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Algunas películas para ver e inspirar
Las películas son un medio para vender diferentes tipos de productos o de implantar ideas en las personas. Algunos les provocan comprar dulces, golosinas, comida rápida y etc. Pero la diferencia a la regla es que algunos nos provocan comer o cocinar la comida que se presenta en el film.
Quien no se acuerda de 'Kramer contra Kramer', es un clásico protagonizado por Dustin Hoffman y Meryl Streep, es la historia de un matrimonio, un divorcio que va acompañado de una pregunta “¿A quién quieres más, a papá o a mamá?”. Pero un detalle pequeño en la película es la french toast.
La french toast es una torrija que nos realizaba nuestra abuela, el pain perdu francés, solo que en la versión americana lleva más huevo, más leche, más azúcar, más canela. Se hizo popular, por esa escena en la que el pequeño Billy ayuda a su padre a preparar el desayuno, un colosal desastre culinario pero lleno de ternura. Nadie imaginó Ted Kramer, tan adicto al trabajo y tan incapaz como era de preparar desayunos, lo difícil que sería darle la vuelta a la sartén.
Hay tres películas que solamente al verlas, me dan ganas de comer, probar y hasta de usar las vajillas. Una es Comer, Beber, Amar (Eat, Drink, Man, Woman, 1994), de An Lee, por el titulo se puede confundir con otra película, que me gusta, por sus escenas en Italia y su comida, como por ejemplo la pizza y es Comer, Reza, Amar protagonizada por Julia Robert.
Lo peculiar de Comer, Beber, Amar es su protagonista que es un chef hongkonés semi-jubilado que se pasa el día cocinando delicias para reunir a sus tres hijas en torno a la mesa. Verlo cocinar y servirlo en todos esos cuencos tan espectaculares da unas ganas locas de comer algo oriental.
La tercera es Big Night (1996), dirigida por dos de sus actores: Stanley Tucci y Campbell Scott. La gran cena, así se tituló en España, transcurre en un restaurante italiano que acaba de abrir en Broad y Front Sts., New Jersey, justo al otro lado de la orilla donde sucede todo. El negocio no va como debería de ir y el argumento va a girar en torno al gran festín que sus propietarios, dos hermanos italo-americanos de estilos muy diferentes, preparan para el famoso cantante Louis Prima, un intento más de salvar su negocio de la ruina.
Le prepararán el timpano calabrés más delicioso que haya comido jamás. El timpano, utilizando las palabras de uno de los cocineros: “…una impresionante y deliciosa montaña de pasta perfectamente cocinada, con albóndigas tiernas, huevo y salami, todo envuelto en rico ragú y cubierto por una deliciosa masa”. Es decir, una especie de pastel gigante de pasta relleno de macarrones con albóndigas, costillas, algunas de las cosas que llevan al hornazo y queso a mansalva.
La película es una promesa que no vas a parar de cocinar, comer y beber. Cada vez que la veo, me da una tentación y ganas de comer esa bomba de sabor italiana. Creo que para la realización del famoso timpano se utilizado la receta familiar Tucci. Lo que muy pocas personas saben es que la madre del actor y director Stanley Tucci, escribió un libro llamado Cucina & Familigia, donde están todas las recetas del film.
Aunque hay un plato muy sencillo, pero a la vez muy delicioso y solo verlo hace salivar y lo podemos ver en la escena final del desayuno, es el momento donde Stanley Tucci, exhausto después de la gran comilona, del atracón de emociones, se prepara la tortilla a la francesa más sencilla y apetecible del cine. Ahí podemos ver a Tucci preguntarle a uno de los cocineros, que se despierta confuso sobre la encimera “¿Tienes hambre?”.
¡Pero esa tortilla tiene una pinta de sentar tan bien, al alma!
Cada vez que recomiendo una película que hace referencia a la gastronomía, que vuelves a ser niño y compartirla con tus hijos o sobrinos es 'Ratatouille'. Todo lo que piensan los genios de Pixar, lo realizan y se convierte en un clásico de oro. El protagonista de la película es una rata que se llama Remy, lo que nos gusta es su amor por lo que cree, ama y desea ser. Lo que enamora es como le gusta, la armonía en olores y sabores que hacen la unión perfecta al paladar, por ese amor a la cocina quiere ser un chef. Contiene una de las escenas gastronómicas más memorables de la historia.
Se trata del momento en que el crítico gastronómico Anton Ego acude al restaurante donde Remmy está perfeccionando sus técnicas y donde hace arte con los fogones, escondido en el gorro del inexperto Lungüini. Para impresionar a Ego, quien parece siempre insatisfecho, Remy decide preparar... ratatouille. ¡Un modesto plato campesino!
