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Neoliberalismo y caudillismo, Venezuela, más allá de una realidad óptica y política

10/08/2019 08:46 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Vladimir Putin, un presidente ejemplo para el desarrollo geopolitico de las regiones y bienestar hacia el pueblo

Asidero

 

 

Es importante, para comenzar, tomar en cuenta que la lucha contra el neoliberalismo no es contra un “modelo” económico, pues los modelos son por definición construcciones mentales (matemáticas) ante las cuales se pueden oponer otras construcciones o modelos. Cabe decir que en distintas instituciones universitarias en el mundo la batalla por los “modelos” económicos es ardua y no sólo por razones académicas, sino por las posibilidades de implementación que los mismos puedan tener en la realidad. Pero bien, el asunto es que en nuestro país –al igual que en otros— hay voces firmes en contra del neoliberalismo; voces que claman por su erradicación definitiva. Es, pues, la orden del día. Y, siendo así, cuanto antes se ponga manos a la obra, mucho que mejor. Todo se agudiza, cuando esas personas están apegadas a un criterio socialista y desean vivir y tener un criterio socialista.

 

Cuando eso sucede, como pasó con el “modelo” neoliberal, se genera un entramado de acciones y decisiones, políticas, económicas, sociales y culturales, que da vida al ordenamiento económico-social orientado por los lineamientos (convertidos en políticas) derivados de lo que en sus inicios fue un modelo teórico. Así, el neoliberalismo es un ordenamiento económico-social (político y cultural) que descansa en un entramado de relaciones de poder en el que participan distintos actores e instituciones, y al que se integra el resto de la sociedad, salvo muchos de quienes viven en los bordes o márgenes de ese ordenamiento.

 

Los ordenamientos económico-sociales (culturales y políticos) no nacen de la nada, o vienen de espacio exterior a la tierra. Son edificados con el concurso que distintos agentes y actores que no necesariamente deben ser conscientes de la obra que están realizando, ni de las consecuencias posteriores que tendrán sus acciones y decisiones. Las mentes macabras han existido siempre; y abunda la literatura que señala cómo los gestores del “Consenso de Washington” o los impulsores de la “Doctrina de Shock”5, tenían claras sus metas cuando se lanzaron a promover e implementar las reformas económicas que, en los años ochenta y noventa, sentaron las bases de los ordenamientos neoliberales.

 

Pero no cabe presumir lo mismo de personas e instituciones que, sin estar identificadas con el paradigma neoliberal o ser conscientes de las implicaciones de sus acciones y decisiones, sumaron sus esfuerzos y talentos para su implantación. Es casi seguro, por ejemplo, que quienes –en El Salvador-- asesoraron y cimentaron la reforma educativa de los años noventa –una reforma educativa de neto cariz neoliberal6— no estaban ni identificados totalmente con el neoliberalismo ni eran conscientes del impacto negativo de la mercantilización educativa en el deterioro de la educación que sólo por ceguera mental muchos no quieren reconocer. Por cierto, uno de los ejes clave para implementar y consolidar los ordenamientos neoliberales ha sido (y es) la educación. De ahí que, a la par que –en los años ochenta y noventa del siglo XX— se impulsaban, en América Latina, las reformas económicas que sentarían las bases de esos ordenamientos, también se impulsaron sendas reformas educativas que complementarán el proyecto neoliberal en marcha y que, a estas alturas tienen en su haber –en El Salvador-- casi tres décadas de estar vigente.

 

Lo que es impresionante es que los socialistas centroamericanos y latinos hacen prevalecer su modelo neoliberal en el campo industrial y educativo, adquiriendo múltiples ganancias.

