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Desde la campaña presidencial se sabía que Guantanamo seguirá abierto.Trump prefiere seguir al presidente George W. Bush, que a Barack Obama
El presidente de EE.UU., Donald Trump, "está listo" para firmar una orden ejecutiva que anulará la directiva de su predecesor en el cargo, Barack Obama, de cerrar el centro de detención norteamericano en la base naval de la bahía de Guantánamo, ubicado en la isla de Cuba, según se desprende del borrador de un documento del Departamento de Estado norteamericano al que han tenido acceso todos los medios.
Asimismo, esta orden ejecutiva también anulará la cláusula de la directiva de Obama, según la cual en el momento previsto del cierre del centro penitenciario, sus detenidos serían "enviados a sus países de origen, liberados, trasladados a un tercer país o a otro centro de detención norteamericano si tuvieran culpas penales pendientes.".
Se cree que Trump podría anunciar esta decisión próximamente durante el Discurso del Estado de la Unión, según una fuente confiable. Este paso se corresponde con las promesas realizadas por Trump durante la campaña electoral de 2016, cuando expresó su decisión de mantener el centro abierto para "llenarlo con tipos malos". Sin embargo, no se tiene conocimiento sobre ningun plan del mandatario de enviar a Guantánamo a personas actualmente detenidas en otros sitios.
Un informe de la Comisión de Inteligencia del Senado de EE.UU. estableció en 2014 que la CIA había recurrido a prácticas consideradas como torturas durante los interrogatorios a yihadistas que realizó en instalaciones secretas tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, bajo la presidencia de George W.Bush.
Sin embargo, distintas autoridades norteamericanas han rechazado, naturalmente, estas acusaciones en varias ocasiones.
En enero de 2009, Barack Obama, ordenó terminar con el uso de las llamadas "técnicas de interrogatorio mejoradas" y redujo el número de los presos de Guantánamo a 41, pero no tuvo tiempo de cumplir su promesa a cerrar la prisión norteamericana en Cuba. Y lo lamentó al terminar la campaña electoral de Hillary Clinton contra Trump.
El pasado mes de diciembre 2017, el relator especial de Naciones Unidas sobre la tortura, Nils Melzer, denunció que Trump sigue aplicando estas prácticas y se sabe que por lo menos un preso del centro de Guantánamo había sufrido torturas; acusación que ha sido negada por el Departamento de Defensa.
Si su uso durante miles de años de historia de la humanidad indica eficacia, entonces se podría decir que tiene razón. Trump usaría en el futuro latigos con mango de oro. E Ivanka podría aprender la práctica para aplicarsela a Vladimir Putin. El uso de la coerción, incluido el causar dolor y llegar a situaciones extremas, para recabar información ha sido atractivo para los responsables de proteger a la sociedad, pero también para criminales, psicópatas, combatientes, dictadores y sádicos, desde tiempo inmemorial.¿Ha probado la tortura Trump?
Los egipcios, los griegos y los romanos utilizaron la tortura. El adjetivo “medieval” provoca la imagen mental, en parte por la película “Pulp Fiction” , de instrumentos de tortura salvajes utilizados para obligar a las personas a confesar algo que quisieran mantener en secreto. Muy en secreto. Ahora dicen que Trump ha comprado varios sistemas más modernos.
La tentación es clara y está reforzada por docenas de películas, series de televisión y libros en los que violentos pero justos matones les sacan a sus prisioneros, datos importantes a fuerza de golpes y no hay lugar para objeciones progresistas.
La realidad es bastante más complicada, como lo admiten incluso los agentes de inteligencia más duros de los equipos Trump.. El primer problema es que resulta extremadamente difícil sacarle información útil a una persona bajo tortura. Cualquier cosa que se diga bajo coacción es intrínsecamente poco fiable. Esto supone un problema incluso a nivel táctico, y no hablemos del tema moral.
Si alguien está gritando que explotará una bomba en determinada ubicación de una ciudad, ¿hay que actuar en base a esa información cuando sabemos que puede estar diciéndolo sólo para detener el dolor? Si se sigue esa pista, podría haber una explosión de verdad en otro sitio, sobre la cual el sujeto torturado podría no saber nada, y se estaría desperdiciando tiempo y recursos valiosos.
“ Siempre se puede conseguir hacer hablar a cualquiera…el problema es lo que dicen”, dijo uno de los principales torturadores de Sadam Hussein cuando fue interrogado en una cárcel kurda en 2003, antes de ser ejecutado en Irak..
Al expresidente Bush-como a su sucesor Trump les gustaba y les gusta(ambos tienen equipos especializados de gente de raza blanca, aunque-los “cobayas” bajo interrogatorio sean negros o de razas inferiores) que no fallan nunca.
Los tribunales lo saben y por eso no aceptan pruebas recogidas en esas circunstancias porque los humanistas de Amnesty International o de cualquier otra organizacion similar se enteran y lo denuncian. Esto puede no suponer un problema para los interrogadores, pero debería serlo para sus superiores, que esperan conseguir una condena final.
