Globedia.com

×
×

Error de autenticación

Ha habido un problema a la hora de conectarse a la red social. Por favor intentalo de nuevo

Si el problema persiste, nos lo puedes decir AQUÍ

×
cross

Suscribete para recibir las noticias más relevantes

×
Recibir alertas

¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Cronicasrevista escriba una noticia?

Rearviewmirror

07/04/2015 00:10 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

image Por Luis David Niño Segura / Tw:@ld_nio

Cuando salimos del trabajo iba caminando con Mariet al estacionamiento y Viviana ya la esperaba recargada en el Jetta. Me despedí de las dos. Para ellas llegaría el momento del desahogo. Me agarré caminando por todo Camelinas hasta llegar a Ventura Puente. Cómo me hacía falta una cantina en esos días. Me acordé del Bonanza y su dominó. Las tardes en la facultad cruzábamos el boulevard revolución y nos metíamos a jugar dominó al Bonanza. Ahí nos encontrábamos a los mismos licenciados que nos daban clases echando chelas.

Lo que más me gustaba del Bonanza era la hora de la botana. El consomé de pollo, el caldo de res o las enchiladas eran pura medicina levanta muertos. Les decíamos las botanas Lázaro, porque sentías que te levantaban y después andabas corriendo al baño con una diarrea que te rosaba el culo. Quisiera estar ahí en el Bonanza jugando con el Pitus y el Chore. Uno era lavacohces en la Alameda y el otro era padrote de dos putas en la Alianza. Para él ese era todo un harem. La Rosy y la Pancha le eran fieles hasta la muerte. A simple vista parecían dos indigentes, pero les alcanzaba pa' la caguama diaria. Si no los conocías no te convenía apostarles. Eran los domineros más rápidos de la Alameda. Los extrañaba. Esos dones me enseñaron todo lo que sé de dominó y a fumar cigarros Alacrán sin filtro.

Cuando llegué al Planetario agarré un taxi y me lancé al Faras. Llegué y pedí una tecatota 16 onzas. Como era costumbre en los bares de Morelia tenían música de banda. Me asqueaba escuchar las ridiculeces del Julión Álvarez o las mamadas de La Arrolladora. Estaba en el agüite. Necesitaba entrar a una cantina de verdad, pedir mi Carta Blanca y poner en la rockola a Lorenzo o a Luis y Julián. Las nalgas de Colón era la cantina favorita de mi padre, no sé por qué me acordé, pero los sábados en la madrugada mi jefa nos subía a mis hermanos y a mí en el Dart blanco y nos llevaba a recoger a mi jefe. Lo esperábamos sentados en la esquina, estacionados afuera de Telmex. Cuando salía mi padre traía dos cubas. Un vampirito pa´mi jefa y un bacacho para él. Siempre le quitaba las llaves y manejaba. Lo mejor de toda la noche era que nos llevaba a cenar tacos de tripitas allá por las Alamedas. Más grande supe que lo hacía para que se le bajara la peda y no le diera tanta cruda. Aparte esos eran los caprichos de mi madre. En la inocencia absurda mis hermanos y yo presumíamos que todos los policías de Torreón eran amigos de mi papá porque nunca lo paraban. No importaba que tan pedo anduviera todos lo saludaban. Así conocí el apodo con el que lo identificarían toda su vida: Inge. "Pásele Inge." "Buenas noches Inge, a dónde va." "¡Ese Inge!" Era el jefe del departamento eléctrico y había estudiado en el Tec de La Laguna una ingeniería. Nunca fue de esos que llegara con la camisa de fuera pero sí era muy pantera. A mi madre no le gustaba que se enojara porque le salía el diablo que traía adentro. Para los madrazos mi padre se apuntaba solo y no había bato que lo tumbara.

Lo primero que hice cuando tuve en mis manos mi IFE fue agarrar un taxi y meterme a Las Nalgas de Colón. Crecí pensando que ese era su verdadero nombre. Hasta el día que fui noté en la fachada que el nombre verdadero era Las Naves de Colón, pero mi padre y mi jefa así le decían, Las Nalgas. Había visto fotos de mi padre sentado en la barra donde ahora me encontraba yo, rodeado por pósters de las viejas de los calendarios de Bardahl. El lugar estaba igual a aquellas fotos. Nada había cambiado. El dueño era el mismo güey que atendió a mi papá, solo que con algunas canas más y algo encorvado. Ya no abría hasta las dos de la mañana, ahora cerraba a las diez. La delincuencia no le daba tregua. La cantina estaba vacía, pero no me importaba. Cuando estaba morro, esperando a mi papá en el asiento trasero del Dart mientras mi mamá nos preguntaba a qué tacos queríamos ir a cenar, yo me preguntaba cómo eran Las Naves de Colón por dentro. Ahora estaba sentado ahí, comiéndome un menudito lagunero con una modelo especial en la mano.