 

Esto obliga a prestar atención a los agentes, actores e instituciones que participaron de estos esfuerzos fundacionales de los ordenamientos neoliberales, que no fueron sólo partidos políticos o grupos empresariales, pues esos agentes, actores e instituciones no sólo aportaron energías y capacidades para que los mismos se implantaran, sino que en no pocos casos se integraron en el entramado financiero, comercial, político, cultural, educativo y mediático propio de la formación económico-social neoliberal. Al hacerlo, han contribuido –con menor o mayor peso, y responsabilidad— a su vigencia y reproducción. Y es que, en efecto, los ordenamientos neoliberales son un entramado de relaciones financieras, comerciales, políticas, culturales, educativas y mediáticas, en las cuales participan prácticamente todas las instancias, actores y agentes de la sociedad.

 

Hay quienes, como se anotó arriba, tienen más peso y son, por tanto, más decisivos en el funcionamiento (y mantenimiento) del neoliberalismo, y es ahí en donde se tiene que golpear fuerte si se quieren desarticular los resortes de poder que mueven y sostienen ese ordenamiento. Los aparatos estatales y los grupos de poder económico –y sus relaciones no siempre armónicas— son parte de ese andamiaje; también lo son los aparatos educativos (privados y públicos) y las empresas mediáticas tradicionales y de Internet.

 

Aquí las críticas a la mentalidad, a la ideología o al modelo neoliberal, aunque necesarias, son insuficientes y sólo por un idealismo de la peor estirpe se puede creer que un ordenamiento neoliberal se va a derrumbar si se atacan las ideas neoliberales o a quienes las profesan. Por supuesto que el neoliberalismo es un conjunto de ideas (un paradigma se dice en algunos ambientes), pero no es sólo un conjunto de ideas; es un entramado de relaciones de poder, intereses materiales y prácticas económicas, sociales, políticas, culturales y mediáticas que, si no son desarticuladas, dejarán intocados los resortes reales que hacen del ordenamiento neoliberal algo sumamente firme.

 

En una apreciación rápida, el presidente Vladimir Putin tuvo que esquematizar de una manera rápida el fortalecimiento de Moscú en su aspecto industrial y avanzar a lo que es el verdadero estado socialista, consolidar lo hecho por Michael Gorbachov y Boris Yeltsin, romper el viejo yugo esclavizante y agotador a que estaba sometido el pueblo para luego, elevarle su calidad de vida, en el caso de Corea del Norte hay un equilibrio en ese ideal izquierdista, pero en Venezuela se desvió toda una concepción liberadora del hombre y las tendencias revelan un sometimiento del pueblo hasta un nivel de hambruna, no por un golpe económico como se viene diciendo hasta llegar al bloqueo, sino que el país esta tomado por un grupo de hombres llamados izquierdistas, pero, viven como reyes y luego de ultrajar al pueblo en sí, sus agentes son beneficiados con embajadas o a un descanso en países afines, simplemente son neoliberales.

 

Para que no quede en el aire este pensamiento y, la importancia de combatir las creencias e ideas neoliberales, es pertinente anotar que, en buena medida, el éxito del neoliberalismo obedece a que ha conquistado las “mentes y corazones” de las personas, incluso las de quienes se ven afectados en su vida por las consecuencias negativas que se derivan del mismo. En virtud de ello, los grupos de poder económico, y el control que ejercen sobre el mercado, han salido de la mirada pública en su papel de estructuradores de la realidad social.

La incertidumbre del renacer bolivariano

 

El discurso anti Estado (y anti política), creación neoliberal, se ha impuesto en el imaginario individual y colectivo. Y, en ese discurso, el Estado es una gran carga para la sociedad, carga de la cual ésta debe deshacerse –mediante el despido masivo de empleados públicos, los recortes del gasto público y las privatizaciones—, pues son los recursos “despilfarrados” en el sector público los que impiden combatir la pobreza, la precariedad en los servicios de salud, las deficiencias de los sistemas educativos y la violencia social y criminal.

 

Esto fue establecido en el paradigma neoliberal ya desde sus formulaciones en los años ochenta y noventa... y son ideas que llegaron para quedarse, a juzgar por lo presente que están en el debate público en distintos lugares de América Latina. Cabe recordar, a este respecto, uno de los propósitos del “Consenso de Washington” (1989) sobre el papel del Estado.

