telenovelas a la que después desposó; Humberto Moreira contrajo nupcias con una ex Miss Coahuila, y el mismo Ebrard se había casado con otra actriz con la que sólo duró unos meses para después separarse hasta que se divorció un par de años más tarde. En fin, pajarracos, la vida íntima de los políticos expuesta, en la mayoría de los casos por ellos mismos, en un afán de ganar notoriedad, pero también expuesta porque en muchos casos ellos cruzan el umbral de la vida personal e involucran en sus relaciones los asuntos públicos.
En muchos de esos casos estuvo de por medio el uso ilegal e inmoral de recursos públicos, en otros fue sólo la proclividad de los personajes a ventilar su vida privada en busca de popularidad, pero en casi todos la constante es que en las “tradiciones” a las que aludía Marcelo Ebrard, casi siempre se cree que los excesos, el uso indebido de recursos públicos no es algo que esté mal cuando se trata de la novia, la enamorada, la esposa y hasta la amante.
Así que en una de ésas, pajaritos, no les sorprenda que la Mafufa aparezca en mi nómina personal, donde es no sólo la dueña de mis quincenas, sino de todo mi mes, la diferencia, claro está, es que mi presupuesto no es público y yo no sigo las mismas “tradiciones” de los políticos que les da por mantener a la novia con el dinero de los contribuyentes.