Más sobre

Eso era lo que más extrañaba de La Laguna, pero ahora estaba en el rancho más cosmopolita del occidente mexicano. Sentado en El Faras con una michelada en la mano y de fondo la San José de Mesillas. No había dominó, ni siquiera unas cartas para aventarme mi baraja de oro. Yo soy uno de los hombres que cuando pierde no llora, le dije al mesero. Era un morrito de dieciocho años que tenía finta de regetonero de San Pedro Tula. Pensé que se había caído de la Bestia y terminó mesereando en Morelia. Me mandaron a un doña, lo más cercano a una fichera. Tendría unos cuarentaicinco años, traía una malla negra con una blusa café apretada de las chichis. No cobraba por pieza, cobraba con cheves. La bailada era gratis, por cuenta de la casa. No le hice caso y se largó. Yo seguía en el agüite, andaba daun. Y como los hombres para quitarme el bajón no hay mejor medicina que agarrarse a madrazos.

A dos mesas estaban dos ñores platicando de lo peligroso que era la Tierra Caliente. Eran mi destino. Dos y más gordos que yo. No los iba a cargar. Total si me madreaban conseguiría mi objetivo el puro desestrés. Me levanté y les menté su madre. Pa pronto se me dejaron venir y ese fue su primer error. Si un idiota se te deja venir de frente te da la opción de que lo recibas con una patada en los huevos. Y así lo hice. Se cayó al suelo. Se puso verde y su compa en lugar de tirarle esquina se acercó y le preguntó cómo se sentía. Para mí que eran pareja. Saqué uno de Sor Juana y lo dejé en la mesa. Me salí del Faras y tomé un taxi. Todavía traía la adrenalina. El taxista lo notó pero no me dijo nada. Solo me guachaba por el retrovisor. Como no tenía carro y siempre andaba en taxi cuando iba a algún lado, los choferes de los Máquinas Rojas me habían dicho que siempre cargaban con un fierro por si los asaltaban. No creí que el bato fuera la excepción. Traía música de los Players en el radio. Para bajarme los nervios y bajarme del pedestal le dije que si podía fumar. Me dio chance y me ofreció uno de sus Raleigh. Se lo acepté. El también sacó uno y nos pusimos a fumar. "Todo bien joven." A toda madre comparre. Me acabo de dar un topón con dos batos en El Faras. Se rió. "Póngase al tiro, el dueño de ahí anda con la maña, y a esos no les gusta que se armen pedos en sus negocios." Simón, por eso mejor me salí, le dije. Ya me habían advertido que Morelia era como Lupita D'Alessio una leona dormida.

Los taxistas son las personas más solitarias que conozco. Tienen una necesidad por hablar increíble. Es como si sus esposas no los escucharan y se desahogan con los pasajeros. Tienen una historia para cada evento. Saben de dílers, de prostitutas, de política, de negocios y de sociales. Son los mejores reporteros de la ciudad. Con ellos y los estilistas, se consiguen los mejores partes informativos. Siempre son versiones al momento y alternativas a los medios masivos de comunicación. El chofi que me tocó parecía que solo necesitaba que le presionaran el botón de inicio y ya no dejaba de hablar. Push the red button. Me platicó de sus anécdotas de cantina y que, según él, era bueno pa' los madrazos. De chavo fue boxeador e incluso mejor que el Púas Olivares o Rocky Marciano. Su padre nunca lo dejó triunfar porque lo tenía trabajando la tierra en La Huacana. Pero era de los buenos, me aseguró. Lo dejé que hablara, escucharlo me bajó la adrenalina a cero. Me dejó en la casa. Le pregunté cuánto le debía, me percaté que la música de Los Players dejó de escucharse, no me di cuenta en qué momento la quitó. Definitivamente necesitaba una cantina de verdad, como aquellas que visitaba cuando estaba en Torreón.


Sobre esta noticia

Autor:
Cronicasrevista (4989 noticias)
Fuente:
grupocronicasrevista.org
Visitas:
610
Tipo:
Reportaje
Licencia:
Creative Commons License
¿Problemas con esta noticia?
×
Denunciar esta noticia por

Denunciar

Etiquetas

Comentarios

Aún no hay comentarios en esta noticia.