Según aseguran una y otra vez interrogadores experimentados como Ali Soufan, uno de los principales investigadores del FBI tras el 11-S, la única forma fiable de recoger información es estableciendo un diálogo con el sospechoso. Soufan hizo esto con Abu Zubaydah para conseguir información importante, de un jefe de logística de Al Qaeda, sospechoso de ser el autor intelectual de los atentados del 11-S, Khalid Sheikh Mohammed.
La CIA consideró que los interrogatorios de Soufan eran demasiado blandos y lo reemplazó por contratistas que ensayaron varias técnicas violentas como el ahogamiento simulado. Nada de lo que obtuvieron pudo demostrar que las tácticas de Soufan fueran las equivocadas.
De hecho, hace tiempo, cuando le aplicaron el ahogamiento simulado a un antiguo miembro de un cartel de California llamado José Padilla, lo único que consiguieron fue información falsa sobre una “bomba sucia” que supuestamente tenía como objetivo un lugar importante en Estados Unidos. Finalmente se descubrió que la presunta conspiración estaba basada en un artículo que Padilla había leído en Internet y estaba plagado de inconsistencias. Se va a proponer a Trump, modificar Internet, dotándolo de metales preciosos…e instalarlo en la Torre Trump de Nueva York.
La discusión sobre la eficacia de la tortura alcanzó su pico máximo con el asesinato de Osama bin Laden en 2011. El trabajo de Inteligencia que hicieron los “ The Seals”, un servicio de Especialistas de la presidenca que lograron que esa operación tuviera éxito y usaron diferentes vías de trabajo a lo largo de más de una década lo que implicó la labor de cientos de analistas. Y conste que lo de bin Laden no fue asesinato sino una ejecución obtenida, por métodos legales, como instrumentos y armas de reglamento de la policía norteamericana. Mucha de esa información se logró de forma electrónica, otra provino de socios (incluidos algunos que utilizan la tortura de forma sistemática), de otros datos que llegaron a través de las llamadas “fuentes abiertas” y mucha la aportaron personas de raza blanca que estaban convencidas que sin la utilización de coacción física no es posible contribuir a la causa con información útil.
No existen pruebas concluyentes de que la tortura de sospechosos de Al Qaeda como Khalid Sheikh Mohammed, a quien le aplicaron el ahogamiento simulado docenas de veces, haya sido indispensable para encontrar y matar a Bin Laden. La CIA dice naturalmente que sí. Un comité del Senado que investigó esas afirmaciones concluyó en que no. “ A días del operativo en el escondite (de Bin Laden), agentes de la CIA explicaron que detenidos en manos de la CIA habían “delatado” a Abu Ahmad al Kuwaiti (un mensajero de vital importancia de éste). Los registros de la CIA prueban que los primeros datos de Inteligencia obtenidos, así como la información que la CIA consideró más fundamental —o más valiosa sobre Abu Ahmad al Kuwaiti--, no estaban relacionados con el uso de técnicas de interrogatorio de la CIA”, señaló el informe del comité .
El 60%de los presos de Guantánamo no representan ningun peligro para el estado, pero eso, ¿ a quien le importa?
Todas estas cuestiones, que pasan por alto alegremente los defensores de la tortura, son importantes. Porque la tortura tiene costes enormes. Pero son lo suficientemente destacables como para contrarrestar cualquier beneficio táctico que se pueda obtener de la tortura, si es que realmente existe alguno.
Primeramente, tiene un coste para los torturadores, aunque no sientan nada de compasión. Un país que ejerce la tortura tiene que lidiar con cientos o incluso miles de individuos que quedan traumatizados para siempre. O sea los cobayas. Luego están las consecuencias que sufren las instituciones involucradas: la CIA, el FBI, las Fuerzas Armadas, los Servicios Especiales, las que sean. El uso de la tortura siempre es controvertido, divide a algunos colegas sin moral, desmoraliza a los especialistas y priva a las instituciones de la tan cacareada legitimidad frente a un público escéptico y receloso de aquellos que supuestamente prestan algun servicio en su nombre. También tiene consecuencias para los países, que extrañamente ven dañada su reputación o “poder blando”.
La historia está repleta de ejemplos de este tipo. El gobierno de George W. Bush, que permitió sistemáticamente la tortura en Guantánamo, en los centros de detención de la CIA y en otros muchos sitios entre 2002 y 2008, se vio influenciado por la película de Gillo Pontecorvo La Batalla de Argel , en la que el ejército francés utilizaba la tortura contra islamistas y nacionalistas en la ciudad de Argel en el norte de África en 1956 y siguientes para obtener información de importancia táctica.
