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El libro "Federico Silva, papel, tijeras y escultura", publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), fue presentado la víspera en el Auditorio de la Coordinación de Humanidades, en Ciudad Universitaria. El escultor Federico Silva nació el 16 de septiembre de 1923 en la Ciudad de México y tras aprender las técnicas de encáustica, fresco y temple de manera autodidacta, llegó a ser asistente de David Alfaro Siqueiros en algunos de sus famosos murales. A partir de 1950 se consagró a pintar sus propios murales y se relacionó con los artistas de esa época, como Diego Rivera, Pablo O’Higgins, Leopoldo Méndez y otros más. Dueño de una gran inquietud creativa, exploró en búsqueda de otros lenguajes. A principios de los años 60 del siglo XX abordó la escultura y debido a su obra, hoy se le considera precursor del Arte Cinético en México. Apoyó la creación del Espacio Escultórico de la UNAM en 1977, junto con Helen Escobedo, Manuel Felguérez y Mathias Goeritz, entre otros. Su trayectoria le ha validado reconocimientos como el ingreso a la Academia de las Artes de México en 1991; ser nombrado Creador Emérito del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) en 1993, y en 1995 recibir el Premio Nacional de Ciencias y Artes. En 2002, como muestra de su vitalidad a sus casi 80 años, inauguró su primera exposición de gráfica digital en el Centro Nacional de las Artes (Cenart). El 18 de septiembre de 2003, pueblo y autoridades mexicanos le rindieron un homenaje al abrir las puertas del primer Museo de Escultura Contemporánea en América Latina.