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El turismo cultural debe aportar beneficios a la comunidad anfitriona y proporcionar medios y motivaciones para cuidar y mantener su patrimonio y sus tradiciones vivas
*Ricardo Rincón Huarota
El turismo cultural es el conjunto de acciones que se realiza en contacto directo con el patrimonio cultural tangible e intangible y que beneficia tanto a los actores que lo promueven como a los habitantes de las comunidades involucradas. Dicho patrimonio incluye los monumentos históricos y arqueológicos, los procesos productivos artesanales, la gastronomía, la música, las formas de vida rural, los sitios declarados Patrimonio de la Humanidad, los santuarios religiosos, las festividades populares, entre otros.
Si bien el turismo cultural debe encaminar sus esfuerzos al aprovechamiento del patrimonio para lograr sustentabilidad económica, las acciones emprendidas deben derivar de reflexiones críticas que aporten el conocimiento para las propuestas más adecuadas en beneficio de los bienes patrimoniales de una localidad, región o país. El uso de la infraestructura y el equipamiento culturales como atracción turística es ampliamente aceptado por la comunidad internacional, ya que los símbolos del pasado, la historia, los recintos culturales y museográficos, entre otros elementos, ejercen una especie de seducción a la curiosidad de los viajeros.
Por ello, el turismo cultural se presenta como una opción viable que parte de una dicotomía central: la preservación del patrimonio y el desarrollo económico de las comunidades (Bolcato Custódio Luiz Antonio, 2005, p. 104).De este modo, la conjunción entre lo "turístico" y lo "cultural" implica crear espacios de interacción donde los turistas y las comunidades puedan dialogar respecto del universo de significaciones y concepciones del mundo de la cultura a la cual se aproximan. No obstante, aun cuando ésta es una tendencia a nivel mundial, México apenas ha comenzado a dar los primeros pasos en esa dirección.
Turismo Cultural y Desarrollo
Conceptos tales como “globalización” versus “lo local” y “homogeneidad” contra “diferencia”, son temas que se encuentran en el debate y en el que los actores tanto del negocio turístico como del área cultural, reconocen que deben aprender a trabajar de manera conjunta. Efectivamente, en estos tiempos de creciente globalización la protección, conservación, interpretación y presentación de la diversidad cultural y del patrimonio cultural de cualquier sitio o región es un importante desafío para cualquier pueblo en cualquier lugar. Sin embargo, lo normal es que cada comunidad en concreto o grupo implicado en la conservación se responsabilice de la gestión de este patrimonio, teniendo en cuenta las normas internacionalmente reconocidas.
El turismo puede captar los aspectos económicos del patrimonio y aprovecharlos para su conservación generando fondos, educando a la comunidad e influyendo en su política. Es un factor esencial para muchas economías nacionales y regionales y puede ser un importante factor de desarrollo cuando se gestiona adecuadamente.
El patrimonio cultural, la diversidad y las culturas vivas constituyen los máximos atractivos del turismo, pero si éste es depredador o explota irracionalmente el patrimonio tanto natural como cultural puede poner en peligro la naturaleza física del mismo, su integridad y las características que le dan identidad. Es decir, el entorno ecológico, la cultura y los estilos de vida de las comunidades anfitrionas, se pueden degradar al mismo tiempo que la propia experiencia del visitante.
Por tal motivo, el turismo cultural debe aportar beneficios a la comunidad anfitriona y proporcionar importantes medios y motivaciones para cuidar y mantener su patrimonio y sus tradiciones vivas. Con el compromiso y la cooperación entre los representantes locales y/o de las comunidades indígenas, los conservacionistas, los operadores turísticos, los propietarios, las autoridades políticas, los responsables de elaborar planes nacionales de desarrollo y los gestores de los sitios, se puede llegar a un turismo sostenible y aumentar la protección sobre los recursos del patrimonio en beneficio de las futuras generaciones.