Cinco o más años después de comenzada la guerra contra el terrorismo, legisladores de Estados Unidos y, especialmente, altos rangos de las Fuerzas Armadas recurrieron otra vez a la película. La guerra no iba bien, reinaba el caos en Irak y los ataques islamistas aterrorizaban aquí y allí a los mandos. Esta vez, aprendieron algo diferente del filme. Los franceses lograron una victoria a corto plazo en parte gracias al uso de la tortura. Pero, a largo plazo, la derrota de los “paras” del Ejército francés en Argelia fue aplastante en el transcurso de seis años.Y Argelia logró la independencia. Los torturados vencieron con el sufrimiento.
El uso de la tortura jugó un papel importante en el fracaso de Francia para mantener a Argelia como colonia. Decenas de miles de militares quedaron traumatizados, el apoyo del pueblo francés a sus Fuerzas Armadas –y por ende a la guerra– quedó socavado, el enemigo se radicalizó y se motivó, la reputación democrática de la Francia de De Gaulle se vio perjudicada en todo el mundo y tuvo consecuencias muy dañinas para Francia como nación durante varias décadas. Las relaciones con la nueva Argelia libre se vieron enturbiadas y las relaciones diplomáticas de Francia con toda la región siguen siendo difíciles.
¿Ha pagado Estados Unidos muchos de estos costes durante la última década y los sigue pagando?. Trump sigue creyendo que “la tortura funciona”. Es poco probable que tenga la más mínima idea de lo tremendamente caro no sólo en dólares que resulta ese pensamiento.
Wkleaks difundió 759 documentos secretos del Pentágono que revelan que el Gobierno de EE.UU.. utilizó la prisión de Guantánamo de forma ilegal para obtener información de sus reclusos, muchos de ellos claramente inocentes, según informa el diario El País.
De acuerdo a los documentos oficiales filtrados por Wikileaks, en la prisión de Guatánamo, Estados Unidos “creó un sistema policial y penal teóricamente sin garantías en el que solo importaban dos cuestiones: cuánta información se obtendría de los presos, aunque fueran inocentes, y si podían ser peligrosos en el futuro”, añade el periódico en su página en internet.
El País señala que ha tenido acceso junto con otros medios internacionales, a través de Wikileaks, “a las fichas militares secretas de 759 de los 779 presos que han pasado por la prisión, de los cuales unos 170 siguen recluidos”.
EL 60% de los reos no significaban ninguna amenaza. Según el diario, los documentos revelan que el principal propósito de la prisión era “explotar” toda la información de los reclusos a pesar de la reconocida inocencia de muchos de ellos. Exactamente como en la España de Franco o en la Alemania nazi.
El 60% fue conducido a la base militar sin ser siquiera una amenaza “probable”, afirma el rotativo español en su edición digital.
El País subraya que “ancianos con demencia senil, adolescentes, enfermos psiquiátricos graves y maestros de escuela o granjeros y hasta doctores, sin ningún vínculo con la yihad más que la sospecha, fueron conducidos al presidio y mezclados con verdaderos terroristas como los responsables del 11-S”.
Los informes están fechados entre 2002 y 2009 y en ellos se revela el sistema que seguía EE.UU. para valorar a los presos, de tal manera que determinase si el recluso debía quedar libre, ser trasladado a otro país o continuar en la cárcel creada por el ex presidente George W.Bush en 2002 en la isla de Cuba.También en otros lugares fuera de Estados Unidos y con colaboración de otros estados “democráticos”.
Ese sistema de valoración establece tres niveles de riesgo: el más alto, cuando la persona “probablemente” supone “una amenaza para EEUU, sus intereses y el de sus aliados”; el medio, relativo porque supone que el preso sea “quizá” una amenaza; y el más bajo, aquel en el que aparecen muchos presos que es “improbable” que sean una amenaza para la seguridad del país, pero han estado ocho o nueve años en Guantánamo.
“EEUU determinó que 83 presos no suponían ningún riesgo para la seguridad de la nación, y de otros 77 se reconocía que era ‘improbable’ que fueran una amenaza para el país o sus aliados”, señala el diario español.
Sobre aquellos que “quizá” podrían suponer un peligro para la seguridad del país, los documentos revelan que “Estados Unidos no ha creído seriamente en la culpabilidad o amenaza de casi el 60% de sus prisioneros”.
Y ofrece un dato importante al afirmar que tan solo siete reclusos han sido juzgados y condenados hasta el momento, de los 779 que han pasado por Guantánamo.
En este sentido, observa el diario, que el principal objetivo de la cárcel era “explotar” toda la información que pudieran ofrecer los detenidos aún sabiendo que muchos de ellos eran inocentes.
“La prisión funciona como una inmensa comisaría de policía sin límite de estancia y en la que la duración del castigo no es proporcional al supuesto hecho cometido”, indica El País.
Aunque solo el 22% de los presos, agrega el diario, han aportado información para los servicios de inteligencia frente al 78% restante, cuyo valor informativo era medio o bajo, según han reconocido los propios militares en los documentos difundidos por WikiLeaks.