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El teatro es un quehacer "faústico", capaz de dar el alma a cambio del conocimiento, y aunque todas las artes de alguna manera son así, éste lo es de una manera particular, consideró el director del Centro Universitario de Teatro, Mario Espinosa. De hecho, quienes hacen teatro son como una especie de imitadores de Dios, por la tendencia a crear mundos y vida, consideró Espinosa durante el Segundo Encuentro Nacional de la Voz y la Palabra, que se realiza del 13 al 18 de julio en el Teatro de la Ciudad "Esperanza Iris" y el Museo Nacional de Arte. Según el director escénico, "todos los que participamos en el arte escénico estamos inmersos en la tarea de crear pero no solamente los dramaturgos y directores, sino también los actores y todos aquellos que trabajan alrededor de una producción". Son, agregó, creadores de la vida que debe tener ese mundo ficticio que reproducen; esos planetas que deben estar habitados y tener conflictos, pero también ser interesantes para todos. "Necesitamos esa combinación de vida o mundos fascinantes, mundos que interesen no sólo a los que tratan de crearlo, sino también a los que gozan como son los espectadores", dijo Mario Espinosa, quien dirige actualmente la obra "Edip en Colofón", con la Compañía Nacional de Teatro. El teatro, puso énfasis, les permite a los involucrados la reincidencia, pero a diferencia de la literatura, incluso de la dramática, éste se escenifica y ellas no. Entonces, abundó, lo fundamental es cómo se abordan esas obras sobre el escenario y los encargados son nada menos que los actores, quienes darán vida a través de sus personajes y por supuesto de la voz. En su oportunidad, el dramaturgo mexicano Flavio González Mello consideró que la palabra teatral debe ser una palabra precisa, no plástica ni flexible, que de pie a juegos de palabras. Para el autor de obras como "Un día en la vida de alguien más" y "1822", afortunadamente en el Teatro del Siglo de Oro existen muchos ejemplos que no se tienen que traducir de esa plasticidad de la palabra teatral. "La palabra en el teatro recupera su peso, el peso de la palabra pronunciada en escena que inmediatamente suena diferente, es decir puede ser más falsa o más verdadera o más rica, entonces hay que devolverle su peso, que es una de las metas que tenemos que plantearnos en el teatro", apuntó el dramaturgo González Mello.