El Turismo como industria cultural
Como se mencionó en el apartado anterior, el turismo en nuestro país debe comenzar a vislumbrar la necesidad de insertarse en el mundo globalizado, sin menoscabo de la singularidad que le da esencia y lo diferencia de los acervos culturales de otros países, y a verse a sí mismo como una industria cultural. Esto significa que las actividades del turismo cultural deberán considerar la venta de experiencias recreativas en el contexto de la “masiva cultura de consumo contemporánea” (Monreal González, Pedro, 2003, p. 83)
Lo anterior implica que como industria cultural, el turismo es uno de los campos de acumulación de capital más dinámico y de mayor escala del capitalismo actual por lo que:
Cualquier estrategia de desarrollo que trate de apoyarse en el turismo debe partir de la premisa de que la inserción del país receptor se producirá en una de las redes globales de producción, servicios e interacción cultural más importantes de la sociedad actual y no en cualquier espacio económico y sociocultural. (Ibid p. 80)
En esta medida, el turismo como industria cultural transforma las actividades recreativas y culturales en experiencias que son vendidas y compradas como mercancías. Efectivamente, dentro del turismo la mercantilización del ocio, que se ha institucionalizado en la cultura de consumo que pauta patrones de culturas y de legitimación social, se ha convertido en una gran industria cultural que se caracteriza por la producción masiva de “experiencias” que ofrecen ilusiones de todo tipo.
Como industria cultural, el turismo tiene las siguientes características:
Con relación a varios aspectos de comercialización, el turismo cultural representa un producto con mercado propio; no tiene estacionalidad como el turismo de sol y playa ; se complementa con otros sectores del turismo como el de negocios y de convenciones; ofrece la posibilidad de desarrollo de nuevos destinos y consumos complementarios a los tradicionales añadiéndoles valor agregado; responde a la creciente segmentación de la demanda y, como se ha venido mencionando, impacta de manera positiva en el desarrollo de las comunidades locales.
El turismo cultural representa un producto con mercado propio; no tiene estacionalidad como el turismo de sol y playa
Turismo y Cultura: una estrategia compartida:
De acuerdo al experto brasileño Luiz Antonio Bolcato Custodio, un proyecto de turismo cultural debe contemplar cinco principios básicos, a saber: “centrar nuestra labor en la autenticidad y la calidad; preservar y proteger los recursos; dinamizar los sitios y los museos; integrar, en lo posible, a la comunidad con el turismo y trabajar en conjunto”. (Bolcato Custodio, Luiz Antonio, Ibid, 2003, p. 110). En México, el desarrollo del turismo cultural tiene implicaciones que demandan la cooperación y la coordinación de diversas autoridades:
El Gobierno en cualquiera de sus niveles es un factor fundamental en el desarrollo del turismo cultural dado que demanda tomar en cuenta territorios, áreas urbanas, áreas naturales protegidas y los sitios considerados patrimonio histórico y cultural. Asimismo, los habitantes de las comunidades deben tener una participación activa en el proceso de investigación y planificación y especialmente en la ejecución de los proyectos.
Para el diseño de políticas públicas en torno al turismo cultural, debe seguirse una ruta previa que a continuación se enumera:
Los pasos antes descritos deben provenir de las acciones decisivas de los gobiernos, federal, local o municipal para convocar a la empresa privada, a los grupos de la sociedad, a las organizaciones civiles, entre otras y propiciar una planificación coherente orientada a los siguientes beneficios: mejoría de la calidad de vida de la comunidad con potencial turístico; creación de nuevos empleos; captación de divisas y cohesión social, económica y cultural de la gente que habita en los puntos de atracción y, finalmente, preservación del patrimonio cultural y ambiental que debe ser motor del desarrollo turístico.
BIBLIOGRAFÍA:
Bolcato Custodio, Luiz Antonio. “Turismo Cultural: experiencias brasileñas”, en: Patrimonio Cultural y Turismo, Congreso Iberoamericano sobre Cultura, Desarrollo y Turismo, Morelia, Michoacán, México, CONACULTA, 2003. (pp. 103-114).
