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Con la muerte del uruguayo Mario Benedetti, la literatura hispanoamericana ha sufrido una lamentable pérdida, la de un hombre de letras que supo manejar con maestría lo mismo el cuento, que la poesía o la novela, consideró el poeta mexicano Jorge Asbun Bojalil. Conmovido por el deceso del autor de obras como "La Tregua", "Gracias por el fuego" o "El cumpleaños de Juan Angel", ocurrido este domingo en su natal Montevideo, Uruguay, Asbun destacó el compromiso social y literario de un autor al que calificó como siempre consciente de su quehacer en el mundo. Poeta, ensayista y estudioso de la literatura, el autor consultado por Notimex evocó un fragmento del poema "Como una hiedra", uno de los primeros trabajos de Benedetti, en el que se refería a la posibilidad de no ser y a su conciencia de la muerte siempre posible. Para Asbun, esa forma de ser permitió al autor tomar posesión de un mundo literario con compromiso con ser, con comunicarse fielmente en ese tránsito de la vida a la muerte, trayecto que, consideró, "vivió acompañado de dos de las mejores armas con las que cualquier ser humano puede andar su camino: con amor y con humor". Amor y humor que compartió con gran conocimiento y una visión social que lo llevó, entre muchas otras cosas, al exilio. Benedetti, agregó, ha sido además, indiscutible imán para nuevos lectores, pues cada página despierta en quienes recién se acercan a su literatura, la cordialidad de ser recibidos con especial atención, como si algo de lo ahí escrito fuera una especie de mensaje secreto para cada uno de nosotros, lo cual ocurre sólo en la verdadera literatura. También, referencia obligada para quienes disfrutan ya del placer de la lectura en novelas como "La tregua", que fue llevada incluso al cine, "Gracias por el fuego", o "Quién de nosotros", en las que logra plasmar y exponer las complicadas relaciones humanas. En tanto que los cuentos merecen mención aparte en el corpus de su obra, dado que para Asbun, es allí donde "logra su máxima síntesis", tomando lo mejor de los otros géneros, para lograr un estilo agradable, fresco, inteligente y breve, como se puede apreciar en textos como "El hombre que aprendió a ladrar", o "El otro yo". Por todo ello, expuso, quedará el hueco de su ausencia, "aunque su obra quedará para todos nosotros, para todos los que vendrán, sabedores de que en la literatura algo del Hombre, del ser, se nos devela".