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La Virgen de la Almudena está unida, desde el primer momento, a la historia cristiana de Madrid. El nombre de Almudena – de origen árabe – nos va a venir dado entre la historia y la leyenda. Parece que es tradición, que la primitiva imagen la trajo consigo el Apóstol Santiago cuando vino de Jerusalén a España para predicar el Evangelio en el año 38, instaurándose entonces la devoción a tan bella Imagen en la Villa.
Cuando en el año 712 Muza y Tarik, al mando de las tropas árabes, derrotaron al rey godo Don Rodrigo en la Batalla de Guadalete, la actual Madrid era apenas una villa insignificante. Tras la conquista de Toledo y su rápida expansión por casi toda la península, los cristianos de la pequeña villa de Madrid vieron con consternación su inminente llegada ante ellos y decidieron salvar a la venerada imagen de tan terribles y feroces enemigos que podrían destruirla.
Todo el pueblo se reunió en la iglesia para pedir la protección de la Virgen, dispuestos a defender su querida y venerada imagen contra todos los infieles.
Un venerable sacerdotes subió al altar, y con gran emoción, habló así a los madrileños:
"Hijos míos: Los enemigos de nuestra fe han invadido todas las ciudades, villas y aldeas de España. ¡Es inútil la resistencia! ¡Dios así lo quiere! Es preciso que acatemos su santa voluntad, pidiendo de rodillas perdón por nuestras culpas. El que se encuentre con fuerzas para pelear, que pelee hasta morir en defensa de nuestra sacrosanta religión. Y aquel que sobreviva al duro combate, en el que sin duda seremos vencidos, que corra hacia las montañas donde se reúnen las huestes de los soldados de la Cruz, al mando de don Pelayo, para hostigar cuanto puedan a los invasores y trabajar por la libertad de la Patria.
Muza está en Toledo; conquistada esta ciudad, pronto el infiel caudillo se hallará delante de nuestros muros; antes de que esto suceda, antes de que Madrid caiga en sus manos, es preciso que pensemos en salvar los objetos que nos son más queridos. La Virgen Santísima, a quien tanto veneramos, que siempre ha sido nuestra abogada y protectora, que siempre ha oído clemente nuestras preces, no ha de caer en manos de nuestros enemigos, no hemos de permitir que su preciosa imagen sea profanada por los infieles.
Ocultémosla, mientras peleamos contra ellos, en el cubo de esta muralla contigua a este santo templo. Si vencemos, todos sabemos dónde la hallaremos para darle gracias por la victoria, y si, por desgracia, somos vencidos, líbrese, oculta en la muralla, del furor de los mahometanos".
El pueblo escuchó con religioso silencio la emocionante plática del anciano sacerdote y quedó aprobada en el mismo instante su proposición.
Cuando se produce la conquista musulmana de Madrid -los musulmanes la llamarán Magerit-, hacia el 714, la imagen fue escondida en un hueco practicado en las murallas de la Villa, para evitar profanaciones y cumpliendo así el decreto del Arzobispo de Toledo. En prueba de devoción, ocultaron, junto con la Virgen, dos velas encendidas, tapiando después el hueco con una gruesa pared de cal y canto.
Transcurren tres siglos hasta la reconquista de Madrid por las tropas castellano-leonesas del rey Alfonso VI el Bravo el año 1085. En ese tiempo los cristianos madrileños sabían de la existencia de la imagen de la Virgen María por sus antepasados, pero se ignoraba el lugar exacto donde permanecía oculta. El 9 noviembre de 1085, después de nueve días de constantes plegarias se organizó una solemne procesión, después de la misa celebrada en el templo de Santa María, que recorrió todos los lugares donde se creyó que pudiera esconderse la imagen de la Señora. Al llegar la comitiva a la actual Cuesta de la Vega y al pasar por delante de un trozo de la muralla árabe que por allí se levantaba, un cubo de la muralla se resquebrajó dejando al descubierto la imagen buscada y, según la leyenda, los dos cirios encendidos que la habían alumbrado durante los 373 años que había permanecido escondida.
La imagen de la Virgen fue trasladada hasta la parroquia de Santa María – hoy destruida. Desde entonces se llamó Virgen de la Almudena, por haber estado oculta en un "almudín" (al-mudy) o depósito del trigo. O en las murallas de la "ciudadela" (Almudayna), según otra versión.
VíaLetra Viva.