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Regalo del viñador significa que 'la vida es un misterio que hay que vivirla'
Regalo del viñador es la anécdota de un campesino que se presentó a las puertas de un monasterio, lleno de sonrisas, y con un racimo de uvas diciendo:
- ¡Hermana! ¿Sabes para quién he traído este racimo de uvas, el más hermoso de mi viña?
La monja contestó:
- Quizá para la hermana priora.
Pero el campesino afirmó:
- No, Hermana. ¡Es para usted!
La religiosa, completamente sorprendida, preguntó:
- ¿Para mí? ¿Lo has traído precisamente para mi?
El hombre replicó:
- Pues, claro. Quiero compartir mi alegría contigo y extender mi agradecimiento a Dios por la buena cosecha de este año.
Dicho esto el hombre depositó el racimo de uvas en manos de la religiosa, se despidió amablemente, y retornó a su viña.
Acto seguido la monja llevó el racimo de uvas al comedor para depositarlo en el frutero. Como el racimo lucía realmente muy hermoso, la religiosa se puso a contemplarla. Luego pensó: 'este racimo la llevaré a la madre abadesa para que ella también se goce con su lucidez'.
La superiora, en cuanto recibió el racimo, pensó: 'le llevaré a la hermana enferma, quizá su belleza alivie sus dolores'. Y así lo hizo.
Posteriormente la enferma, habiendo recibido el regalo, también dijo para sí: 'este racimo le hará muy bien a la hermana cocinera'. Así que se puso manos a la obra para que el regalo, de cualquier forma, llegue a las manos de la cocinera. Y así ocurrió.
La vida no es una problema que hay que resolver sino un misterio que hay que vivirlo, vivirlo intensamente
La cocinera hizo lo mismo pues, en cuanto la recibió, pensó para sus adentros: 'este racimo la llevaré a la hermana sacristana que tiene mucho trabajo en el templo'. Y así lo hizo.
Así el racimo de uvas emigró de mano en mano hasta que, en otra ocasión, llegó a las manos de quien había recibido primero, la hermana portera. Pero el racimo, después de tanto trajín, se encontraba en mal estado y fue puesto en el basurero para ser botado junto con los deshechos.
Eso es lo que ocurre exactamente con la vida. La vida está pululando en ti. No es una idea; no es una meta que hay que alcanzar. O la vives, o no la vives, en este momento, aquí y ahora.
La condición primera para ser feliz está en: no dejar escapar la vida de entre tus manos. La vida está en tus manos, como el racimo de uvas, pero, debido a muchos factores del pasado, no llega a ser vivida plenamente. Todos terminan desentendiéndose. Y a la tarde de la vida casi nadie está satisfecho, antes bien están con ganas de volver a ser niño para intentar reahacer su vida, lo cual es imposible.
Lo mismo ocurre con la felicidad. En realidad se habla mucho de ella pero nadie quiere ser feliz en este preciso momento y, sin embargo, todos la buscan. La búsqueda de la felicidad es siempre en algún futuro: en el dinero, en la posesividad, en la fama, en la respetabilidad, en la consistencia de sus argumentos, en algún Reino, etc.
Mientras ese círculo vicioso sigue y sigue girando, setenta años pasa desapercibido, sin ser vivido. Y la vida se desvanece, se pierde, se corrompe, o termina esfumándose o acaba siendo desechado como cualquier valor efímero, todo porque nadie está dispuesto a vivirlo totalmente. La vida no es una problema que hay que resolver sino un misterio que hay que vivirlo, vivirlo intensamente.
Ohslho
Oslho@hispavista.com