Cientos de niños y niñas con vestimenta entremezclada al estilo Nahoa y Tzotzil para imitar a San Juan Diego, subieron al templo de la Virgen de Guadalupe a ofrecer flores y orar por la salud ellos y de sus padres. Desde hace por lo menos 50 años se estableció esta tradición, en la que se acostumbra que el 10 de diciembre se visten a los menores con trajes imitando al atuendo Nahua de San Juan Diego, pero también se les adorna con motivos de los pueblos tzotziles de los Altos de Chiapas. Esto es una muestra de que la religión cristiana y, en especial, la devoción a la "Virgen Morena" se ha acrecentado en los últimos tiempos, comentó el obispo auxiliar de la diócesis local, Enrique Díaz Díaz. Aunque también señaló que la devoción a la virgen debe provocar una transformación del país. En entrevista, el prelado sostuvo que pareciera que el catolicismo ha disminuido, pero estas fiestas y devociones muestran lo contrario: "dicen que hay deserción de católicos, pero me da gusto ver la catedral y las iglesias llenas, hay algunos que han cambiado, pero también hay mucha devoción". Explicó que de manera especial en estos días con la veneración a la Virgen de Guadalupe se puede comprobar, "es una devoción muy profunda que ojalá incida en la vida". A su vez, recordó la oración con la que se inicia la celebración que dice: "que nuestra fe y veneración a la Virgen de Guadalupe nos conceda transformar nuestro México". Por eso deseó que la devoción que se acrecienta en estos días, no se quede como tal "y nos lleve a la transformación de México, y aprovecho para insistir en que esta devoción no solamente se quede en peregrinaciones y antorchas, sino que lo hagamos con responsabilidad, sin excesos". La peregrinación de los niños y niñas inició en la plaza de la Catedral y terminó con una oración colectiva en el templo guadalupano. Allí, el párroco Oscar Celso Morales bendijo a los niños y a las mamás que a cuestas subieron a los más pequeños por todo el cerro, en el que se encuentra ubicado el recinto católico.