De Botton, Alain. El arte de viajar. Cómo ser feliz viajando. Santillana Ediciones, 2002.
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Sartori, Giovanni. La política. Lógica y método en las ciencias sociales, México, F.C.E., 1987.
*SEMBLANZA DEL AUTOR
Ricardo Rincón Huarota. (Ciudad de México, 7 de noviembre de 1963). Arqueólogo especializado en religión prehispánica. Escritor. Ganador del Premio Nacional de Ensayo sobre la Huaxteca (2016), con la obra Presencia de Tlazoltéotl-Ixcuina en la Huaxteca prehispánica, organizado por el Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes y la Secretaría de Cultura Federal. Ha sido investigador en el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Desde julio de 2016 forma parte de la Enciclopedia de la Literatura en México, auspiciada por la Secretaría de Cultura Federal. Autor de diversos artículos especializados entre los que se cuentan: Algunas reflexiones sobre la arqueología y la etnohistoria de Sonora (1992) y Estudio comparativo entre las garantías de seguridad jurídica actuales y la normatividad del Derecho azteca (UNAM-IIJ, 1993). De 1989 a 1994 fue colaborador y coordinador de diversas publicaciones del Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, entre las que se cuentan: Nuestra Constitución (1991); Diccionario Histórico y Biográfico de la Revolución Mexicana (1991); Las mujeres en la Revolución Mexicana (Coordinador, 1992); Ricardo Flores Magón. Programa del Partido Liberal y Manifiesto a la Nación (1992). Entre 1998 y 2008 coordinó el Programa de Recorridos Turístico-Culturales de la Ciudad de México, del Gobierno del Distrito Federal. En 2009 incursionó como articulista en las revistas de gastronomía Soy Chef y elgourmet.com. En esta última fue autor de la Columna Bicentenario (2010), que abordó temas de gastronomía y su vinculación con la Independencia y la Revolución. Su cuento Calaveritas de azúcar fue uno de los ganadores del concurso “Escribe un cuento de terror”, convocado en 2012 por la editorial Random House y El mecanismo del miedo. En 2014 el jurado del Concurso “Cuentos de futbol”, lo seleccionó como uno de los ganadores con el relato corto de terror El campeón, antologado en el libro Cuéntame un gol. Cuentos de Futbol, (España, Verbum, 2014) presentado por el autor en mayo de 2014 en Madrid. Dicha antología fue presentada el 5 de diciembre de 2014, en el marco de la FIL de Guadalajara.
A finales de 2014, el relato Agua salada y tierra de panteón fue publicado en la antología Necrópolia. Horror en Día de Muertos (Ed. independiente). Su interés por el patrimonio cultural de la Ciudad de México y la literatura fantástica, lo motivó a escribir Dieciséis Fantasmas. Cuentos de terror de las 16 Delegaciones del Distrito Federal, coedición entre Rosa María Porrúa Ediciones (México, 2015) y Editorial Verbum (España, 2015) Dicho libro fue presentado en el marco de la FIL del Zócalo en octubre de 2015 y en la FIL Guadalajara en diciembre de ese mismo año. En noviembre de 2015, fue uno de los miembros del Jurado del concurso internacional de relato de terror “Cuentos de Fantasmas”, convocado por la Editorial Verbum, y que dio como resultado la antología Palabras en la Niebla. 20 cuentos de fantasmas. (España, Verbum, 2016). En octubre de 2016 presentó Presencia de Tlazoltéotl Ixcuina en la Huaxteca prehispánica, obra ganadora del Premio Nacional de Ensayo sobre la Huaxteca, en el marco de la FIL del Zócalo, y en diciembre del mismo año la citada obra se presentó en la FIL Guadalajara. Actualmente colabora en el periódico virtual GLOBEDIA.