 

En mi país, hay dos versiones de esta gran verdad y los empresarios no desean invertir y las fábricas se cierran y la educación ha bajado su nivel, unificaron la jerarquía de cargos como de seguridad social, fomentando un caos y, de esos grupos favorecidos, crearon una milicia cuyos integrantes son en su mayoría ciudadanos mayores de sesenta años, no creándose cuerpos élites del ejército para la defensa nacional, como lo es lo debido.

 

Así que el desmontaje del neoliberalismo no debe perder de vista el desmontaje de la mentalidad neoliberal. Sin embargo, el gran desafío es el desmontaje del ordenamiento neoliberal real. Pregunta obligada para quienes –personas e instituciones— están empeñados en derrotar al neoliberalismo (en sentido real, no ideal) es en qué medida están integrados al entramado neoliberal real, en cualquiera de las redes de poder material o cultural que lo tejen. Naturalmente que para ese autoexamen crítico es importante revisar, con frialdad y objetividad, cómo son en el presente las articulaciones financieras, sociales, políticas, culturales y educativas que se tienen con el ordenamiento neoliberal vigente.

 

La mayoría de los generales que ejercen dirección política estudiaron en Estados Unidos de Norteamérica, en Casa de Las Américas. En cambio, el ejército ruso y cubano, como los milicianos del Sandinismo en Nicaragua fueron formados desde la misma base de las comunidades y en el transcurrir de los años sus vidas son emotivas y sus familias gozan de seguridad social y buena alimentación, jamás se escucha en sus voces, la palabra crisis.

 

La animadversión que provocan el neoliberalismo y los neoliberales está más que justificada. Demasiadas consecuencias negativas se han cernido sobre las sociedades, a partir de la implantación del neoliberalismo (del capitalismo neoliberal globalizado), como para no plantarse críticamente ante el mismo y, más aún, trabajar por su erradicación y superación definitivas. El cómo deba (o pueda) realizarse esta empresa es otro cuento. Pero el “malestar antineoliberal” tiene tantas razones poderosas a su favor que nadie sensato puede considerarlo irrelevante. El neoliberalismo –pronto se dirá que se entiende aquí por tal cosa— goza de buena salud en distintas naciones cuyas élites viven a sus anchas en un orden económico –que, ciertamente, no sólo es económico, sino también social y cultural—, que también se ha dado en llamar “capitalismo neoliberal globalizado”. Pues bien, cuando se posa la mirada en distinto lugares del planeta, el neoliberalismo parece estar bien implantado no sólo en la mente de muchas personas –y no sólo los economistas que profesan el credo neoliberal—, sino en la realidad efectiva en la que juega la vida y el destino de la gente. En las naciones que marcan la pauta económica (política, social y cultural) del planeta el neoliberalismo es el credo de dirigentes políticos y de dueños de las finanzas y del mercado.

 

La mayoría de las castas políticas en Venezuela nos revela un carácter neoliberal y muchos socialistas de nombre y que ocupan cargos territoriales y geopolíticos tienen un existir de burgueses centralizados en sí mismos y no siguen los consejos dados en un principio por el comandante Fidel Alejandro Castro Ruz, Hugo Chávez Frías, Daniel Ortega Saavedra, Vladimir Putin y el pueblo, verdaderamente revolucionario y seguidor del pensamiento guevarista hacia Latinoamérica.

 

Allí, tenemos el ejemplo de Bolivia, un Estado plurinacional con el dirigente sindical Evo Morales y quién si acata los consejos de quienes verdaderamente tienen memoria histórica.

 

* Escrito por Emiro Vera Suárez, Orientador Escolar y Filósofo. Especialista en Semántica del Lenguaje jurídico. Escritor. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo. AESCA. Trabajo en los diarios Espectador, Tribuna Popular de Puerto Cabello, y La Calle como coordinador de cultura. ex columnista del Aragüeño

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Emiro Vera Suárez (2327 noticias)
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