Por Dr. Frank Espino

"Cualquiera que hayan sido nuestros logros, alguien nos ayudó siempre alcanzarlos".-- Althea Gibson

En estos momentos de júbilo al conocer las diferentes victorias alcanzadas sobre todo ante países súper poderosos en juegos internacionales donde han tenido presencia el Equipo de Voleibol Femenino de República Dominicana, (Las reinas del Caribe) tenemos que sentirnos orgullosos de su participación.

En medio de tantas denuncias de cosas funestas que suceden a diario en nuestro país, ellas en cada entrega nos hacen olvidar por momento las calamidades.

Ante las adversarias, se crecen, se hacen cada vez más grandes; donde se observa que su disciplina, entrenamiento, entrega y preocupación de sus patrocinadores e instructores las convierten en merecedoras de que sean tratadas como verdaderas embajadoras, ya que su presencia en países extranjeros nos hace olvidar que somos una media isla, y nos ponen a pensar que "vivimos en una potencia económica, social y deportiva".

Su ejemplo de brillantes jugadoras está sirviendo de ejemplo a seguir en nuestras jóvenes de República Dominicana, donde ellas con su poder de la competencia deportiva muestran la mejor cara de la mujer cuando se supera.

Me confieso, que después de sus familiares, sus entrenadores y el Sr. Cristóbal Marte Hoffis, soy un ferviente admirador de actuación en cada entrega.

Han tenido grandes desafíos no solo en competencia deportiva, sino en superarse en un ambiente con tantas precariedades en una sociedad que no creía que el voleibol femenino iba a ser nuestra carta de presentación y el motivo de escuchar en muchas circunstancias nuestro Himno Nacional cuando ganan las competencias.

Ellas nos han mostrado que, cuando se quiere se puede, que sí invierte en deporte, educación, nuestro pueblo dominicano formará mejores ciudadanos.

Les deseamos desde esta columna nuestras felicitaciones a las Reinas del Caribe y deseamos de todo corazón, que en su próximo gran reto, que es ir de nuevo a unos Juegos Olímpicos, ellas nos hagan merecedores de sus medallas.

Por eso concluyo: Las Reinas del Caribe: ¡Se merecen todo!

El autor es médico, escritor y profesor universitario