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Recuerdo, luego de escuchar estas declaraciones de avenencia, una información de una artista -que nunca constaté, pero la he escuchado varias veces en el medio cultural de Mazatlán- quien refirió que alguna vez quienes dirigen la compañía Delfos solicitaron apoyo a la desaparecida Difocur para sus actividades artísticas y como respuesta obtuvieron del director: "Si quieren apoyo instálense en Culiacán". Oferta que a los miembros de Delfos les parecería insólita e inaceptable. Delfos, como lo han dicho sus miembros en múltiples ocasiones, escogieron a Mazatlán y no fue un burócrata quien los escogió para traer su escuela al puerto.
Pero, volviendo a la sinergia entre ambos funcionarios, que es una excelente noticia, no puedo menos que volver la vista hacia otras áreas del estado donde no parece prevalecer el mismo ánimo y los costos podrían ser muy elevados en esa tarea mayor, que es el fomento de la cultura, para contrarrestar por este medio la violencia que no cesa en su tarea siniestra de acabar con vidas.
El arte
El Museo de Arte, espacio del Instituto Sinaloense de Cultura, situado en pleno Centro Histórico de Mazatlán, durante la dirección del poeta y compositor Faustino López Osuna y su equipo competente dejó de ser un lugar escasamente visitado para transformarse en otro con gran capacidad de convocatoria. La explicación de esa transformación se encuentra en que además del don de gente de López Osuna, había un compromiso serio con la promoción cultural del puerto. Era un museo de puertas abiertas a pintores, escritores, mimos, teatreros, poetas, escultores y académicos (y lo sigue siendo). No se diga por el apoyo que se le brindó a los talleristas de cualquier género y edad, pero especialmente aquellos donde asistían niños que en los recesos corrían bajo la presencia y frescura de ese techo verde (y lo sigue siendo).
Sin embargo, algo parece ocurrir desde la llegada de la nueva administración que dirige Julia Cruz Soto, que no tiene sinergia con empleados capaces de la gestión pasada, y eso, aunque hasta ahora no ha afectado el cumplimiento de una agenda cultural, es un problema latente que debe atenderse.
Si esto fuera un problema de sinergia, debe haber la suficiente madurez de las partes para dialogar con quienes quizá, no estoy seguro que así sea, estuvieron con otro candidato en la elección para Gobernador, y literalmente cuidar la institución para que siga prestando los servicios que hasta ahora ha venido ofreciendo con eficiencia y calidad. Eso sí no debiera ser un problema por los espacios laborales que se piensen de nuevo para "cuates" y no para quien hacen hoy bien su trabajo.
Supongo que Cruz Soto por sus estudios artísticos, y sobre todo por la exigencia del mundo cultural debe ser capaz de sumar en lugar de restar. Su cargo si bien es por designación es una responsabilidad política. Lo que haga o no haga tiene consecuencias institucionales. Vamos, debe aprender rápido a conciliar con quien le toca trabajar. Éstos, igualmente se deben a la institución y habrán prestar todo su esfuerzo para sacar adelante y de la mejor forma las tareas culturales del museo.
La actividad cultural en Mazatlán es estratégica, va de la mano del turismo del que viven miles de familias, lo que obliga a optimizar los presupuestos siempre escasos para el desarrollo de las artes. No se debe dejar de atender esta situación por ningún motivo, es urgente que la directora del Instituto Sinaloense de Cultura venga al puerto y se reúna con las partes para conciliar las diferencias que de no atenderse puede afectar lo que en estos años se ha construido con sumo esfuerzo y que cuenta con el apoyo masivo de los mazatlecos. Lo constatamos la noche del viernes 8 de abril con la exposición del extraordinario collage Explicando el Universo, una exquisita serie de lienzos sobre mitos cernidos en figuras humanas y animales, con su equilibrio perfecto de siluetas y matices, propios de la extraordinaria artista plástica estadounidense vecina de Mazatlán Erin Goodwin; y lo mismo sucedió durante la presentación del libro Sinaloa: Elecciones 2010, donde no faltaron los juicios agudos y chispeantes de David Rubio, quien fue acompañado de los inmejorables José Ángel Pescador y Cuauhtémoc Ramos.
Feliart
El pasado 17 de febrero el Rector de la UAS, Víctor Antonio Corrales Burgueño, viajó a Mazatlán para participar en una conferencia de prensa donde aclararía cuál sería el papel de la casa rosalina en la continuación de La Feria del Libro y de las Artes. La Feliart, como mejor se le conoce, entró en una zona de gran incertidumbre luego del proceso electoral del año pasado. José Luis Franco, pilar de la Feliart y ex titular del Instituto de Cultura de Mazatlán, iba por su undécima edición. Sin poder y sin dinero, estaba prácticamente solo en la tarea de organizarla. Necesitaba un asidero para una feria que aun con los problemas de organización siempre ha dejado un buen sabor de boca entre los asistentes a la Plazuela Machado. Recibía el apoyo de la UAS, casas editoriales, librerías y escritores, pero también de algunos propietarios de hoteles y restaurantes comprometidos con la idea de que Mazatlán puede ser más que "beach, sex and beer".
Aquella debilidad de la Feliart era una buena oportunidad para llevarla definitivamente a la UAS. Y ahí, si bien estaba la solución, también los retos. El Rector, en esa conferencia de prensa, la presentó como Feria Universitaria del Libro donde la exhibición de libros, dijo, se llevaría a cabo en los espacios universitarios en tanto las artes y espectáculos en la Plazuela Machado.
El Rector inmediatamente reconsideró sobre el nombre, quedando el de Feliart, e integró un comité organizador formado por José Luis Franco, de la Feliart; Juan José Rodríguez y Francisco Vázquez, por la UAS y ahí empezaron los problemas, no había al parecer la suficiente sinergia entre los miembros del comité. El tiempo se vino encima y se volvió imposible la feria. El Rector no volvió a hablar sobre el tema, como tampoco otra autoridad universitaria. Igual, José Luis Franco se mantuvo callado como también los otros miembros del comité. Nadie parecía sentir la obligación de dar una explicación hasta el 10 de abril, cuando la UAS emitió un boletín de prensa donde comunicaba que no habría feria en abril y que ésta se trasladaría hasta noviembre, ya no con el comité sino con un consejo ciudadano, que sería el responsable de la organización.
¿Por qué este cambio? Parece obvio que no se trabajó lo suficiente, y quizá también pesó mucho el costo del evento, que ahora recaería principalmente en la UAS, y pasaría de una aportación regular de 80 mil a 100 mil pesos a una contribución superior al medio millón de pesos anuales. De ahí que se buscaría no sólo incluir ciudadanía, sino también aportaciones públicas y privadas. Me pregunto, ¿la UAS puede conseguir dinero privado?
Exulto
Vuelvo al exulto de María Luisa y Raúl, a la sintonía de quienes junto con Culiacán manejan probablemente los mayores presupuestos públicos en materia cultural; a la necesidad de irradiarlo, y pienso en lo mucho que se puede hacer estableciendo una política común para todos los esfuerzos culturales, especialmente el apoyo a los ya consolidados, evitando dispersión, exclusión, personalismo o incertidumbre que podría afectar al Museo del Arte y a la Feliart.