Es un plato sencillo, pero exquisito. Es una especialidad de la Provenza a base de tomate, ajo, pimiento, cebolla, calabacín y berenjena. El momento proustiano en que Ego prueba el plato y vuelve a sentirse un niño reconfortado por su madre. Es una escena encantadora, aunque más emoción es la humilde opinión del crítico culinario y Remmy viendo el amanecer de Paris. Me dan muchas ganas de comer ratatouille!
La cocina puede cambiarnos la vida, y el cine, nos da un buen empujón, así que ¡vivan ambos! Y viva Pixar.
Siguiendo con algunos clásicos tenemos uno de mis favoritos que su argumento es sobre la mafia, su nombre “Uno de los Nuestros”. O 'La salsa' (The Sauce) de la mamma de Martin Scorsese, Doña Catherine Scorsese, artista de los fogones como demostró en esta película haciendo de madre de Joe Pesci y en su libro Italianamerican: The Scorsese Family Book. Como en todas las películas de la mafia cuando vemos que se sientan en la mesa, es a comer muy bien y saben comer que es lo importante. Ya sea, que estén en casa de su madre, de su abuela o en su restaurante de New Jersey preferido, los gangsters son de buen paladar y de respetar la tradición culinaria y familiar.
Siempre en el cine juega el recuerdo de las reuniones familiares en la mesa. Como todo buen italiano, el director le otorgo a su querida madre un lugar especial en su obra maestra. Podemos ver el papel de una madre que cocina para su hijo y sus amigos aunque se presenten de madrugada, sin avisar, entre crimen y crimen.
Lo que me llama la atención y lo que amo de la película es la salsa de familia, que con esmero la elaboran en la cárcel, porque la mafia se sienta a la mesa también en la cárcel. El contrabando más importante para ellos, el de buenos ingredientes para cocinarse platos como los harían sus madres: espaguetis con albóndigas en salsa de tomate. ¿El secreto? Ya se sabe, el ajo cortado muy fino con una cuchilla de afeitar de estraperlo. Voy a tomar ese tip culinario. Jejeje
Uno de los motivos, para ver “Ocean’s Eleven” es el que todas las chicas adoran, Brad Pitt. No soy la primera, ni seré la última, en fijarme en como Brad Pitt aparece comiendo en todas sus películas de éxito: varios medios de comunicación le han preguntado sobre el asunto durante la presentación de Once Upon a Time in Hollywood e, incluso, circula por internet un vídeo recopilatorio de escenas donde el actor no para de mover la mandíbula durante 15 minutos.
Por ello, si he de elegir un plato de película que me invite a viajar con la imaginación sería el bocadillo que Rusty Ryan, devora sin escrúpulos cuando va a recoger a Danny Ocean (George Clooney) a las puertas de la cárcel después de haber sido detenido por robar un casino en Las Vegas.
Ese pedacito de pan relleno made in USA lo es también de la esencia gastronómica callejera del país, de ese street food que rompe las barreras culturales norteamericanas con sabores foráneo (como el sándwich cubano de Florida, la Muffuletta de Nueva Orleans), el Philly Cheesesteak de Filadelfia o el Lobster roll de Nueva Inglaterra.
Tenemos dos opciones es buscar en internet, las recetas y realizarlas por curiosidad, para probar y una aventura nueva. La segunda opción, es esperar que todo pase y visitar Estados Unidos siempre es buena idea.
Por último, para todos los románticos y amantes del cine. Nada como losdesayunos de película que hay muchos y de lo más diversos, pero ninguno tan icónico como ese café para llevar acompañado de un cruasán que Audrey Hepburn se come sin prisa pero sin pausa frente al escaparate de la joyería Tiffany & Co. de la Quinta Avenida, de Nueva York. Aunque en Desayuno con Diamantes lo de menos importante es el menú. Hasta el mayor de los buffets habría quedado inevitablemente eclipsado por ese vestido negro de Givenchy que desde hace décadas es historia del cine y también de la moda, por ser considerado la quinta esencia de la elegancia. Una primera escena que es toda una declaración de intenciones, aunque 115 minutos después comprobemos que no todas las penas pueden curarse con un desayuno. Sin embargo, nada nos impide seguir intentándolo.
Espero que mi artículo, les guste, les provoque cocinar los platos de sus películas favoritas o que tengan una noche especial con personas queridas viendo clásicos en la comodidad de su hogar, recuerden, que quedarse en casa es cuidarnos a todos y a ustedes.